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1703 Palabras
—Vamos por favor—súplica mi hermana. —Ana, no puedo, tengo trabajo que hacer—recojo mis cosas del escritorio. —Elena... Por favor... Sólo será una de semana. Lleva días insistiendo con lo mismo pero como decirle que no a su nueva ida a Cancún. —Ana... Dile a Verónica. —Vero, ya se casó te lo recuerdo. Vamos no seas amargada. La última vez que fui a Cancún fue hace casi dos años a una exposición de Nuevas Tendencias en el mercado y desde entonces no he ido. Aunque Ana es peor que mamá cuando quiere algo, hace una mueca y maldigo por no poderle decir que no. —De acuerdo... Pero tú pagas el boleto. Celebra antes de retirarse a su lugar de trabajo. Suspiró antes de tomar el resto de mis cosas, hace un mes que decidí cambiar de oficina, pero no hayaba un compañero al cuál cambiarle hasta que Mateo se fue. Ahora tengo la oficina más amplia del lugar y en el que puedo trabajar mejor. Me regreso a mi casa donde mi fiel pecesito me espera, le sirvo sus dos bolitas de alimento, preferiría la compañía de un animal de cuatro patas o de dos... Pero no me dejan tener animales emplumados o con pelos en el departamento así que pues mi pecesito me hace compañía. Tomo la botella de vodka para darme una sacudida de recuerdos, me hundí en mi desgracia hace unos meses por culpa de un idiota que después de la boda vino a gritarme muchas cosas que me pusieron más triste de lo que estaba. Mi hermana fue la primera en ayudarme cuando el idiota vino, ella me ayudó en la superación de ese problema pero no hay nada que el alcohol no ayude a olvidar o ha asentar. ----------(-)--------- En el aeropuerto Ana da ha entender para dónde vamos por el tipo de vestido que lleva y otras miles de cosas que la caracterizan, como el buen cuerpo que ambas tenemos, los ojos verdes y piel acaramelada que posee, yo en cambio tengo el cabello n***o con los ojos marrones como mi madre, soy la más parecida a ella de las tres. —Nos iremos a disfrutar unos días en la playa—celebra mi hermana al abordar el avión. —Sí y a pasar un fin de semana inolvidable—dice Karina a mi lado. Sabía que ella vendría desde que Ana me insisto venir. Cuando regresemos a casa haré una lista de las cosas que estas dos harán en el viaje, mi hermana es lista así que solicito una habitación para cada una, ellas van a meter por lo menos a un chico diferente a su habitación cada noche mientras yo me embriagó en el bar del hotel. Subimos al avión y nos sentamos en nuestros asientos, a mis lados me tocan dos chicos y mi hermana me ordenar que ligue con ellos por mensaje de w******p le digo que no, y ella me dice de nuevo amargada. Me quedo dormida después de diez minutos de empezar a volar. /// Me despierto por los movimientos que hace mi hermana para despertarme. Bajamos del avión y la emoción de ellas dos me pone de buen humor, tal vez debería de agradecer que me invitará, ha hecho de todo para levantarme el ánimo en estos meses, así que haré lo que sea necesario para que sean los mejores días de su vida y para que no diga que su hermana menor no la quiere. Subimos al taxi que nos llevará al hotel, Ana no pierde el tiempo para soltar sus encantos con el chófer, al parecer el taxi es por parte del hotel, las hermosas calles de la ciudad son las que me encantan al igual que los colores alegres que hay en la zona, Ana y Karina le piden nombres de antros al chófer y le preguntan que si nos puede llevar a conocer algunos, el pobre no sabe que está cayendo en los encantos de la hermosa rubia que sólo busca pasaje gratis. Llegamos al hotel y el botones amablemente nos ayuda a subir el equipaje a las habitaciones en lo que mi hermana nos registra. El hotel está precioso, jamás había visto un hotel tan hermoso como este, y si mi hermana nos reservo aquí fue por qué le dieron un trabajo que hizo de buena calidad y le abrieron las puertas del hotel. Puede que hasta gratis. Subimos a las habitaciones y luego entramos cada una a su cuarto, el mío da de vista a la playa y a la alberca del hotel, me gusta la vista que tiene el lugar es muy hermosa. Nunca había tenido una habitación cómo está en mi vida, pero tal vez cuando hubiera sido mi luna de miel la habría disfrutado en un hotel similar. Voy a mi cama y me dejó caer para ponerme a llorar como una niña pequeña por no tener lo que sueño. Quiero hijos, quiero alguien que me ame, que este enamorado de mí, de lo que soy. El teléfono suena y no dudó en contestar. —Te quiero lista en dos horas, iremos a un antro cerca de aquí. Guapa y bella. Cuelga. Busco entre mis cosas un vestido digno para salir a dónde mi hermana me quiere llevar, traigo seis vestidos, uno es n***o con detalles dorados y pegado al cuerpo, otro es rosa palo con detalles bordados del mismo color, un vestido rojo que es de pliegues y de encaje en la parte del pecho, no es de los de mi agrado pero mi hermana lo empacó, luego saco un vestido azul marino con brillantes el cuerpo con copa de corazón, tampoco es de mi agrado así que sacó el último que hay adentro de mi maleta y es el que definitivamente me llevaré, n***o con un poco de vuelo en la parte de la falda y sin ningún brillo o detalle llamativo. Maquilló mi rostro con algunos colores fuertes pero que no se vea tan cargado, mis labios de un rojo intenso y para coronar el pastel algo de color a mis mejillas. Lista. Al salir de la habitación mi hermana y Karina ya están vestidas, cada una mostrando lo que tiene pero no demasiado, Ana lleva un vestido rojo pegado al cuerpo con unos tacones negros y un maquillaje algo llamativo del color del vestido. Karina no se queda atrás con el vestido blanco que resalta su piel morena clara y los zapatos del mismo color que su ropa. El taxista del hotel es quien nos lleva al antro, el pobre cayó en los encantos de Ana, lamentable. El antro es uno de los mejores de la ciudad, en cualquier sentido, tanto en bebida como en la música que suena en el ambiente. El lugar queda de bajada y para Ana es estupendo, de alguna manera convenció al chófer de nombre Diego de quedarse para esperarnos hasta que nos cansemos o hasta que ellas lo hagan. Después de media hora de ver cómo Ana y Karina disfrutan del lugar con dos chicos desconocidos pero que parecen pasársela bien, decido ir al bar a probar algún licor que me haga perder la conciencia más no para que me regresen a rastras al hotel. —Un trago de vodka, por favor. —Whisky por favor—veo de reojo a la segunda persona en la barra. Es un hombre... Dios mío, ¿Quien dijo que los Dioses no existen? Su cabello es n***o como la misma noche, sus ojos son de un gris intenso, sus labios son algo carnosos pero... Su nariz es recta y los pómulos le hacen justicia a la perfección, debajo del traje se nota perfectamente el cuerpo ganado por el ejercicio y una buena alimentación, bueno, sino dejará de verlo no se le notaría. —Su whisky y su vodka—nos reparte las bebidas que la tomo de inmediato y refresco mi garganta con la bebida caliente. Los minutos pasan y parece que el trago me quiere regresar a la era de llorar en mi cama preguntándome que hice mal para que Diego decidiera jugar conmigo y empezar a engañarme como si yo no valiera nada. Duele como si fuera ese día. —¿Cuál es tu nombre?—pregunta una voz que muestra un gran dominio y seguridad. Al principio no me doy cuenta de que fue para mí esa pregunta, así que cuando noto que no hay nadie aparte de mí, me sonrojo un poco. —Elena... ¿Y el tuyo? —Christopher—sus cejas no son tan pobladas ni vacías como otras—¿Qué hace una chica tan linda por estos lugares? —Asuntos personales—no le miento quiero que sea algo bueno para mi hermana, no para mí. Sus ojos me revisan como lo hicieron los míos con él y parece que ambos pensamos lo mismo del otro o tal vez no debería de hacerme ilusiones, ¿Qué tan probable es que este hombre me quiera en su cama? Casi nula. Na, seguro es de los que mil chicas matarían por mantener una conversación pequeña con él pero yo no soy... Bueno sí, de esas chicas que se morirían por saber que hay debajo de la ropa. —¿Y tú?—odio mi boca en ocasiones. —A relajarme un rato—me responde tranquilamente—, pero parece con la persona que me vería no va a llegar. Su persona es alta, rubia, de ojos azules o verdes, blanca como la leche y de seguro algo tonta. ¿Por qué ofendo a las personas no sin antes conocerlas? Mi hermana es rubia y no es... Tan tonta. —¿Te he visto en algún otra lugar?—lo dudó. —No creo, no olvidaría a alguien como tú, cariño. A veces mi boca y cerebro no coordinan. —¿Por qué no me dejas invitarte un trago en lo que espero a un idiota?—asiento. No le negaría nada a este Dios Griego, nada de nada le negaría, tal vez no pase de un revolcón esta noche y mañana a sumergirme de nuevo en mi miseria.
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