CAPITULO 26 | EL CAMINO DEL LOBO

1399 Palabras

Montserrat se paseaba por toda la casa, todo su cuerpo temblaba de una forma descomunal que no podía comprender. Salió de la habitación guiada por dos ancianas, eran esposas d ellos miembros más antiguos del concejo, ambas primero rociaron su piel y ropa con unos aceites que debían matificar su olor corporal para que los olores de la casa de fuesen impregnando en la tela a medida que ella iba caminando. Era tanta la desesperación que tenía, que incluso las frías y duras ancianas trataron de alentarla y decirle que todo estaba bien, que los lobos podían oler el miedo y no les agradaría que la esposa de su Capo fuese débil y llorona, por lo que debía dejar la desesperación y calmarse. Había pasado todo el día escuchando todo lo que esos animales podían oler con su nariz profunda, miedo, odi

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