Era un bucle, un sueño que se repetía constantemente, hace tiempo que ya no tenía ese sueño.
Miraba a su padre sobre una moto conduciendo por una ciudad que ella nunca había visto, él iba a una velocidad a la que ella le tenía miedo cruzándose los carros y los semáforos sin importar en que color estuviera.
Siempre era el mismo sueño, aunque esta vez algo había cambiado, ella era quien iba conduciendo sintiendo el torbellino de los sentimientos arrasando con todo.
Nunca había sentido algo como eso, ni siquiera cuando Elijan le dio la espalda o cuando su abuelo falleció, ese era una mezcla que la sentía como muerte.
Desde pequeña tenía ese sueño, lepidio a su padre no usar la moto que su madre y su padrino le regalaron, ya que tenía miedo que se cumpliera, cuando se detuvo imagino que su padre ya no estaba en peligro.
Sin embargo, ese no era su padre, aunque tuviera el mismo color de ojos, el mismo cabello castaño, la misma forma de unir la cejas, ese hombre tendría veintitantos años de edad.
¿Quién era?, entonces.
Si ese sueño volvía, era un mensaje, lo sabía.
Al final una luz y el viaje terminaba.
Lucia y Ángel respiraron aliviados al escuchar las noticias del estado sé su hija. “Es un milagro que el hierro no dañara ningún órgano”, le dijo el doctor, quien estuvo en la cirugía.
“Estará con medicamento para evitar algún tipo de infección por el moho del objeto oxidado”.
Liam sonrió al saber que aquella joven logro salir con bien.
“Es posible que el golpe en la cabeza la dejara con jaqueca por varios días”
Su corazón volvía a latir, el susto que se llevó al ver a su hija en ese estado lo estaba derrumbando.
—La tendremos en observación para asegurarnos que no rechace los medicamentos, cuando sea trasladada para la otra habitación se les informará.
El Doctor junto a la enfermera siguieron su camino, dejando a la familia más tranquila.
Liam volvió a sentarse, no importaba cuanto pasara, él solo quería esperar y así verla, Ángel se acercó a él y le toco el hombre.
—Ven, vamos a que te curen esos goles.
Elijan se quedó sentado mientras que su padre se marchaba con los esposos y Liam.
Si antes Angie le negó el perdón, no podría esperar que deseara verlo, su tío le prohibió su cercanía y su padre estaba decepcionado de él.
Se lo merecía y lo sabía, merecía que Ángel lo quisiera lejos de su hija, ya que él jamás demostró ser digno de la amistad que ella le daba.
Camino a la salida su moto estaba estacionada no muy lejos de la entrada con la llave, aun en ella se conformó con saber que su ex amiga se encontraba bien.
Gabriel bromeaba con Amalia, por el hecho de que la joven se encontraba apagada, su madre la había abandonado por decirlo así y su amiga estaba siendo atendida.
Él trataba de hacerla reír con sus ocurrencias y sus bromas.
—¡Gabriel!. —Se quejó ella al ser mordida por el chico. —Te voy a arrancar todos los dientes, ¡me dolió!.
Se subió la manga y se vio la dentadura del chico marcada en el hombro.
Gabriel solo sonrió y miro a las personas que entraban y salían de la sala donde ellos se encontraban, la mayoría era por lecciones leves, nada de gravedad, un mal golpe, una mala caiga, alguna quemadura, una herida no tan grave como la de él y otras cosas.
Amalia aprovechó que él estaba distraído y se lanzó a su hombro con la boca abierta, Gabriel se quejó, ya que la chica no tuvo piedad de morderlo.
Le tapo la nariz para que esta lo soltara, Amalia comenzó a reír, puesto que sabía que ella no ponía cierto límite en atacarlo.
Su risa se escuchó al sonido de un puerco y los dos comenzaron a reír más por ese sonido.
—Vaya, ¡veo que estás bien!. —Le dijo su padre al llegar junto a ellos.
Amalia hizo un gesto de limpiarse la nariz, haciendo un movimiento desde abajo hacia arriba, aun riendo, sacando el mismo sonido de puerco.
Gabriel se sobaba el hombro de seguro, le saco sangre con la fuerza que ella empleó.
—Me colocaron analgésico. —Dijo Gabriel. —¿Cómo está, Angie?.
Dejo aún lado la sonrisa al igual que Amalia.
Sus padres le explicaron todo lo que dijo el Doctor, Gabriel sabía que su hermana saldría de eso, ella era fuerte, ella siempre cuidaba de él, cómo la hermana mayor que era.
—Será mejor que lleve los niños a casa, mama estará preocupada. —Dijo Lucia mirando a todos. —A demás no podemos quedarnos todos aquí.
—Yo no pienso irme. —Dijo Liam.
Ángel lo miro y sonrió, es que ese joven que más podía hacer para demostrarle que en verdad sentía cosas por su hija.
—Ve con ellos cámbiate y regresas, luego iré yo mientras tú te quedas.
Le sugirió él.
—A demás necesitas bañarte, eres el único que no se bañó.
Le dijo Amalia. —Yo hace rato que te siento un mal olor, como a chacalín.
Ángel y Lucia rieron por la boca de la joven, Liam levanto el brazo y comenzó a olerse la verdad que él no sentía que oliera mal, aunque no se bañó, tomo unas toallas mojadas y se limpió con ellas.
—Vamos, Liam, no quieres que Angie te encuentre con esas ropas cuando despierte. —Lucia sabia cuál era el punto débil de Liam.
Ya lo una ves uso es táctica y funciono.
—Mmmmm. —Dijo Amalia con sus pensamientos llenos de morbo. — cuñado.
—Aún no. —Contesto Ángel. —Tendrá que esforzarse.
—Me parece bien papá, que no crea que le voy a entregar a mi hermana solo porque la salvo hoy. —Gabriel levantó el brazo y con el dedo índice y el de en medio se lo coloco frente a los ojos. —Te estaré observando.
Liam se sintió expuesto y descubierto, es que era tan obvio los sentimientos de él hacia la castaña, acaso todos se lo harían más difícil.
Él no se atrevía ni siquiera a hablarle, si con tenerla cerca se detenía el mundo apenas y podía verla sin quedar mudo por falta del aire.
—Aquí están, los he buscado.
La enfermera que atendió a Angie, la misma a la que Liam le pregunto sobre ella, llego con una bolsa. —Están son las pertenencias de la joven. —Se las entrego y se marchó.
Lucia tomo la bolsa y la abrió, en ella se encontraba el chor de su hija, los zapatos, los calcetines, la ropa interior, su celular, una cadena y aquella camisa llena de sangre.
Lo único que saco de la bolsa fue la cadena y el celular, los guardo en la su bolsa trasera.
Lucia espero que el suero que tenía su hijo terminara y que una enfermera limpiara las heridas de Liam, Edgar regreso al ver que su hijo no lo seguía, se disculpó con Ángel y le hizo saber que luego lo buscaría.
Se dio cuenta de que su hijo se había marchado, lo llamo sin respuesta marco a su esposa, quien no sabía qué hacer ellas estaba con la señora Margaret y no podía dejarla sola a esas horas de la noche.
Le preocupaba su hijo, lloraba al saber lo que había ocasionado, se arrepintió de hablar mal de los gustos de su hermana, se quejaba, ya que su hermana siempre se fijaba en hombres agresivos, problemáticos y su hijo se estaba convirtiendo en uno.
“Que esa legua te castigue”, recordó que le dijo en su última discusión.
Caminaba de un lado a otro sin saber qué hacer, ella no podía dejar sola a la señora Margaret con la edad y el estado de su salud que con el tiempo se iba dete orando.
Tampoco podría ignorar que su hijo no contestaba y que no sabían donde estaba.
Elijan solo quería estar en la comodidad de su casa sobre su cama, así que decidió volver a su hogar, de donde no debió salir nunca.
Sé, prometió enserarse para no causar más daño a la joven castaña.
—Vaya, te ves bien en esta foto. —Lucia revisaba el celular de su hija, aunque había aplicaciones que tenían clave, la galería no estaba bloqueada.
Liam conducía ya que Lucia no se sentía con ánimos, miraba la calle pensando en la castaña, él no quería dejarla, pero tenían razón, no podía estar con la misma ropa cuando ella despertara.
Miro de reojo, la foto era donde estaban los dos sonriendo, Lucia no mentía esa foto, estaba hermosa con los árboles detrás de ello mostrando la belleza del bosque, la sonrisa de ella era una obra exclusiva solo para él.
Lucia siguió viendo las fotos, mostrándoselas a Amalia y a Gabriel, quienes le pidieron que se las pasara.
Liam sintió como su celular vibraba en el bolsillo de su pantalón. —También te las mandé. —Le dijo ella.
Llegaron de madrugada a casa cuando el sol ya estaba saliendo, Liam estaba demasiado cansado, todos se quedaron dormidos en el camino y él hizo el enorme esfuerzo por no caer y tener un accidente.
—Señora Lucia. —Le dijo tocándole el hombro. —llegamos.
—De verdad, qué rápido.
Lucia dormir todo el camino, así que no sintió la distancia, no como la sintió Liam.
Liam ayudó a Gabriel a llegar a casa sin apoyar el pie en el suelo, fue el primero en darse un baño y dormir antes de volver a irse.
Antes de dormir le llamo a Ángel para saber como estaba Angie, le informo que estaría unas horas mientras descansaba.
Antes de ella su vida era estar en problemas, ocasionando desorden en lugares públicos, mandando al hospital a quienes se lo merecían.
En ese momento ella era su problema por el hecho de sentirse que ella llenaba un vacío dentro de él, soñó con ella, la sonó caer en esa quebrada bañada de sangre sin pulso en su muñeca.
Sabía que solo era un sueño, pero lo sintió tan real, sintió ese miedo de perderla y de sentir otra vez el vacío que ella llenaba.
Escucho la alarma y sin decir nada volvió al hospital, el camino era largo y esta vez estaría solo, sin embargo, por ella iría asta otro planeta si era necesario, Ángel dormía en un sillón cuando llego Liam con comida.
Después de risas fueron llantos y ahora solo estaban a la espera de lo que pasaría, Angie estaba bien aunque aún estaba sedada.
—Hola de nuevo. —La enfermera quien los atendió paso junto a ellos a la hora de su salida. — Esto es para el señor Ángel. —Le entrego una bolsa con comida. — Veo que no aguanto más el sueño.
—Sí, ha sido una noche muy larga.
—Así es para todos los que tienen un familiar en un hospital, su novia está bien, no todos corren con la misma suerte.
—¡Mi novia!, si ella está bien.
—Debe ser bonito tener un suegro que te quiera. —Comento ella. —Mis suegros me odian.
Sonrió a pesar de sus palabras.
—Bueno, aún no lo es.
—¿Cómo?, lo dices por qué aún no están casados.
—No… bueno… es complicado.
—Complicado es no ser aceptada por la familia del hombre que amas, tiene mucha suerte que sus suegros apoyen su relación, ella está joven para estar acompañada.
Liam se sentía confundido, porque esa enfermera pensaba que el y la castaña estaban juntos.
Acaso Ángel había hablado con ella, acaso él le menciono algo para que ella creyera de esa manera.
—Veo que estuvieron charlando. —Dijo Liam, tratando de quitar el rostro de confusión que tenía hace unos momentos.
—Sí, cruzamos unas cuantas palabras a la hora del almuerzo, está orgulloso de saber que su hija está con el hombre que la ama, que haría cualquier cosa por ella. —La enfermera no tenía idea de que aquellas palabras serían un motor para Liam. —la manera en que habla de usted es especial, como desearía que mis suegros me quisieran, aunque sea un poco.
—No lo sabía, la verdad es que comenzamos mal, él no se fiaba de mí.
—Aún no me fio. —Ángel tenía los ojos cerrados al escuchar las voces, muy cerca escucho un poco la conversación. —Te tendré a prueba, no crea que tienes el terreno ganado.
La enfermera rio. —Los dejo mi turno termino, ya verán que la joven saldrá bien. —Se despidió y salió de la sala de espera.
—¿Lo pudo llamar suegro?. —Bromeo Liam.
—No.
Ángel se puso de pie y se estiró un poco.
—Suegrito, papá, ¿cómo le gustaría?.
Ángel se dio la vuelta mirándolo con una mirada retadora.
—¿Deseas que te empareje el otro ojo?.
—Solo bromeaba, suegro.
Ángel solo le apunto con el dedo, estuvo por decir algo pero se arrepintió.
—Le traje comida, no sabía que ella le traería.
Levanto la bolsa que con comida que le dio la enfermera y la que compro en el camino.
Ángel comió y fue su turno de volver a casa, los doctores les informaron que la joven estaba mejor, que el siguiente día la moverían de habitación.
Ella seguía con los mismos sueños mientras la anestesia estaba en su cuerpo, aquel sueño se repetía una y otra vez.
No era su padre, estaba segura.
Quería abrir los ojos, susurraba por el frío que sentía sin saber a donde estaba, sentía que los labios se le agrietaban por falta de agua.
¿Dónde estaba?, ¿qué lugar era ese?.
Era un sitio oscuro, un sitio frío donde nunca había estado.
Sentía su cuerpo pesado al mismo tiempo que se sacudía a causa del frío, los ojos no respondían a pesar del esfuerzo que hacía por abrirlos.
Dejo de esforzarse cuando sintió que su cuerpo poco a poco se calentaba.
Liam esperaba que las horas pasaran mirando las fotos que Lucia le envió, su padre se enteró de lo sucedido por boca de Edgar.
—¡hijo!. —Dijo al verlo, quiso abrazarlo, pero Liam coloco la mano frente a él para detenerlo. — Edgar me explico lo que le sucedió a la hija de Ángel.
Liam no dijo nada, no estaba acostumbrado a tener una conversación decente con su padre, una donde no se escuchara sus gritos.
—Al parecer no puedes huir de los problemas.
Aquello le molesto al joven.
—¿qué haces aquí?. —Subió su tono de voz.
—Estaba preocupado por ti.
—Pues no lo pareces.
Su padre siempre suponía que Liam era el que causaba los problemas, quien los buscaba y a pesar de que Edgar le hablara sobre lo que paso, él suponía que él buscaba los problemas.
—Esfuérzate por demostrarlo.