Capítulo 7

1749 Palabras
Liam se encontraba en la parte trasera de la casa, donde años atrás había sido un gallinero, ahora era un jardín, estaba lleno de todo tipo de rosas y flores, también había un árbol que Angie sembró a causa de un trabajo en su escuela. Saco una caja de cigarrillos, tomo uno y lo prendió, sintió lo helado de la noche, recorrer todo su cuerpo, llenando sus pulmones con el humo, cerró los ojos y lo dejo escapar por la nariz. —¿Qué haces aquí?. —Amalia estaba de pie frente a Liam, quien aún tenía serrado los ojos y no la escucho llegar. —Maldita sea, que manía tienes las personas de aquí de asustar a los demás. —con los demás se refería a él, observo a la chica quien vestía un pantalón holgado al igual que una camisa, lo extraño que vio Liam eran sus pies, ya que no usaba zapatos, razón por la que no la escucho llegar. — ¿Qué haces a estas horas aquí?. —Pregunto él mirando al rededor, asegurándose que no estuviera otra persona más ahí afuera y le diera otro susto. Amalia quería contener el llanto, se sentía avergonzada por lo que aquel hombre le hizo. Después de dormir, por llorar tanto, despertó a media noche decidida a contarle a su madre. Aquella mujer que le dio la vida no creyó en ni una de sus palabras a pesar de tener la prueba en sus ojos. “Lo hicisteis tu sola para separarme de él”, fue la respuesta que ella dio siega por aquel hombre. Estaba pasada de copas, pensó Amalia, por eso no creía en sus palabras, la madre de Amalia se transformaba en otra persona cuando tomaba. Al escuchar que su madre llamaba aquel hombre decidió irse de la casa, no tuvo tiempo de nada por el miedo, salió corriendo y busco a la única persona que sabía que le podía ayudar, Lucia, la madre de su mejor amiga. —Esta… —Su llanto salió y fue difícil pronunciar las siguientes palabras. —Esta… Cuando Liam vio lo mal que se encontraba la chica, la ayudo a entrar y le dio un vaso de agua. —¿Qué tienes?, ¿te hicieron algo?. —Preguntó preocupado considerando lo peor, al ver que la chica aún seguía llorando al punto de temblar comenzó a gritar. —¡Angie! — grito una y otra vez con fuerza, Amalia seguía repitiendo lo que aquel hombre le hizo su cabeza, era un caos, ella lloraba por enojo, por miedo, por vergüenza e impotencia. La castaña al escuchar los gritos de Liam con aquel tono desesperado se puso de pie y corrió siguiendo de dónde provenía la voz, no solo ella se despertó, también la señora Margaret y Gabriel. —¿Por qué esos gritos?, dijo la viejita saliendo de su habitación. —ya estoy muy vieja para estos escándalos. Vio a Amalia en aquel estado y también se preocupó, comenzó a encender la luz de la sala para ver mejor. —Lía cariño, ¿qué te sucede?. Su voz sonó tan preocupada que Amalia comenzó a llorar con más fuerza. —¿qué sucede?. —en ese momento Angie junto a Gabriel llegaron a la sala con el corazón acelerado, acostumbrándose a la luz, cuando vio a su amiga, al igual que todos se preocupó. Amalia era de esas personas que siempre sonreían, era extraño verla seria o apagada, su sonrisa y carisma llamaba la atención de todos, que le había pasado para que estuviera en ese estado. Amalia corrió a sus brazos contando lo que le había pasado a llegar a casa, pero ninguno de los presentes entendía ni una sola palabra. Le dieron tiempo para que se calmara, así hablara con más calma. —Voy a matar a ese maldito degenerado, si te vuelve a poner un dedo encima te juro que lo mato. — cuando Amalia por fin logro hablar, los presentes se sorprendieron. Excepto Angie, quien conocía toda la historia desde un principio, sabía sobre como aquel hombre la humillaba y la utilizaba como esclava. —Tengo ganas de matarte a ti, te dije que no dejara que te humillara, de esa manera le diste el poder de manipularte a su antojo, le diste el permiso para esto. Angie estaba hecha furia, en varias ocasiones le aconsejo a su amiga que parara con ser una hija buena ante su madre fingiendo que aquel hombre era bueno cuando en realidad la trataba como basura. Liam estaba sonrojado por sus pensamientos, Angie se encontraba solo con una camisa, no llevaba sostén y esta apenas y le cubría. Gabriel comenzó a molestarse al ver como Liam no tenía vergüenza de observar a su hermana de esa manera en frente de todos. Entro a la habitación de su abuela y busco algo con lo que su hermana se cubriera y Liam dejara de verla como si fuera un postre al que está dispuesto a comérselo de un solo bocado. —Cuando lo veo le voy a partir toda su… —Amalia abre la puerta, sé que estás ahí adentro. — Los golpes en la puerta y los gritos interrumpieron a la castaña. —Abre en este instaste o te atienes a las consecuencias. Angie miró a su amiga quien perdió el color en ese momento, luego a su abuela quien estaba igual de molesta y no lo podía ocultar. —No abras. — suplico su amiga. —Angie —La llamo su hermano. —Cúbrete — sus ojos estaban asta pequeña de lo molesto que se encontraba, su rostro también estaba rojo. Angie se puso unos pantalones que eran de su madre, camino a la puerta decidida a encarar a la madre de Amalia. —abre mocosa, abre o soy capaz de tirar la puerta. —Tirela a ver como le va. — contesto la castaña abriendo la puerta. —¿qué quiere?. —contesto exasperada. —Desde un principio sabía que esa conducta de mi hija era gracias a ti. Angie sonrió con indignación, se llevó la mano al pecho fingiendo que sus palabras la habían golpeado. —Mire, señora Carmen, con todo el respeto que se merece me importa una reverenda mierda quien es la causante de la conducta de su hija. —Angie, ese vocabulario. —dijo su abuela sorprendida dando el grito al cielo, Angie no era de decir tantas malas palabras, frente a ella, claro, pero su enojo estaba rebalsando sus límites. Angie conocía la historia de su madre y saber que un hombre abusador estaba tan cerca le daba asco y por esa razón estaba que mataba. —No abuela, en este momento el vocabulario me lo paso… — Mama y papá vienen en camino, les mandé mensajes sobre lo que paso, también llamaron a la policía y al servicio de protección a menores, ya que Amalia aún no cumple los 18 años. Mintió Gabriel mostrando su celular, si había enviado mensaje a sus padres, pero no le había detallado lo que paso, solo quería que la madre de Amalia se fuera y que su hermana se tranquilizara. —¿qué podrán hacer ellos? — dijo la señora con burla. —solo corregimos a una mocosa malcriada. Angie estaba a punto de hablar cuando él apareció del costado de la casa. —¿dónde está tu hija? — pregunto él queriendo ver sobre el hombro de Angie. —¿piensas dejar que ella te manipule?. —Manipular es en serio, con esa basura se deja convencer — dijo Angie aún más molesta. — ella es su hija, su sangre, como es posible que le dé la espalda a la persona que le dio la vida y le crea a este ser tan despreciable. —te dije que esta jovencita era una mala influencia y nunca escuchasteis mis palabras. — hablo él viendo a Angie como poca cosa. —Lárguense de mi casa, los dos me dan asco, si se vuelve acerar a Lía y le vuelve a poner una mano encima le voy a romper esa sonrisa de estúpido. Rubén sonreía imaginando en las agallas de esa niña para hablarle de esa manera, siempre que la miraba opinaba que sería igual de estúpida que Amelia, pero en ese momento se dio cuenta de que solo la carita tenía de ángel. Dio unos pasos hacia al frente con la intención de intimidarla, conocedor de que solo vivía ella, su abuela y su hermano pequeño, no tenía idea que Liam se encontraba en la sala junto a Amelia que estaba temblando de miedo, él escuchaba la discusión que ellos tenían sorprendido en verdad esa chica era una joyita y tenía la curiosidad de saber más sobre ella. —¡Le dije que se largue de mi casa!. —Grito Angie al ver que el hombre se acercaba más a ella. —¿oh qué?. —pregunto él con burla, al escuchar lo más cerca que estaba la voz, Liam salió de la sala hacia la puerta de enfrente, sin embargo, lo que sus ojos vieron lo dejaron cautivado. La castaña estampó su puño en el rostro de aquel hombre mandándolo al suelo —Maldito imbécil — grito con un quejido su mano dolida y pensó que se había roto algún dedo. —La policía está en camino. —Dijo la madre de Amelia queriendo levantar al hombre. Gabriel llamaba con desesperación a sus padres y la abuela se sostenía de la pared, sentía que la presión se le había bajado y comenzó a sentirse mareada. —Esto no se va a quedar así bastarda. —Aquel hombre salió junto a la madre de Amalia sangrando de la nariz, sintiendo como aquella niña lo había humillado. Liam sintió que se había enamorado de aquella castaña, lo que había tratado de evitar estaba sucediendo, él tenía curiosidad de saber todo sobre ella, quería perderse en esos ojos miel que en ese momento estaban llenos de enojo, quería besar esa boca con la que maldecía, tocar esos risos que la hacían ver como un ángel. “Dios estoy perdido” pensó perdido en sus pensamientos morbosos. Era la manera de verse tan tierna y ser una fiera, eso de ignorar su presencia y seducirlo a su manera un día y ya lo tenía a sus pies. —Recuérdame nunca hacerla enojar. — le susurro a Gabriel mientras tomaba a la señora Margaret y la sentaban en la silla.
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