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1068 Palabras
- Thalias...- le dijo extendiendo el sello grabado con su nombre en el reverso con las joyas engarzadas en el anverso de igual forma que el sello de Glenn. La marca de Drage - Soy tu centinela... El dragón alzó las cejas sorprendido. - Aún no te he aceptado...- advirtió. - No tienes opción, maestro - se burló el elfo. - ¿Me engañaste anciano? - siseó el dragón mirando al hombre mayor. - No, maestro - Se defendió con rapidez - Yo cumplí mi encomienda. Su presencia es un trato entre mi padre y mi hermano. Ambos son muy volubles. - Veo que la sabiduría la sacaste de tu madre...- se burló el dragón - Tu padre es demasiado orgulloso e impulsivo como esta rama. El joven elfo bufó descarado y el dragón siseó haciéndole saltar. - Baja la cabeza, elfo...Aún no te haz ganado mi respeto y confianza...No eres tu padre...No te debo nada... - Si, maestro...- dijo bajando la cabeza - Lo tendré en mente... - No lo tengas...- advirtió Drage - Gánatelo... El dragón movió la cabeza descontento. - Necesito ver a Glenn. Tengo que ir al bosque sagrado. Una vez que escuche lo que debe decirme, partiré por la humana. - No hay mucho tiempo maestro, se la llevaron hace tres meses cuando el emperador murió. Debe estar camino al reino...No sabemos... - No la han tocado...- dijo el dragón - o lo sabría... Los caballeros parecieron aliviados al escucharle. Era una preocupación real el que su princesa fuese vulnerada o atacada por esos enemigos. - Partiré ahora mismo al bosque... Ustedes dos me acompañarán...- les dijo a los hermanos - Los caballeros pueden regresar a su base... - ¿Irá solo?- preguntó uno de ellos - El reino es muy agresivo con la gente de Alcea y los extranjeros. - No soy de Alcea y tampoco extranjero...Esos terrenos son de dragones...Nos pertenecen desde antes de que los humanos llegaran...- aclaró - Además, no podrán con mi forma de dragón. - No se han visto dragones en más de 500 años. El último fue usted...- dijo otro caballero - Tratarán de atraparlo. - No podrán... - Vayan a la posada en la frontera para preparar todo para cuando lleguemos - dijo el anciano. - Pero consejero...- comenzó a decir el caballero. - Hagamos lo que el maestro dice...Además ustedes no pueden entrar al bosque sagrado y regresar aquí solo nos retrasará. - Haremos lo que ordena, consejero. El anciano asintió, ocultando una leve sonrisa de alivio. Sabía que había logrado despertar en el dragón algo que iba más allá de la desconfianza hacia los humanos. El que un dragón tuviese una compañera era tan valioso como su nido o su cueva para ellos. La posibilidad de tener a una compañera con la que compartir tu vida era algo en extremo raro después del castigo divino a su r**a y aquellos que las encontraban tenían una misión muy grande dispuesta por los cielos. Tal vez el que el dragón frente a él, quien pasó por tanto y fue traicionado por un humano merecía ser feliz, aunque fuera con una mujer con la sangre de su enemigo. La joven princesa no era dócil, pero no era orgullosa ni violenta como sus antepasados. Era una mujer culta y centrada en el bienestar y futuro de su pueblo. Era por eso que había aceptado ir como rehén al reino enemigo a cambio de que las tropas no arrasaran con la capital y ciudades cercanas donde se concentraba la gran parte de la población civil que no sabía luchar o defenderse a diferencia de las ciudades fronterizas. Cuando fue sometida, logró comunicarse con su tutor quien comenzó a urdir un plan para rescatarla no sólo con las tropas del palacio imperial, si no con su familia, su padre, líder del consejo de criaturas sobrenaturales al revelar que la joven tenía la marca del dragón n***o. Gracias a ese movimiento astuto, el consejo no pudo mantenerse al margen ya que esa marca vinculaba a uno de los suyos con una humana, una princesa imperial. Además, que existía la profecía sobre que llegaría alguien para unificar a las razas. Si bien, solo los más ancianos y antiguos conocían la profecía, era muy real para ellos y no podían descuidar el escenario que se les presentaba. Una oportunidad para todos de demostrar a los dioses que podían convivir en paz y no como parias escondidos en los bosques y montañas mientras los humanos les seguían quitando terrenos y destruyendo sus hogares sin saberlo ya que no podían mostrarse a los humanos por voluntad propia. Drage resopló antes de caminar hacia la salida haciendo un gesto para que un círculo mágico apareciera en la entrada posterior. - Aprendí mi lección - dijo divertido al ver sus expresiones de sorpresa al ver como el círculo bloqueaba el interior de la cueva - ¿Pueden bajar la montaña por sus pies o debo bajarlos yo? - les preguntó a los caballeros. - Está anocheciendo...- dijo uno por lo que Drage resopló - Dos viajes...- informó - 2 en mis manos, 5 en mi espalda...- los caballeros obedecieron agarrándose fuerte - Ustedes, aquí. Con un salto extendió las alas y descendió con rapidez para dejarlos en el suelo cerca de los caballos. Regresó e hizo lo mismo con el siguiente grupo. Se rio ronco cuando vio que algunos vomitaban y se tambaleaban cuando los dejaba en el suelo. - Lleguen con bien, caballeros. Espero contarlos a todos cuando volvamos a vernos- les dijo y alzó el vuelo. Al llegar a la planicie frente a la entrada de su cueva miró a los dos hombres y suspiró. - A mi espalda...- ordenó bajando la cabeza para dejarlos subir - espero que hayan tenido clases de vuelo. Necesitamos llegar al amanecer...Volaré rápido... - Padre nos enseñó...- dijo el elfo - En teoría... - La teoría no tiene que ver con la práctica, elfo...- le dijo activando la barrera exterior de su cueva - Sujeta mis escamas y baja el torso para cortar el viento... - Ok, pero....¡Ahhhh! ¡No estaba listo! - gritó Thalias cuando el dragón saltó al vacío y se escuchó su risa divertida al igual que la del anciano. - ¡Es genial! - escucharon al hombre mayor gritar alegre como un niño pequeño antes de tomar la dirección al bosque sagrado.
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