El día de la gala llegó más rápido de lo que esperaba. Mis manos temblaban mientras me preparaba frente al espejo, luchando por domar los nervios. Llevaba un vestido n***o de corte elegante que Alejandro había escogido para mí. Una parte de mí deseaba que él estuviera allí para atravesar la noche a mi lado, pero la otra entendía que, para jugar en el mismo tablero que Blanca y Zouse, tendría que aprender a sostenerme sola. Al salir de mi apartamento, me encontré con Zouse esperándome junto a un auto n***o reluciente. Llevaba un traje oscuro, impecable, y su sonrisa tenía ese toque de arrogancia que siempre lograba irritarme. Me ofreció el brazo con una reverencia exagerada. —Anny, estás impresionante —me dijo, repasándome de pies a cabeza con una mirada descarada. —Gracias, Zouse. —Tomé

