CAPÍTULO 5 Katerina se acercó a la puerta de la casa desconocida, su corazón latía con fuerza. «No debería estar aquí. Si papá se entera alguna vez…» se estremeció y luego hizo una mueca. «Será difícil actuar con normalidad esta noche». El dolor era intenso y, tonta vanidad, se había apretado los cordones más de lo habitual, queriendo verse bonita para Christopher. «Este coqueteo es una idea terrible. Debería irme, pero ¿a dónde iré? ¿Casa?» La idea hizo que se le cayera el estómago, pero antes de que pudiera pensar en un plan alternativo, un caballero de unos treinta años abrió la puerta y la condujo a una entrada iluminada con velas que brillaban suavemente. Atrapada, no dispuesta a huir directamente bajo la mirada de este extraño, se permitió cruzar el umbral. A la izquierda, una puer

