Capitulo 3 - Puntos claros.

4104 Palabras
  Todos alrededor de la mesa se levantan, aplauden al escuchar el anuncio del compromiso, Roy solo me mira fijamente. Suelta con lentitud mi cadena y de pronto su sonrisa se esfuma de la boca, toma mi mano y me encamina hasta una de las sillas, aturdida tomo asiento, él hace lo mismo a mi lado. Mi vista encontrando a papá, me mira y cabizbajo sonríe, para no preocuparle hago lo mismo. El rubio, el cual su nombre es Federico me mira, una sonrisa expandiéndose en sus labios, el chico de cabello castaño me observa de lejos, lo sé, porque sentía tanta presión, que al voltear su mirada estaba en mí, me sonríe y yo hago lo mismo. Al voltear mi mirada, quisiera decir que mi ahora prometido sonríe, lo cual es todo lo contrario, su mirada fija al frente, observando a su padre, sus nudillos tornándose de un color blanco, eso me pone nerviosa, ¿Acaso será agresivo? ¿Cómo será su carácter? Espabilo y me concentro en el almuerzo. Unos cuantos sirvientes entran al lugar, todos colocan sobre la mesa cantidades de comida de todos los tipos, hay varias personas alrededor de la mesa la mayoría hombres, solo dos mujeres nos acompañan. – ¿Isabella? –mi mirada va hasta el señor Lehner. – ¿Si, dígame? –me sonríe y señala a dos hombres junto a papá. –Ellos son, mi hermano Lewis Lehner y mi cuñado Johann Bertoni, a tu lado está mi hermana Adalia de Vertony y la esposa de mi hermano; Janeth de Lehner –con un leve asentimiento y corta sonrisa les miro. –Luego está el hijo de mi hermana; Charles Vertony y uno de mis socios Paul –yaya enredo, pero asiento. – ¿Y yo suegrito?  La voz de una chica al lado de nosotros me hace voltear. La chica de piel morena y cabello platinado sonríe, camina hasta Federico, él sonriente le planta un beso sin importarles los demás. –Federico y Chanel ¿Podrían por favor ser más discretos? –ambos sonríen y ella se sienta a su lado. –Oh Dios, mira que hermoso cabello –me señala y sonríe. –Bebé ¿crees que me quede bien para mi cambio de look muy pronto? –Federico niega y hace puchero. –El platinado te queda precioso, mi amor –ella suelta una risita, yo no evito sonreír, son agradables. Un carraspeo a mi lado me hace voltear a mi lado izquierdo y la mirada de Roy esta sobre mí. Su mirada fija e intimidante me hacen llevar mi mirada al plato, todos comienzan a servirse yo ni siquiera sé por dónde comenzar. Todo se ve delicioso, a decir verdad, pero no tengo tanto apetito, con mis manos indecisas me doy por vencida de verdad no sé qué comer de esta enorme mesa. –Te recomiendo el cerdo asado y las papas al ajillo, es una maravilla el cómo lo preparan acá. Volteo para ver a la hermana del señor Román Lehner, ella me sonríe amistosa y asiento. En el momento que estoy por servirme las manos de Roy me detienen, él lo hace por mí, sirve en mi plato y lo coloca nuevamente frente a mí. Con mi voz baja le agradezco, comienzo a comerlo, de verdad que Adalia tenía razón esto es delicioso. Todos hablan de sus temas yo simplemente me pierdo en mi plato de comida, hasta papá es parte de esas conversaciones, yo solo me limito abrir la boca, no soy buena socializando, es una pérdida de tiempo de mi parte. – ¿Quieres algo de tomar? –escucho la voz de Roy muy cerca de mí y asiento. –Agua por favor. Él le pide a la chica que me recibió al llegar, que vierta agua en mi copa, ella se acerca con la jarra de vidrio y en el momento que se dispone a servir el agua, toda cae en mi vestido, logrando así que me levante de inmediato por lo fría que esta. – ¡Oh Dios! Que fría –intento secarme. –Lo, lo siento señorita Massón, fue un descuido de mi parte, de verdad déjeme ayudarle, yo, lo siento –un fuerte golpe a la mesa, mi corazón salta. – ¡Cállate, Ámbar! ¡Como siempre tú, tan descuidada! Veo a la chica totalmente aturdida por el grito de Roy. Ella deja la jarra sobre la mesa y sale corriendo. La tensión es tan clara en el lugar, nadie dice nada, veo que la novia de Federico se levanta y camina hasta mí. –Yo la llevare al baño, volvemos en un momento, con permiso. Toma mi mano y me saca del comedor, pasando un largo pasillo llegamos hasta el baño, entro y hago lo que debo hacer. Limpio mi vestido, tan solo fue agua, no comprendo porque el pelinegro actuó tan cruel, cualquier persona tiene un descuido, pobre de esa chica el recibir semejante grito frente a todos. Paso algo de papel secando para que la ropa fría por la humedad no me moleste, lavo mis manos y salgo del baño. Encuentro a Chanel de brazos cruzados y sonriendo. – ¿Todo bien? –asiento. –Gracias, solo fue agua –ríe y asintiendo toma mi mano. –Roy tiene un temperamento fuerte –comenta. –Si las cosas no salen perfectas como él quiere, se sale de sus cabales, el organizar este almuerzo fue algo que hizo con mucho cuidado, quizás por eso reacciono de esa manera, aunque no te creas, Ámbar no es una tierna borreguita... Así que Roy tienen mucho que ver con todo el almuerzo, aquello me hace esbozar una sonrisa, pero al escuchar unos pasos la esfumo rápidamente. – ¿Chicas? –la voz de mí, ahora prometido, se escucha y ambas volteamos. –Sí, Roy, acércate, ya Isabella termino de limpiarse –asiente y de boca cerrada le da una sonrisa. –Déjanos solos Chanel, mi hermano te espera –la morena sonríe y dándome una mirada de todo está bien, me preocupa más de lo normal. Él camina hasta mí, es alto, mucho diría yo, contextura delgada, pero es notorio que se mantiene en forma. Mis manos inquietas entrelazadas, mi vista al suelo, el carraspeo de él me hace subir la vista, sus grises observándome, relame sus labios y toma un suspiro. –Lamento lo que paso hace un momento. –E–Está bien, solo fue agua –asiente. –Quiero que sepas que solo soy amable contigo por papá, nunca estuve de acuerdo con este compromiso, solo hagamos lo que tengamos que hacer y aguantemos un año, ¿ok? –su voz neutra y firme, asiento. –Está bien, yo solo hago esto por mamá –me encojo de hombros. –Porque si no, créeme que jamás me comprometería con un hombre tan temperamental como tú –esbozo una sonrisa, él me mira fijo. –Porque en lo poco que hemos hablado, eso has demostrado ser, poca paciencia y temperamental –me guiña, chiteo. –Solo dejando algo claro, frente a nuestras familias corazones y ternura, pero a solas... – ¿A solas qué? –me corta de tajo, se acerca tanto, que mi espalda choca con la pared, mi mirada fija a la de él. –A… Solas… Simplemente alejados –levanta su mano, toma un mechón de mi cabello, comienza a jugar con él. –Compartiremos habitación, querida esposa. –No dejare a mi mamá, querido esposo. –Vivirás aquí en casa, conmigo. –Ni loca, no dejare a mi mamá sola, solo yo se los cuidados que necesita así que... –Así que nada, conseguiré la mejor enfermera del país, ni siquiera del país, del mundo entero –propone, yo le miro de hito a hito. –Para que le de los cuidados necesarios a tu mamá, así que no tienes por qué preocuparte, además tampoco es que es la cárcel, podrás pasar tiempo con ella, pero en la noche, mi esposa duerme conmigo. –Camas separadas, por favor –ríe un poco y niega. –Cama matrimonial, Isabella –me quedo muda, su manera de decir mi nombre me da un golpeteo en el pecho, es por la manera como lo dice, intenso. – ¿Lo tomas o lo dejas?  –No me tocas ni un mechón de mi cabello –le arrebato de sus dedos aquel con el que hace un momento jugaba. –Por qué en el momento que lo hagas, al otro día despertaras viendo tu espalda en vez de tu pecho –una risotada sale de su boca –Trato hecho. Siento unas ganas enormes de expulsar una pregunta que se pasea por mi mente desde hace un rato, aun con su cuerpo presionado al mío lo miro. –Roy... –me mira fijo, quizás le extraño que le hablara con tanta familiaridad. – ¿Quiénes saben de este acuerdo? –se separa de mí y me acomodo el vestido, él se da vuelta. –Me gusta cómo suena mi nombre saliendo de tus labios –frunzo el ceño, pero luego él carraspea y me observa. –Tu padre, mi padre, mi hermano Federico y Chanel, los empleados también, pero papá les pidió discreción y cero comentarios, mis otros familiares no viven acá, solo vinieron para el compromiso de su sobrino –asiento, ya veo el porqué de lo que dijo el señor Román. –Entiendo... –me mira por encima de su hombro. –Volvamos al almuerzo, Bella... –Ok... Tomamos camino nuevamente al comedor, yo detrás de él, en el momento de entrar vemos como todos aun charlan y ahora comen el postre, pastel de arándanos. Mi vista va hasta la sirvienta, Ámbar, no sé qué quiso decir Chanel con lo de que ella no es una tierna borreguita. La veo con la vista baja, sus ojos clavados en el suelo, una sirvienta un poco mayor coloca un plato delante de mí, apenada volteo y niego. –Lo siento, se ve muy delicioso, pero soy alérgica a los arándanos y frambuesas –sonriente lo retira. –Manón, tráele un trozo de pastel de queso –volteo y veo a Roy, la chica hace lo que le pide, él continúa comiendo de su pastel, tan tranquilo, tan llevado con toda la situación, vaya que sabe fingir el condenado – ¿Qué? ¿Soy muy guapo? –susurra y sus grisáceos me miran. –No, eres tan feo como la suela usada de mis tenis –susurro, el ríe un poco, yo soy todo lo contrario. –Y mira que tengo muchos años con ellos, ya te podrás imaginar el asco que son –esboza una sonrisa. –Sí, ya entendí, todo un desastre. –Aja. Después de obtener mi trozo de pastel, todos toman café o té. Federico y Chanel demuestran su amor en todo su esplendor, ambos comparten de su pastel y eso que es el mismo. Los demás simplemente hablan de una que otra cosa de negocios, yo termino mi pastel y tomo un poco de té de manzanilla, el otro, Charles esta junto a Roy hablando algunas cosas, luego el tocar de una copa nos hace voltear, vemos al señor Román Lehner levantado y sonriente junto a mi padre. –Bien, ya que hemos tenido un maravilloso almuerzo quisiera que mi hijo Roy y su ahora prometida, Isabella, se levanten –ambos nos vemos y hacemos lo que su padre pide. –Estoy feliz de que por fin mi hijo se casara, mi primogénito, mi gran orgullo, mi maravilloso Roy. –Papá aún estoy aquí –escuchamos a Federico y todos ríen. –Tu cállate, te pedí que te casaras con Chanel y miren, solo disfrutando de la vida loca –ambos se encogen de hombros y continúan en lo suyo. –Continuo, esto me tiene muy feliz y orgulloso, dos buenas familias a punto de fortalecer un maravilloso lazo.  Todos aplauden y se levantan, las felicitaciones no tardan en llegar, Roy y yo fingimos, sonreímos y damos las gracias. Chanel me mira y riendo asiente, solo dice con muecas, lo estás haciendo muy bien, le sonrió y al separarme del abrazo de mi ahora suegro, Roy toma mi mano y la entrelaza. Mirándome a los ojos sonríe, a decir verdad, su sonrisa es muy bonita, lástima que sea fingida. –Ya que todos estamos emocionados por mi compromiso, quiero decirles que hace un momento Isabella y yo, decidimos adelantar la boda –baldazo de agua fría, desgraciado oportunista, le miro perpleja. –Debía ser para final de mes, pero lo haremos el próximo sábado, no podemos esperar más –el tono arrogante de su voz, suspiro. De pronto, como si eso no fuera suficiente para él, se coloca delante de mí y arrodillándose saca una cajita rosa de su bolsillo. Al abrirla una sortija brillante esta frente a mis ojos, por mi lado sorprendida, él sonríe, le devuelvo la sonrisa –forzada– y toma mi mano. Colocando aquella sortija en mi dedo anular todos comienzan aplaudir, miro mi mano, es muy hermoso, es de oro, una pequeña estrella de mar brillante y una diminuta perla, a simple vista se ve ordinario, pero es muy original. – ¿Que has dicho? –susurro para él, pero con una sonrisa fingida. –Así terminaremos con esto rápido, solo sigue la corriente –asiento y los miro a todos. –A–Así es… El próximo sábado será nuestra boda, estoy tan feliz –sonrió ampliamente, Chanel y Federico ríen por su lado, yo no dejo de sonreír. Todos felices aplauden, papá me mira confundido, el señor Román sonríe feliz, no comprendo el por qué, si esto solo es un contrato de un año. No sé si es fingido, no sé si de verdad se siente feliz de que su hijo se casara por un año, quizás es un logro que no llego a pensar obtendría, ya ni sé qué demonios pasa con esta familia, yo continúo fingiendo por mi lado. _ Todos hablan acerca de la boda, yo rápidamente me escabullo y salgo del lugar. Camino fuera de esa casa y donde nadie me mire, ese dolorcito en el pecho se intensifica más y las lágrimas no tardan en llegar. Tomo fuertes bocanadas de aire para calmarme, pero me es imposible, camino de un lado a otro, mis tacones forzados por todas las piedrecillas que hay en el lugar. Escucho unos pasos y al voltear veo a la morena venir. Chanel me sonríe y al detenerse frente a mí me extiende un pañuelo, sonrió con agradecimiento, limpio mis lágrimas. Me lleva hasta una banca y tomando asiento miro todo el lugar, en una semana este será mi nuevo hogar, el solo pensar dejar a mamá sola, es lo que me hiere. Le agradezco a Roy que encontrara una enfermera para ella, pero por lo menos le pediré ser yo quien la lleve a sus quimioterapias. – ¿Ya estás bien? –volteo a ver a Chanel y asiento. –Sí, solo la emoción –ríe a carcajadas y niega. –Soy un asco fingiendo. –Isabella, sé que esto es algo que ni tu ni Roy planearon, él está igual que tú, él es un chico liberal, le gusta la diversión, tener muchas mujeres, y el tener una responsabilidad en sus hombros es lo que lo tiene de cabeza –asiento levemente. –Solo dale tiempo, sé que ambos lograran llevarse bien y este año pasara volando, ya verás. –Eso espero, de verdad. Asiento y agradezco por sus palabras, espero que ella sea una buena compañía dentro de tanta tristeza. Me ha demostrado ser una buena persona y el tener una amiga en esta casa me será muy útil, no me sentiré tan sola después de todo. Al sentirme más calmada ambas volvemos dentro, todos con copas de champagne, creí que todo había terminado, observo a papá hablar con Roy. Ambos sonríen, yo me acerco a ellos, Roy me toma de la cintura, mis ojos ven su agarre, subo mi mirada y le sonrió, papá sabe que fingimos así que nosotros solo seguimos el protocolo. –Papá, quisiera irme a casa, es un poco tarde y necesito ver si mamá está bien, le diré a Lobardo que me lleve, ¿vale? –Roy niega y deja su copa a un lado. –Yo te llevare –niego y él insistente toma mi mano. –Vamos. Me despido de todos y salimos de la casa, él me hace esperar frente a la entrada, el rugir de un motor se escucha, un Audi R8 color blanco aparece frente a mí. Mis ojos totalmente abiertos, nunca llegue a pensar tener uno tan cerca en mi vida. Roy baja el vidrio y me mira, yo reaccionando bajos los dos escalones y abro la puerta, entro en este y miro todo el alrededor, esta tan cuidado que parece recién comprado de agencia. –Tengo uno color rojo también –sorprendida lo veo. –Mira nada más –asiento levemente. –Yo tengo una bicicleta naranja… Ríe un poco y mueve su cabeza en negación. Coloco mi cinturón y en el rugir del motor nos ponemos en marcha. Le miro de reojo, se ve tan perfecto, siempre lo he dicho que un coche te define como persona y sin duda este le va bien a Roy Lehner. Ni siquiera pide mi dirección, después de todo no creo que sea necesario, él debe saber todo acerca de mí, todo lo contrario de mí, que no se un carajo de él. Toma exactamente el camino a casa, lo sabía no me equivocaba. Cortando toda aura incomoda le hago la pregunta del millón. – ¿Por qué adelantaste la boda? No me creí eso de que, porque quieres salir de esto rápido, Roy –se detiene en un semáforo en rojo, enciende el estero, la voz de Miley Cyrus cantando Adore You crea un extraño ambiente, voltea, me mira fijo. –Solo quiero salir de todo ese tema de la boda y de una vez por todas comiencen a correr los meses –me acomodo y lo veo directamente a los ojos. –Roy, sé que no te agrada nada de esto, y yo también quiero salir de toda esta situación rápido, no soy una mala chica, no te hare ningún mal –suspiro, le miro fijo. –Solo debiste consultarme, no ir todo arrebatado y decirlo así sin más, tomándome desprevenida. –No eres aun mi esposa y ya propones decisiones en conjunto –chiteo y volteo a un lado, niego. – ¿Qué? –Eres un infantil, solo eso –me encojo de hombros. –Descuida en un año obtendrás lo que quieres, tu libertad. –Bien. –Bien... Se forma un silencio, el semáforo en verde y avanza. Yo me quedo viendo a un lado, pretendo quedarme en silencio hasta llegar a casa. –Lo sé –dice después de unos segundos, no volteo, me quedo rígida. –Sé que no eres una mala chica –toma una bocanada de aire, volteo, me observa de reojo –Solo quiero continuar mi vida relajado y sin compromisos, eso es todo.  – ¿Tanto te costaba admitir eso? Para tener veintiséis años, eres un poco inmaduro, Roy –llevando mi mirada al frente, termino con la conversación. Después de unas calles más, llegamos a mi casa. Se detiene y apaga el coche, lo veo quitar el cinturón, extrañada lo observo, él me mira y levanta ambas cejas, yo lo imito porque de verdad no comprendo nada. – ¿Qué haces? ¿Por qué quitas tu cinturón?  –Quiero conocer a tu mamá –suelto una risa y niego. – ¿Estás loco?  –No, ¿por qué no puedo conocer a la mamá de mi prometida? –trago con dificultad. –Ella aun no acepta esto, del compromiso, de la boda, es imposible que entres ahorita a conocerla, ¿te parece luego?  Asiente rendido, enciende el coche y antes de yo bajar, me toma del antebrazo y me lleva cerca de su rostro, que estamos a solo un mínimo centímetro de chocar nuestras narices. –El domingo, quiero tener un almuerzo con ustedes y conocerla, ¿ok? –su voz demandante, asiento, trato de zafar, pero me mantiene aún agarrada, su mirada muy fija con la mía, aquella baja de pronto hasta mis labios y luego vuelve a mis ojos. –Tus ojos… –confundida le miro. – ¿Qué? ¿qué ocurre con mis ojos? –me suelta y niega. –Son feos... –incrédula y con la boca abierta bufo, abro la puerta del coche y salgo.  –Que descanses, no lo olvides, el domingo –asiento y pesarosa entro a casa. –Feo él, sus ojos, nariz y labios, todo en él es horroroso –mascullo, el silencio de casa me recibe. Quito mis sandalias altas y tomo camino directo a la habitación de mamá. Le encuentro viendo algo en la tv, a su lado esta Derek, ella toma un vaso de jugo, él come palomitas. Los dos giran a mi encuentro y de boca cerrada les doy una sonrisa, camino hasta ellos, me siento al borde de la cama, pero mi hermano se entretiene en su película. – ¿Cómo fue todo hija? –la voz preocupada de mamá. –Bien, fueron amables, supongo, papá se quedó con ellos, Roy... – ¿Quién es Roy? –bajando mi mirada y mordiendo mi labio inferior, llevo mi mirada a ella nuevamente. –Mi prometido, mamá… me trajo a casa, se ofreció y ya sabes, debemos fingir –mi hermano Derek nos ve a ambas y se levanta de la cama con su tazón de palomitas. –Estoy demás, continuare la película en mi habitación, adiós mamá –se acerca y le da un beso en la mejilla, a mí me sonríe y sale de la habitación. Ella con su mirada y dando palmadas en sus piernas me hace levantarme y acostarme del otro lado para apoyar mi cabeza en su regazo. Su mano acariciando mi cabello, cierro mis ojos, tomo un largo suspiro y levanto mi mano frente a mí, abro mis ojos y al ver la sortija en mi dedo anular me doy cuenta que de verdad estoy comprometida. –Él coloco esta sortija en mi dedo, mamá, ya es oficial –me siento de rodillas sobre la cama. –Isabella, hija –negando sonrió. –Todo estará bien mami –me encojo de hombros. –Nos casaremos el próximo fin de semana, Roy Lehner como yo, quiere salir de todo esto rápido, pero mamá –me mira atento, suspiro. –Debo irme a vivir a la mansión de esa familia. –Isabella estas a tiempo de terminar todo esto –dice de inmediato. –Por favor hija, piénsalo mejor, ¿sí? –niego y me levanto de la cama. –Todo estará bien mamá, te buscare la mejor enfermera, pero todos los días estaré contigo –sonrió. –Fue un acuerdo entre mi prometido y yo, continuaremos tus tratamientos y sé que todo saldrá bien.  No la dejo hablar. Rápidamente me despido y salgo de la habitación directamente a la mía, sé que mamá no parara hasta hacerme cambiar de opinión y lo mínimo que debo hacer es no escucharla, tiene una fuerza muy grande sobre mí y sé que lo lograría. Enciendo la luz de mi habitación, no tardo en quitar mi vestido, busco mi móvil y lo lanzo en la cama mientras limpio mi cara. Retiro todo maquillaje en ella y luego lavo con jabón. Al salir veo mi móvil encendido, lo tomo y veo una llamada perdida, al ver la bandeja de entrada, mi corazón se acelera al ver el nombre de Dalan reflejado en ella. Me siento al borde de la cama, veo una y otra vez el móvil, quiero llamarle, pero no sé qué decirle en este momento, tengo mi cabeza hecha un desastre y no es momento para ese tema, apago el móvil y lo coloco en la mesita de noche. Viendo mi mano derecha sobre mi regazo observo aquella sortija brillante en mi dedo. Mi dedo pulgar acariciando con delicadeza, una lagrima baja por mi mejilla, rápidamente la limpio y ya es hora de dejar de hacerlo es una decisión que ya está tomada y no hay vuelta atrás. En una semana seré: –Isabella de Lehner –y no habrá nada que me haga cambiar de parecer.
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