Annika se queda sola en la mesa, sintiendo la tensión en el aire. Los secretos y las rivalidades parecen más densos que nunca. Pero ella también tiene sus propios planes, y está decidida a enfrentar lo que sea necesario para encontrar la felicidad en esta casa.
Úrsula, con su mirada afilada como una daga, se acerca a Christoph y le lanza preguntas incisivas:
— ¿Cuál es tu problema?
— ¿Por qué eres tan considerado con mi hermana, si todo esto es falso? ¿Estás enamorado de ella?
Christoph, sin perder la calma, responde:
— Nadie se enamora de la noche a la mañana, pero eso no significa que me quedaré quieto al ver cómo ofenden a mi esposa. Mientras ella esté conmigo, la tienen que respetar.
Úrsula frunce el ceño, pero luego cambia de táctica:
— No sé por qué los hombres son tan tontos.
