CAPITULO SEIS

1426 Palabras
*CHRISTOPH* Caminamos juntos hacia la puerta, el silencio entre nosotros es cómodo, lleno de promesas no dichas y entendimientos tácitos. Miro hacia atrás una vez más, hacia el lugar que una vez estuvo lleno de dolor y desesperación, ahora un monumento a la resiliencia y la esperanza. —Hasta mañana —digo, abriendo la puerta para ella. Ella asiente, su sonrisa, iluminando la penumbra. —Hasta mañana, muchas gracias por todo. —responde, y con un último adiós, se va, dejándome solo con mis pensamientos y la quietud de la noche. Si supieras mis verdaderas intenciones, dudo que dirías eso. Además, lo que pasa que Lena me dice que me espera en el club, es un placer que no estoy dispuesto a dejar pasar. Porque por los momentos no puedo tocar esta joven. Al llegar al club me voy a VIP directamente por un pasillo especial evitando la muchedumbre. La música es buena y los aperitivos también, hay mujeres a rebotar. Lena sale a mi encuentro con un abrazo y un beso que duro unos segundos. —Más te vale que vinieras. Me sentía sola. —No podía dejarte sola, Lena —respondo con una sonrisa, devolviendo su abrazo. La música vibra a través de nosotros, y puedo sentir la energía del club pulsando a nuestro alrededor. Nos dirigimos a una mesa en la sección VIP, donde las luces son más tenues y la música un poco más suave. Lena se sienta a mi lado, su vestido brillante bajo las luces del club. —¿Qué te gustaría beber? —pregunto, señalando al camarero. Lena piensa por un momento antes de responder. —Un Martini, por favor. Asiento y hago el pedido. Mientras esperamos, Lena se inclina hacia mí, su voz apenas audible por encima de la música. —Gracias por venir —dice, su mirada sincera. —Realmente significa mucho para mí. Sonrío, sintiéndome agradecido por su amistad y por la noche que nos espera. A pesar del bullicio del club a nuestro alrededor, en este momento, todo se siente perfectamente tranquilo. Tomamos y hablamos de nuestros fracasos, me pide dinero para una deuda que su exmarido le dejo, ya que no sabe dónde se esconde el desgraciado. —¿Quieres que contrate alguien para que lo busque? —No se merece nuestro tiempo ni tu dinero. Quiero salir de eso y ser libre por completo. Ella se me sienta en las piernas, le acaricio su piel aperlada, es una mujer muy atractiva, aunque en la ruina. Ella está acostumbrada al lujo, pero no ha tenido suerte con los hombres, al parecer solamente la usan y la desechan. Su padre murió unos meses después de caer en la bancarrota. Soy el único que se quedó en su vida. —Que sería de mí sin ti. —Te las arreglarías, además tienes un cuerpo de infarto y lo sabes manejar muy bien. —No juegues con eso. Solamente a ti te permito que me toques. —¿En verdad? —Dudas de mí, me ofendes. Nos besamos y acariciamos mutuamente, ella es atrevida, me daba placer con su hábil mano, gruñía ante sus toques eróticos. Lástima que esté tan recorrida, pero no está mal mantenerla como mi amante. Esa joven no tiene idea de cómo complacer a un hombre, y la paciencia no es mi fuerte. —¿Qué es lo que te distrae? —Nada, tú sigue. La mujer sabe lo que hace, estamos los dos solos, un vidrio oscuro nos separa de la música y la gente, todo estuvo genial, pero es momento de irme a casa, ella quería venirse conmigo, pero en mi hogar solamente dormiré con mi esposa. **** En casa de Annika se preparan para el cumpleaños de su hermana, el padre le está organizando una fiesta enorme, donde ha invitado varias personalidades importantes, quiere que la joven se luzca ante ellos. Úrsula se siente especial, que presume lo mucho que la quieren. Sus amigos más allegados siempre la pasan elogiando, por eso ella les permite que sean cercanos. —Úrsula, ¿elegiste tu vestido de fiesta? —Si padre, un tono lila, sabes que es mi color favorito. —Eso suena maravilloso, Úrsula —dijo su padre con una sonrisa—. Estoy seguro de que te verás deslumbrante en lila. ¿Has pensado en los accesorios? —Sí, he elegido unos pendientes de plata y un collar a juego. Creo que complementarán bien el vestido —respondió Úrsula, su rostro iluminado por la emoción. —Perfecto. Y no olvides, esta fiesta es tanto para celebrarte a ti como para que te diviertas. Así que asegúrate de disfrutarla al máximo —añadió su padre, dándole un abrazo reconfortante. Mientras tanto, Annika observaba la interacción entre su padre y su hermana con una sonrisa en su rostro. Aunque la fiesta era grande y llena de invitados importantes, sabía que al final del día, lo más relevante era que Úrsula se sintiera amada y especial en su día. Y eso, pensó, era lo más hermoso de todo. —Mi querida hermana está aquí. —jalando a Annika, quien no quería ser vista. —Voy para la habitación de mi madre. —Espera, dime, si te gusta el salón, mira mi nombre en grande, se ve precioso. —Está precioso, te lo mereces, hermana. —Lamento que tu fiesta de cumpleaños no se hiciera por la enfermedad de nuestra madre. ¡Sabes que mi padre nos quiere a las dos por igual! —No tiene importancia. —era cierto, el cumpleaños número veintiuno paso desapercibido, en esos días se complicó el estado de salud de su madre. —Hola, mami. —entra al dormitorio y ve a su madre sentada, tiene una delgadez notable. —Hija, ¿cómo va lo de la fiesta de tu hermana? —Todo bien, mamita, tú simplemente descansa. —Eso es maravilloso, cariño —dijo su madre con una sonrisa débil, pero sincera — Estoy segura de que será una noche inolvidable. —Sí, mami, estoy emocionada. Úrsula ha hecho un gran trabajo con los preparativos de su fiesta—respondió Annika, tratando de mantener un tono alegre a pesar de la preocupación que sentía por la salud de su madre. —Estoy muy orgullosa de ambas. Úrsula por su cumpleaños y tú por ser tan fuerte durante estos tiempos difíciles —dijo su madre, extendiendo una mano temblorosa para acariciar la mejilla de Annika. —Gracias, mami. Te amo —respondió Annika, tomando la mano de su madre entre las suyas. En ese momento, a pesar de la gran fiesta que se estaba preparando afuera, Annika se sintió increíblemente agradecida por ese tranquilo momento con su madre. Aunque las circunstancias eran difíciles, sabía que esos momentos eran los que realmente importaban. Su madre tose y al ver el pañuelo con sangre su corazón se detuvo, la madre de inmediato lo oculta, rogando de que su hija no haya visto nada. En eso a Annika, un bote de pastillas llaman su atención, no es de las que receto el doctor. —Madre cuando te recetaron estas pastillas. —Hace unas semanas tu padre me las trajo, me dijo que el médico me las receto. —De seguro el médico le dio otra receta. —Eso debe ser así. No le siguió tomando importancia, la mirada de su madre era triste, como si un pensamiento la atormentaba, no puede hablarlo con su hija. Annika se queda en silencio hasta que uno de sus hermanos llego por ella, se despide de su madre y sale de la habitación, ya que la necesitaban para que ayudara a vestir a su hermana. —¿Y su empleada, por qué no la ayuda? —Úrsula quiere que tú seas quien le ayude. —¿En qué momento me voy a arreglar yo? —Úrsula es la importante en esta fiesta, no tú. Ve ayudarla. —Está bien —respondió Annika, ocultando su decepción. Sabía que la noche era de Úrsula, pero no pudo evitar sentirse un poco desplazada. Se dirigió a la habitación de Úrsula, donde encontró a su hermana rodeada de vestidos y accesorios. Úrsula la miró y sonrió. —Sabía que vendrías —dijo Úrsula, su sonrisa se ensanchó—. Necesito tu ayuda para lucir perfecta esta noche. Annika asintió y se puso a trabajar, ayudando a Úrsula a ponerse el vestido lila y a elegir los accesorios perfectos. A pesar de su decepción inicial, no pudo evitar sentirse emocionada por su hermana. Después de todo, era su noche especial.
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