Ya era, al otro, con algunos balbuceos, como si no quisiera hacerlo ese día. Una vez en el baño, cuando intentaron ponerla de pie, se puso rígida y empezó a temblar. Dela comento que, como Domini la había bañado solo el día anterior y se le había caído, probablemente estaba nerviosa. Pero lo que no sabían, es que ese miedo era presagio de lo que estaba a punto de ocurrir.
Con todo, le hecho el agua a mi madre María, y cuando llegó el momento del jabón, el ayudante, al ser primerizo, lo dejo en la cama. "Sostenla un rato mientras busco el jabón", dijo Dela, dejándolos solos por un momento. La tensión se disparó en el pequeño espacio del baño, y la breve ausencia de Dela sería suficiente para que el miedo se materializara de la peor manera posible.
Sin embargo, mientras en el baño, debido al gran peso, la poca colaboración de mi madre María, ella se resbaló y cayo .!Pero esta vez si llego al suelo! Aunque el ayudante, se movió rápido y logró levantarla enseguida, cuando Dela regreso, encontró a mi madre María con lágrimas en los ojos ¿Que paso?, pregunto Dela y la respuesta de él, con la cara llena de pena y vergüenza reveló un detalle desgarrador.
Por el contrario, también "se me cayo, pero esta vez llego al suelo, aunque trate de actuar rápido" dijo el con voz apenas audible. Y añadió, "como nunca había hecho esto, y trate de no verla, me descuide " Dela, con una sabiduría que iba más allá de las palabras, le dijo: "Tranquilo, eso es para que veas que es difícil cuidar a otra persona, sobre todo cuando es tu mamá y nunca la habías visto en estas condiciones". Esa frase, sin embargo, no solo era una lección, sino un eco del propio dolor de Dela.
Debido que, continuaron con el baño. Dela seco las lágrimas de mi madre María, y le dijo "Tranquila, ya no volverá a pasar" siguió enjabonándola, le hecho el agua. Luego le pidió a el que la secara mientras ella arreglaba el baño y cepillaba la plancha. Pero el silencio de ese momento, Dela hizo juramento silencioso: jamás permitiría que algo así volviera a ocurrir, cueste lo que cueste.
Encima, Duncan saco a mi madre María del baño y la llevo hasta la cama, se sentó a su lado, esquivando su mirada, lleno de vergüenza por lo sucedido. El peso de su error era inmenso. Pero entonces, mi madre María con esa sabiduría silenciosa que aún conservaba, lo miró fijamente. No hubo reproche, solo una compresión profunda. Esa mirada en medio de la fragilidad, tranquilizo a Duncan de una manera que las palabras jamás habrían podido. Sim embargo, la calma sería efímera.
Aparte, Dela llego cambiando las sábanas. Luego con un gesto cargado de significado, le dio el desayuno a Duncan para que se lo ofreciera a mi madre María, no sin ante colocarle la plancha con delicadeza. Era un ritual, una señal de esperanza.
Mientras Duncan ayudaba a mi madre con el desayuno, Dela terminaba de peinarla. Luego ella le entrego su propio desayuno a el, y se sentaron a comer juntos. Conversando en voz baja. Era un momento de aparente normalidad, un oasis ante de la tormenta. Pero en cada mirada que intercambiaban, en cada palabra no dicha, flotaban preguntas sin respuestas sobre el futuro incierto de su madre y la frágil unión familiar.
Ya terminado, el desayuno y la hora de reposo cumplida, decidieron acostarla mi madre María en la cama, la calma parecía haberse instalado, pero duraría poco. Los residentes y especialista irrumpieron en la habitación, pidieron a los familiares que salieran. Era el inicio de la revista médica, pero también el presagio de un nuevo y desafiante capitulo para la familia.
Es sumamente, Duncan se fue al trabajo, dejando a Dela a cargo. La situación en el hospital y en la familia se puso tensa. Y tal como se temía, los problemas entre hermanos escalaron a mitad de la otra semana, Las discusiones se volvieron tan intensa que la familia se fracturo: se separaron, cada quien volvió a su casa y dejaron de ir constantemente al hospital. Pero lo que sucedió después, el verdadero costo de esa separación nadie lo había previsto.
Así fue, que la fractura dejó a Dela completamente sola. Sin nadie que se quedara por las noches con María, enfrentaba la abrumadora carga de los cuidados. Cada día que pasaba, la soledad se hacía más pesada, sin saber que una decisión crucial. estaba a punto de tomarse, una decisión que cambiaría el destino de todos.
Ya sea, que transcurrieron 3 días interminables, completando la semana más difícil. Entonces, todos los hermanos, por fin, decidieron llamar al "omega", Duviyida la figura lejana al otro lado del país. La pregunta era urgente y vital: ¿quién de los dos vendría a colaborar, o, mejor dicho, a tomar las riendas de una situación que se le había escapado de las manos? La respuesta de Duviyida, sim embargo, sería tan inesperada como definitiva.
"Hoy comienza, un capítulo importante en mi vida, que nunca olvidaré". Susurro una voz. Tenía miedos, esperanza y la dura verdad de que a veces, lo que está roto es mejor dejarlo roto. Este no era el inicio de una nueva etapa, si no el momento en que una decisión personal, dolorosa pero liberadora, se gestaba en la mente de alguien. Una decisión que implicaba cerrar un ciclo, por difícil que fuera.
"No tengas, miedos de cerrar capítulos, no pasa nada", resonó la voz. "La vida es muy linda para seguir en el mismo loop y siempre terminar igual", con la fuerza de ponerse primero y la gratitud como brújula, la decisión fue clara: elegirse a si misma. con los pensamientos ya estructurados sobre lo que tocaba en la vida, la voz concluyó con una promesa. "Mañana será bonito". Pero ¿Quién era esa persona, y que decisión tan trascendental había tomado?
"Así que, no estas perdiendo el tiempo, te estas preparando. Y cuando llegue el momento, todo va a tener sentido. Tú ritmo es tuyo y eso es suficiente recordarlo". Estas palabras, cargadas de una profunda sabiduría y paciencia, acompañaron tres días mas de rutina en el cuidado de María. Tres días de esfuerzo constante, hasta que una noche, un fenómeno inexplicable comenzó a manifestarse en la cama, del lado de mi madre, un espectáculo que desafiaba toda lógica.
Por consiguiente, mientras continuaba con el cuidado de María (Madre) al extraño comenzó a suceder en las noches. En la cama, justo a lado de mi madre empecé a ver como si tipos de rayos o destellos aparecieran y desaparecieran en la oscuridad. Primero fueron sutiles, luego más intensos. ¿Que era esa luz misteriosa? ¿Una alucinación, reflejo, o el inicio de algo sobrenatural en la habitación de hospital? La respuesta podría cambiarlo todo.
Y los pequeños cosas, destellos de luz no eran los único que me inquietaba. Comencé a notar "pequeñas cosas" que parecían bajar de la cama de mi madre María y se deslizaban misteriosamente hacia lado izquierdo, deteniéndose en la primera cama de ese flanco. No podía ver que eran, pero su presencia, fuera lo que fuese, estaba alterando a todos los pacientes de la habitación. Un escalofrió me recorrido a la espalda, y la siguiente revelación solo profundizó mi temor.
En medio, de la creciente agitación de la habitación, toque el cuerpo de mi madre: estaba gélido, sorprendentemente frio. Sus ojos llenos de vida ahora estaban perdidos, fijos en un punto invencible, al igual que los de todos los demás pacientes. Todos miraban algo que yo no podía ver, algo que parecía estar en ese lado izquierdo de la habitación, algo que irradiaba un miedo tan palpable que el