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1869 Palabras
Poder Los dragones miraron preocupados al mayor y trataron de explicarle con cuidado para que no se sintiera más abrumado. - Hermano… eres el rey de los dragones - le respondió Kean, su voz grave y solemne - Tu habilidad es mucho más que la de cualquiera de nosotros. No solo posees el aliento corrosivo o la fuerza, sino un don que trasciende el poder físico. Tú puedes purificar el entorno, eliminar energías negativas, traer equilibrio a cualquier lugar en el que te encuentres. Drage frunció el ceño, mirando a Kean con escepticismo. - ¿Equilibrio? - preguntó en voz baja, como si la palabra fuera extraña para él - Leíste lo devastadoras que fueron las guerras donde participé. Arrasé con todo... - Sí, Drage - intervino Marat - Pero eso solo es la fuerza del dragón. Si necesitas proteger a lo que te importa puedes desatar el caos y la oscuridad de igual manera. Simbolizas la sabiduría profunda y el conocimiento oculto y también ofreces protección espiritual para quienes son dignos de ella. No solo eres un guerrero o un líder. Eres un canal para el poder ancestral que conecta nuestro linaje con las fuerzas de la creación misma. Kean dio un paso más cerca de su hermano, con una mano en su hombro, como si intentara transmitirle la fortaleza de ese legado. - Invocar la energía del Dragón n***o es un ritual que los nuestros guardaron en secreto durante siglos - continuó Kean, con un destello de respeto en sus ojos - Atrae prosperidad y buena fortuna, especialmente en la adversidad. Tu presencia… es una bendición que solo unos pocos tienen el honor de ver. Humanos o sobrenaturales. Drage parpadeó, intentando procesar lo que sus hermanos le decían. Siempre había creído que su fuerza y su aliento corrosivo eran su principal don, las habilidades que lo definían. Pero ahora, ante sus hermanos y las verdades reveladas, comenzó a vislumbrar un propósito mayor, uno que nunca imaginó. - Todo esto… - murmuró, sus palabras casi inaudibles - ¿Significa que soy un símbolo viviente de respeto hacia las fuerzas naturales y la conexión entre los dioses y los seres sobrenaturales? Kean asintió, con una sonrisa ligera, pero cargada de solemnidad. - Eres el poder de los dioses, Drage. El ejecutor principal... Por primera vez en su vida, Drage sintió que lo que era iba mucho más allá de sus habilidades individuales. Sabía que el camino que tenía por delante sería complejo y que las expectativas sobre él no eran simples de cumplir. Pero por primera vez, entendió la magnitud de su existencia y, con ella, una sensación de propósito profundo, tan oscuro y vasto como el cosmos que habitaba. - ¿Los elfos lo saben? - preguntó Drage - ¿Los centinelas? - El consejo y los centinelas vivos...Las otras razas solo lo intuyen y por eso te temen y de paso a nosotros... - dijo Marat divertido. Drage apretó los puños, con la mirada fija en el suelo. La idea de haber vivido en la oscuridad sobre su propio poder, sin guías claros o advertencias, le resultaba exasperante. - ¿Por qué los elfos no me dijeron nada? - su voz era una mezcla de resentimiento y decepción - Pasé siglos en soledad, ignorando lo que realmente soy. Todo esto… es ridículo. En ese momento, Thalias dio un paso al frente acercándose a ellos. Su expresión era calmada, casi paternal y sus ojos reflejaban una paciencia inusual, como quien sabe que el tiempo tiene su propia sabiduría. - Porque cuando naciste eras el último que quedaba de la generación anterior y porque tus hermanos no habían nacido... - dijo una voz que los hizo girar sorprendidos. El elfo se acercó y se inclinó ante él. - No fue por desprecio ni por negligencia, maestro - explicó con tono tranquilo - Los elfos nunca pretendieron dejarte a oscuras, pero tampoco quisieron apresurar un destino que aún no estaba listo ¿Recuerdas la última vez que pisaste estas tierras? Tu conexión con los humanos y con tus propios hermanos no estaba preparada. Y menos aún, tú. Drage lo miró, aún molesto, pero ahora con menos dureza en su mirada. Thalias continuó: - Tenías heridas profundas, maestro y, aunque tú no lo creas, los elfos sabían que necesitabas sanar. Cada uno de nosotros tenía que hacerlo. Tus hermanos debían crecer y entender sus propias fuerzas antes de poder reconocerte como líder y ayudarte. No podían seguirte si no conocían su propio camino. - ¿Así que simplemente decidieron guardarme secretos? - bufó Drage, pero su tono ya no era tan seguro, casi como si las palabras de Thalias hubieran empezado a calar en su interior. - Ellos sabían que tu tiempo llegaría. Que solo al sanar esas cicatrices y hallar tu lugar en el equilibrio podrías regresar, no solo a la tierra, sino también al mundo de los humanos. Tu destino siempre fue más grande de lo que incluso tú podías comprender. Y, aunque te resulte difícil creerlo, maestro, ellos no te abandonaron. Solo esperaron. Drage respiró profundamente, soltando un poco la tensión que había acumulado. Aunque su mente aún luchaba contra la idea, en el fondo, sentía que había algo cierto en lo que decía Thalias. Como si todo este tiempo perdido no hubiera sido una condena, sino una preparación. Con una última mirada hacia sus hermanos, Drage inclinó ligeramente la cabeza hacia Thalias, su habitual orgullo suavizado por una mezcla de aceptación y resignación. - Tal vez tengas razón, Thalias. Tal vez... Drage volvió a clavar la mirada en Thalias y en su expresión se reflejaba una profunda tristeza mezclada con una frustración acumulada durante siglos. - Pero tu padre… - murmuró, en un tono que oscilaba entre reproche y anhelo - Él debió haberme preparado. Al menos explicarme… algo. No dejarme solo con esta ignorancia. Thalias lo observó con compasión, dándole un momento para procesar sus emociones. Luego, dio un paso adelante, colocándole una mano en el hombro en un gesto tranquilizador. - Drage, mi padre intentó protegerte - dijo con voz suave - El último tiempo juntos fue complicado. Los clanes estaban siendo atacados desde dentro y él no pudo prever lo que vendría después. Nadie lo hizo, ni siquiera él. Y luego, cuando tuvieron que separarse, ya no había oportunidad para explicaciones, ni siquiera para advertencias. La ruptura de su trabajo los tomó por sorpresa. Drage se apartó un poco, todavía combatiendo el torbellino de emociones que se desataba dentro de él. Los recuerdos se agolpaban en su mente, el peso de la soledad y el vacío dejados por la partida de su padre. - No era justo, Thalias. Me dejé llevar por la furia, por la incertidumbre… No entendía qué pasaba, ni siquiera sabía de mi responsabilidad. - No fue justo, maestro, pero quizás era necesario - asintió Thalias - Ahora te enfrentas a tu destino con tus hermanos a tu lado, preparados y dispuestos a seguirte. Tú, gran Dragón, eres el líder de la Horda. Pero, tal vez, debías aprender a sentir esa carga antes de llevarla. Drage asintió lentamente, su mirada suavizándose un poco mientras absorbía las palabras de Thalias. Una chispa de resolución se encendió en su interior. - Entonces, que sea así - dijo con determinación - He pasado suficiente tiempo en las sombras. Es hora de cumplir con el legado de mi padre, de nuestra estirpe… como debería haber sido desde el principio. Thalias le dio una palmadita en el hombro y le dedicó una mirada de respeto. - Será un honor servirle como su centinela, Excelencia. - Tendrás mucho trabajo a partir de hoy, pequeña rama. - advirtió con seriedad. - Lo sé, maestro. Me preparé toda la vida para este momento... - Y esta vez, no estarás solo. - le dijo Kean con una sonrisa - Te ayudaremos. Drage se volvió hacia Marat, su expresión severa, pero con una resolución clara que no dejaba lugar a dudas. - Marat, necesito que busques toda la información que tengas sobre los antiguos acuerdos entre las razas, antes de la Gran Guerra - pidió, su voz tan firme como una promesa de hierro - Y también quiero conocer las leyes que regían la Horda de Dragones. Si los dragones teníamos la capacidad de trabajar como equipo, de apoyarnos, sin invadir ni desestimar los dominios y habilidades de los demás debemos recuperarla. Ahora somos seis en estas tierras y en la horda. Los hermanos que lo rodeaban lo observaron, asombrados por la precisión de su demanda. Era como si, después de todo el tiempo perdido, Drage hubiera despertado completamente a su deber y misión, como líder y como dragón n***o. La claridad en sus palabras les dejaba ver al verdadero líder que por tanto tiempo habían esperado. Marat, impresionado, asintió en silencio y apenas pudo reprimir una sonrisa de orgullo, como si las antiguas tradiciones y deberes resonaran nuevamente con vida gracias a las palabras de Drage. - Así se hará, hermano. - afirmó Marat, inclinando la cabeza - Buscaré en cada pergamino y cada crónica. Encontraremos lo necesario para que la Horda recupere su propósito. Drage asintió en agradecimiento, mirando a cada uno de sus hermanos, sus ojos brillando con determinación. - Bien - Su tono se suavizó, pero no perdió firmeza al mirar a Thalias - Se que los centinelas pueden comunicarse a través de nuestros sellos. Trabaja con Luan para que la conexión sea establecida. Los quiero trabajando juntos para mis hermanos y para todos independiente de donde estemos. - Si, maestro...- dijo con rapidez Thalias. - Partimos al amanecer. Prepararé lo necesario. Hermano, necesitaré ayuda para mantas y suministros para mi centinela...Dejaré a Altheas contigo. No quiero arriesgarlo. Kean pestañeó varias veces, aturdido al escucharle llamarle hermano por lo que no pudo moverse de inmediato y al mirar a Thalias, este estaba de igual manera. Drage lo había reconocido como su centinela. Ambos se miraron entre si con una sonrisa radiante que hizo que Marat sonriera también y Drage se girara con una sonrisa de medio lado. Sabía que, al decir esas palabras, las que había evitado todo el tiempo desde que los conoció iban a producir un impacto. Por un momento, los observó reconociendo que ahora tenía una familia y seres valiosos a los que proteger y esa sensación le produjo calor en el pecho. Como el mayor y como un dragón n***o se juró proteger a estos seres maravillosos que le mostraban lealtad y afecto de manera incondicional. Sólo faltaba encontrar a su compañera y mantenerla a su lado. - ¡¿Qué esperan?! Necesito su ayuda...- les apresuró - Marat, mantente cerca... - Lo haré hermano, no lo dudes. - Avísale a los demás que me comunicaré con ellos en cuanto pueda. Voy por mi compañera. Drage se giró con un movimiento decidido, dejando el lugar en silencio seguido de Thalias. Al verlos marchar, los hermanos se miraron, compartiendo la misma mezcla de asombro y orgullo con una sonrisa emocionada. Era el inicio de un nuevo camino, y todos sabían que, bajo el liderazgo de Drage, la Horda de Dragones tenía ante sí un futuro más grande y poderoso de lo que jamás imaginaron.
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