Capítulo 16 - Continuando - La Vida que te Enfermo no puede Ser la Misma que te Sane.

2000 Palabras
A pesar de, que las colas pasaban más rápidas debido a que tenían más personal, salíamos a veces a las 8:30 o a las 9 de la mañana. Si bien, La eficiencia repentina del lugar, el aumento del personal y la comodidad inesperada me hicieron cuestionar: ¿Era una mejora genuina en la atención, o una estrategia bien orquestada para mantener a los familiares tranquilos y distraídos mientras algo más, algo que no entendíamos, sucedía con los pacientes? Al fin y acabo, Ora lloraban, en lo que llamábamos al señor y nos iva a buscar, hacia todos los procedimientos todos los días de lo 4 que llevamos hasta que llego el viernes y al señor se le complico buscarnos. Encima, decidimos ese día llevar la silla de ruedas un poco usada y algunas piezas que le faltaba como los posa pie, que se le mando hacer algo para que pusiera los pies. El trasporte fallido y la silla defectuosa se unieron para hacer de ese viernes un día particularmente difícil, un presagio de la travesía que no esperaba. Sea que venga, ya que el viernes me tocaba llevármela con la silla de rueda para la casa que quedaba como a 20 cuadras. Por añadidura, en que empezamos la travesía para llevarla a casa con la silla de rueda y para cavar de completar las calles estaban bastante deteriorada debido a la situación país que estábamos pasando. Sea el atardecer, algo solas porque las personas se habían ido del país, bueno mientras la llevaba, tenía que hacer fuerza en algunos lugares difíciles para pasar la silla. Cada empujón era un esfuerzo sobre humano, y el silencio de las calles desoladas amplificaba mi miedo. En cierta medida, ella se quejaba por la situación, diciéndome algo de "mala hija" por llevarla de esa manera. Pero gracias a dios conseguíamos a personas en el camino que me ayudaba con la silla de ruedas y hací ella no sufría tanto, y a veces me decía que no quería ir los viernes, pero yo era constante y le dije que había que ir todos los días puesto en la cartilla. Sus quejas, su resistencia a los viernes y esa frase hiriente "mala hija", se clavaba en mi alma. Pero en el fondo de mi mente, mientras mi cuerpo se agotaba empujando la silla, una idea comenzó a formarse: ¿Y si su resistencia a los viernes no era por el dolor, si no por algo que solo se manifestaba cuando estábamos lejos de la seguridad del transporte y la compañía? Fue en ese momento que se me ocurrió que el viernes siguiente nos vendríamos en buseta. La buseta, lo que parecía una solución simple, podría abrir la puerta a la verdad de su miedo. Sea que se vayan, porque habíamos venido pasando una semana en esto, hasta que se me ocurrió que el viernes nos viniéramos en buseta. No estaré contigo, pensé, ya que la veía un poco más dura, su resistencia a los viernes y su comportamiento se volvían erráticos. No era solo el dolor físico, si no una dureza emocional que parecía crecer día a día, como si una capa de resentimiento la estuviera cubriendo. En definitiva, mi abuela se enfermó de tensión baja por las preocupaciones que le daba mi mama María, a veces se ponía exigente que no aguantaba el aire y que la sacáramos para la sala. La tensión era insoportable, y la salud de mi abuela se deterioraba rápidamente. En medio de unos episodios mientras la sostenía, mi abuela me tomó de la mano con sus ojos apenas abiertos. Su voz, un susurro tembloroso, fue la estocada final: "Ella...ella no quiere ir los viernes...es por la caja tu madre...cree que la has visto. Que tú tienes...lo que él le quito en el hospital". El pánico me invadió. ¿Qué caja? ¿Quién era él? Y, lo más escalofriante: ¿porque mi propia madre María me estaba acusando de tener algo que le habían arrebatado en ese lugar de sombras? A continuación, hay le colgamos una hamaca de tela y para no dejarla sola, me tocaba acomodar el sillón de la sala, que era de madera gruesa y muy duro, incluso con la sabana que le ponía. Además, cada rato me levantaba para acomodarla o ir al baño; era algo tormentoso. Hasta que mi abuela la convenció de quedarse en el cuarto, no le permitía que ella la cuidara al acostarse en un ricon sola. La abuela Emilia, con su insistencia, logró lo que yo no pude, acercando a mi madre María a su cuarto, pero también a una nueva vulnerabilidad. Ya descansaremos. Después de tanto dialogar con ella, además de decirle que no se podía ir para la otra casa, ya que era un espacio pequeño, y no podía pasar la silla de ruedas ni la andadera, sabíamos que extrañaba ese lugar, pero las circunstancia en la que se encontraba no podía volver. Por otro lado, mi hermana fue a ver a mi papá Doming. Estando una semana por allá, se dio de cuenta que mi padre Doming no dormía de dolor y malestar. Así que lo llevo hacerse un eco con su doctor amigo, quien le diagnostico tres hernias de las cuales él no podía operarlo por estar mayor para la cirugía. La noticia de las hernias de mi padre, tan repentina y grave, me dejó helada, haciendo que el misterio de mi madre pareciera, por un instante, insignificante. Desde entonces, el doctor solo podía hacer por él era recomendarlo para donde él quisiera y tuviera más disposición, para el estado zulla o el estado falcón, ya que la parte donde se encuentra le daba dos opciones. Mi hermana Dela intervino y le dijo: "Falcón para ya tengo más posibilidad de cuidarlo, específicamente ponga Paraguaná". Para concluir, él doctor dijo: "Esta bien y que lo sentía, pero estaba vez no podía estar en una cirugía, estaba muy mayor para eso". Le dijo "ok, muchas gracias", y se fueron. La elección de Falcón, una decisión rápida y aparentemente práctica, resonó con el patrón de decisiones que había visto en Dela, una mezcla de pragmatismo y algo más, algo que no lograba descifrar. A partir, de ese momento, en el camino se encontraron con la prima, le pregunto qué tenía mi padre Doming, ya que anteriormente ella lo trataba como enfermera y le había recomendado chequearse con el médico. Aunque él no le hizo caso, decidió llamar a Duyida y comentarle la situación. Tan pronto como ella lo recomendó, decidió llamarlo a ver quién podía viajar para ayudar con el pasaje para que fueran a ver que tenía papá Doming. Más aun, Dela le dijo lo que tenía y le agradeció por avisarle. Después se fueron a casa, tuvieron hablando por varios días de esto y no lo convenció. La intervención de la prima, tan precisa y oportuna, me hizo pensar que las conexiones familiares eran más complejas de lo que imaginaba. Después, mi padre Doming, necio, solo en las enfermedades se dejaba llevar por mi prima Adexis, pero para es año, ya la habíamos perdido a causa de cáncer en la matriz que duro muy poco, y mi padre Doming aún se encontraba afligido por esa situación. La sombra de Adexis, su influencia aún presente a pesar de su ausencia, me hizo pensar en la conexión entre la enfermedad de mi padre Doming, y la de mi madre María. ¿Había una relación entre los silencios de la familia y las tragedias que los acechaban? Como ellos, fueron en 2 moto taxi a visitar a las primas. En 3 horas llegaron al puente que se había dañado y tenía 2 pase: las motos solas y las personas a pie por otro lado. Así fue que Dela y Abraham lo cruzaron, para luego montarse en las motos y seguir el camino, que duraba 15 minutos más para llegar a la primera casa. Pero iban era a la tercera casa, a la que por fin llegaron. El viaje de Dela, tan complicado y lleno de obstáculos, me hizo pensar en la distancia que nos separaba, no solo geográficamente, sino también emocionalmente. ¿Qué secreto esperaría a Dela en esa tercera casa, un secreto que el puente roto y la carretera deteriorada habían mantenido oculto por tanto tiempo? Aquí comenzó la llegada, aquellos por la izquierda donde las tías y las primas salieron a ver quién era. Cuando se dieron cuenta de quién se trataba, fueron a saludar con una expresión de sonrisas que los caracteriza. Los invitaron a sentarse con una taza de café para conversar de las familias de lado y lado, donde ellos le entregaron presentes las nuevas familias que habían formado. Estuvieron bastante rato hasta que decidieron irse para la otra familia de parte de su madre María antes que se hiciera tarde. Ellos dijeron que antes de que se fueran pasarán por allá para enviarles unas cosas, dijeron "ok". El ambiente familiar era cálido, pero la necesidad de recalcar las "nuevas familias" y la prisa por ir a la otra familia de parte de su madre María, me hizo pensar que detrás de las sonrisas había un desequilibrio, una historia no contada que las palabras intentaba cubrir. La ausencia del puente, que antes conectaba, y la necesidad de cruzar a pie o en moto, me hizo pensar en la verdadera distancia que había entre ellos, y si todos esos recuentros eran tan genuinos como parecían. Allí los terminaron, las conversaciones y se dispusieron a caminar ya que los mototaxis se habían devuelto, lo hicieron como 4 cuadras para llegar a la pequeña hacienda de la abuela, en la que se encontraba un primo cuidándola junto con su familia que había formado y el tío le daba vuelta Ya que tenía animales y sembradíos hay. Lo saludaron con igual emoción como lo habían hecho anteriormente, conversaron un rato y decidieron ir a la hacienda de las primas que quedaba a una cuadra, más. El primo, que vivía en la hacienda de la abuela, era un personaje nuevo en la historia, un guardián de ese pedazo de tierra que quizás guardaba más secreto de los que imaginaba Dela y el tío "que le daba vueltas", me hicieron pensar en un sistema de vigilancia, de cuidado. ¿Cuidaban la hacienda, o cuidaban un secreto enterrado en esa tierra? Estos cortaban, los caminos para llegar en menor tiempo, así fue que lo hicieron más rápido, salieron las primas a ver de quien se trataban , por lo que la saludaron con la misma emoción característicos de ellos, ofreciendo una tazas de café se sentaron a conversar y preguntar por la abuela, tías y los primos de a ya, ellos dijeron que todos está bien recuperándose, le envían saludos y entregaron los presente, ya para las 11:30 decidieron que tenía que irse, ellas les dijeron que esperaran el almuerzo y que las iban a enviar con los primos que tenía moto, ya que los carro no podían pasar por ahí. La inexistencia del almuerzo, a pesar de la prisa de Dela y Abraham, y la particularidad de los "primos moteros" como únicos transportes, me hizo pensar que ese almuerzo, lejos de ser una simple comida, era una trampa, un momento crucial donde, quizás se revelaría el verdadero propósito de esa visita. Aquellos por la izquierda, era más fácil para salir de ese lugar, que aceptaron de inmediato. Después de comer reposaron un rato más, por lo que les dio tiempo de prepararle medio saco de maíz, cachapas listas, algunos granos, 5 kilos de queso, 2 pote grande de nata para que se los repartiera entre todos, por fin llegaron las motos con los primos saludando se dispusieron a montarse, no si ante despedirse de las primas, por lo cual le dijeron que no pasaran tanto tiempo para visitarlas, ellos dijeron ok y se fueron. El intercambio de comida y la despedida de los primos, tan cargadas de obsequios, me hizo pensar en el
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