Annika se muerde el labio inferior. No quiere rechazarlo, pero también teme que su inexperiencia pueda afectar el crecimiento de la empresa. La historia de Boris, su lucha y su determinación, la conmueven. —No es que no quiera contratarte —explica Annika—. Simplemente temo que desconozcas… —Señora, por favor —interrumpe Boris con urgencia—. Deme la oportunidad. No le voy a fallar. El silencio se extiende en la pequeña oficina. Annika sopesa las palabras de Boris y la promesa en sus ojos. ¿Debería confiar en su instinto y darle una oportunidad? ¿O debería priorizar la experiencia sobre la pasión? La decisión está en sus manos, y el futuro de la empresa pende de un hilo. —Está bien, me voy a arriesgar, espero que valores mi decisión. —Mil gracias, señora, hoy mismo puedo empezar, tengo

