La luz de la mañana se colaba por la ventana, acariciando la piel bronceada de Sasuke. Naruto se acercó cautelosamente, conmovido por la serenidad del sueño de su amigo. El pecho de Sasuke subía y bajaba levemente con cada respiración, y la sabana que cubría su cintura, se movía al ritmo del viento, dejando al descubierto su torso y piernas.
Los músculos de Sasuke, definidos por años de entrenamiento, se mostraban bajo la luz dorada del amanecer. Naruto se encontró cautivado por la belleza masculina de su amigo, admirando el perfecto equilibrio entre fuerza y delicadeza. Sus dedos, movidos por una fuerza irresistible, rozaron la piel de Sasuke, sintiendo el calor que emanaba de su cuerpo.
Los ojos de Naruto se detuvieron en el rostro de Sasuke, en la línea de su mandíbula, en la perfecci
