Liam se sentía en peligro al conocer esos sentimientos que aunque era la primera vez que los experimentaba, los conocía a la perfección, conocía los síntomas, esos que le hacían perderse en el color miel de esos ojos y en esos rizos.
La castaña tenía esa carita tan angelical, que a simple vista parecía de porcelana, le daba la tentación de acariciarla y dejarle besos mientras recorriera desde su cuello asta llegar a la comisura de sus labios.
Es que se había perdido en cada parte de ella, pensaba en sus labios de un color rosa tierno a causa de que ella siempre los mordía, la manera en que ella arrugaba la nariz cuando algo no le gustaba.
Él observaba cada detalle de ella, de como disfruta de cada comida que su plato favorito eran las tortas mixtas gracias a una conversación que escucho.
Sabía que era buena en lucha y que tocaba la guitarra, ya que ella tenía una en su habitación.
Admiraba la manera en que ella se volvió salvaje para defender a su amiga, se sorprendió por la paciencia que tenía para enseñar a su hermano, se llenó de celos al ver que Dorado podía sentir sus manos cuando él deseaba tomarla mientras caminaban.
Y es que desde que llego ese sentimiento creció en él, ver que alguien podía verla sin temor y tocarla sin que su padre quisiera estrangular, le llenaba de celos y eso que no eran nada que apenas y cruzaban palabras que apenas y tenía tres días.
Es que él se volvía tímido ante ella cuando siempre se presentaba con confianza.
Sentía celos y envidia de lo unido que era esa familia, de lo amorosa que era Lucia con sus hijos, tal vez por esa razón él se sentía cómodo con ella, ya que le recordaba a su madre.
Sentía envidia de la señora Margaret, por el hecho de que ella podía reír junto a la castaña mientras él solo observaba de lejos.
Deseo que en el pasado su padre hubiera cuidado, así como Ángel cuidaba de su hija para que él ni le hiciera daño ni le rompiera el corazón.
Deseo que su padre fuera unido como lo era Ángel con Gabriel.
Sin embargo, su padre siempre fue distante, siempre metido en el trabajo.
—Mis ojos también son hermosos.
Dijo Lucia haciendo un puchero, ya que había escuchado cuando su esposo llamo, adonis a Liam.
Pestañeo repetidas veces para que este viera sus ojos negros.
—Por supuesto que son hermosos mi fénix, son dos perlas de fino brillo, mi bella esposa que siempre me hace suspirar, son perlas negras como la profundidad del mar.
Los dos se unieron en un beso, ignorando que Liam observaba, el cual carraspeo para llamar su atención. — gracias por el show. —Dije dándose la vuelta. — Feliz noche.
Liam subió la gradas recordando si alguna vez su padre le dijo algo así de hermoso a su madre.
Cuando llego al segundo piso choco con la castaña, quien caminaba a toda prisa al no encontrar a su amiga.
—¿Has visto a Lía?. —Pregunto, a lo que él solo negó, perdiéndose en ese olor a chocolate con coco, que su cabello dejaba al momento de bailar por sus pasos.
Ella siguió su camino en busca de su amiga.
—Deja de asustarlo con tus amenazas cariño, cada vez que te ve parece que se paraliza.
— Se asusta porque sabe que lo observo, ya lo he cachado viendo a nuestra princesa. — Dijo Ángel lleno de celos.
—Cariño, ya no es una bebe a la que siempre tienes que cuidar.
—Para mí siempre lo será.
Lucia sonrió sabiendo que Liam no la iba a tener fácil, su esposo era muy protector con su hija.
—¿Amalia? —Escucharon la voz de su hija, que bajaba las gradas a toda prisa. —Han visto a Lía, no está en mi habitación ni en el baño.
—No. — Negaron confundidos.
—Y ¿si se fue?. — pregunto la castaña un poco asustada. — Si quiso detener a su madre, que tal si ese hombre quiere tomar represarías contra ella.
Los padres de la castaña se miraron sintiendo temor de que en verdad la chica se haya ido.
—Despertaré a Gabriel.
Con eso subió las gradas encontrando a Liam de pie al final de esta escuchando lo que pasaba, entro a toda prisa en la habitación de su hermano cuando estaba por llamarlo, se dio cuenta de que junto a él estaba su amiga quien dormía muy cómodamente.
Bajo al primer piso sintiendo un gran alivio de que su amiga estuviera ahí junto a su hermano y no buscando a esa mujer que no se comportaba como una verdadera madre.
—Está bien iré a buscarla solo. —Dijo su padre tomando las llaves.
—No es necesario padre. — ella les dio una sonrisa y coloco la mano en su corazón sintiendo como este disminuía sus latidos. —Está con Gabriel.
Los tres subieron al segundo piso abriendo con cuidado la puerta para observar como Gabriel abrazaba a la frágil Amalia, ella estaba hundida en su pecho, aquel rostro que había estado contraído hoy estaba relajado.
Era normal que Gabriel se comportara tan cariñoso y que cuidara de ella, ya que crecieron juntos era como otra hermana para él.
Oh, eso era lo que Ángel creía.
—Ella sí puede, ¿pero yo no?. —Menciono Liam sobre Ángel observando a la pareja que no se daba cuenta de que los observaban.
Ángel tenía una sonrisa de ver que su hijo siempre cuidaba de ellas, se sentía orgulloso de saber que lo había educado bien.
Al escuchar a Liam, su cuerpo se tensó y asta la sonrosa se le borró, dio media vuelta y le dio un zape en la cabeza, igual como lo hacía su abuela con él.
—Muchacho irrespetuoso. —Dijo
Lucia soltó una sonora carcajada por el valor del muchacho, como se atrevía a decir algo así frente a su esposo.
Ángel quería darle una lección por la falta de respeto.
Liam reía al ver como Ángel trataba de darle otro golpe. —Solo fue una broma, quería ver su reacción. —Aunque podía ver el enojo de Ángel, él estaba disfrutando de los forcejeos y la risa de Lucia era demasiado contagiosa.
En cambio, Angie estaba sudando de las manos y sentía como su cuerpo se calentaba por la mención de estar en los brazos de él, no era normal que a ella le afectara estar cerca de un hombre o la mención de algo más íntimo, sin embargo, Liam la alborotaba desde los pies asta la cabeza.
Lucia reía más, ya que Liam la tomo como escudo ante la insistencia de Ángel de querer darle una lección.
Si bien las palabras le salieron, ni siquiera lo había pensado, fue algo tan espontáneo que se arrepintió de no poder controlar sus pensamientos y su boca.
Ángel ya no era un joven y al haber pasado por esa edad sabia que no era ni una bromita lo que Liam dijo, Liam por más que negara, él sentía algo por la castaña y Ángel lo vio desde el primer momento, ya que era la misma mirada, esa que él alguna vez tuvo.
—Cariño, no hagas eso, sabes lo helado que es el establo. — Ángel quería de verdad reprender a Liam, quería castigarlo por tener ese valor de hablarle de esa manera, por esa bromita de mal gusto.
—Es mejor que duerma lejos de nuestra niña.
—Amor, Angie ya no es una niña.
—No digas eso, ella aún es una niña, por eso es mejor que los dos estén separados, te imaginas si él, si ella ni lo quiero pensar.
Lucia se sentía cansada de la actitud tan protectora que estaba tomando Ángel, estaba haciendo un berrinche por algo que no estaba pasando, no aún.
—Confía en nuestra hija amor.
—Confió en ella, no en él.
Lucia suspiro frustrada. — Amor lo estás tratando como un delincuente.
—No es cierto, solo cuido de nuestra princesa.
—Dios Ángel, que ya no es una niña, ya no es una bebe a la que tienes que estar pendiente por cada paso que da.
Acepta que ya creció y que en algún momento se tiene que enamorar.
—No, sobre mi cadáver.
—Está bien, eso es lo que deseas, muy bien. —Dijo Lucia colocándose ambas manos en la cintura. —Si haces que Liam duerma en el establo, tú iras a dormir con él y no volverás a nuestra cama asta que dejes de hacer berrinche.
Ángel solo quería evitar que pasara algo entre su hija y el joven, pero su esposa parecía que no quería evitar, al contrario, parecía que le daba permiso a Liam.
—Sabes algo, ¿no es así?. —Pregunto él buscando algo en los ojos de su esposa. —¿has tenido otro sueño?.
—No, desde hace años que no tengo sueños, solo que estás haciendo demasiado drama, has educado bien a nuestra hija, confía en ella.
—¿Por qué te agrada ese muchacho?. — Pregunto Ángel más atento a la conversación.
—¿Por qué no te agrada?. — Respondió con otra pregunta.
Ángel no contestó, solo se imaginó que su hija, su niña, su beba ya no necesitaría de él.
—No habrá nada de nada si sigues así.
Lucia dejo solo a su esposo y busco al joven que estaba en la habitación que le había dado, él miraba el techo, aún sonreía por lo tonto que había sido.
—¿Puedo pasar?. —Pregunto Lucia con un pequeño toque.
Liam levantó la cabeza para verla y asintió.
—Solo se preocupa por sus hijos, nada de que temer.
—Oh, no tengo miedo, me he enfrentado a peores padres.
—Te refieres a los padres de los jóvenes que embistes al hospital o suegros.
Liam comenzó a reír. — A los padres de los idiotas que mande al hospital.
—Liam, ¿crees en la reencarnación?.
—¿Por qué?
—Curiosidad.
—He dejado de creer en muchas cosas.
—Pero crees en el amor a primera vista.
Liam se sentó para verla mejor, ya que no sabía hacia donde iba esa conversación.
—No escondas ese que sientes, deja que fulla como el agua, cuando alguien es para ti la vuelves a encontrar en todas las vidas.
—y ¿qué piensa que siento?.
—Tú dime, ¿qué es lo que sientes?. —Lucia se sentó junto a él. — ¿algo cambio?.
—Es difícil ocultarlo, ¿no es así?. — Era por demás negar lo que sentía. — Es así el amor a primera vista, es así como se siente que te deja sin aliento y que quieres tomarla y reclamarla como tuya.
Lucia sonrió al saber que esas palabras «no estoy interesado», solo era una máscara para los verdaderos sentimientos.
—No sabía que podía sentir celos, lo peor es sentirme entre la espada y la pared, considero que es mejor que vuelva a casa.
—Claro que no, estas donde debes estar solo vive el día a día, disfruta de la compañía, estudia y sueña en grande.
Con eso Lucia salió de la habitación. — El secreto está en dejarlo fluir y que simplemente ocurra.