En reserva

1718 Palabras
(Nigromante narración)   Jon y yo habíamos resuelto adiestrar a Alexia en destrezas de combate. Durante los años que Jon pudo visitar a Jirel, descubrió que sus descendientes habían sido forzadas a ser hábiles combatientes.  Por la muerte de Mariamna, Jirel se había vuelto más exigente y cuidadoso a pesar de tener una guardia de escoltas protegiendo a sus hijas, tuvo varias después de la muerte de su primogénita; mucho tiempo despues. Sobreseguro que sabían valerse en su defensa con armas, y por supuesto poder combatir cuerpo a cuerpo sin problema. Con base a eso, se volvió casi obligatorio que Alexia supiera más que lo básico, ya que teníamos un viaje ineludible con Jirel.   Cuando Jon obtuvo el apoyo de tal soberano, descubrió que su corte de cortesanos estaba conformada por grandes sabios, magos y adivinos, quienes lo respaldaban. Sus dominios en ese entonces fueron sellados contra cualquier magia oscura, la cual podía dominar Farga. Quiso así evitar a toda costa que una masacre similar a lo ocurrido en el Reino de Halvard se repitiese en sus dominios. Tal vez de esa forma fue posible que Farga no consiguiera llegar a él ni pertubar la seguridad de sus dominios no sólo en aquel tiempo sino durante siglos. Es por ello que quien quiera llegar a él y desee acceder al portal de ingreso renuncie a cualquier habilidad en la energía oculta. El padre de Mariamna siempre estuvo al tanto de la oscuridad de la maldición que Jon portaba, por lo que jamás zanjó unirlo a unas de sus hijas, aunque lo convenía así y por eso le pidió a Jon aceptar su profecía.  Estaba obligado a volver a él, lo cual ponía en peligro la posible unión de Alexia con Jon. Pero si Jirel descubría que Jon había sido liberado de la maldición la respuesta se volvía más que obvia: prescindiría de sí para una de sus hijas. La contraparte recaía en que Jon podía ser liberado si a cambio él hallaba a la humana que poseía en su corazón el tratado de los antiguos, quien sin duda tendría en su poder las reliquias como también a la verdadera llave para acceder a la protección de los espíritus del cielo, es decir los vigilantes. Aunque Jirel parezca un ser humano convencional, tiene muchas habilidades y conoce varias prácticas místicas y antiguas desde tiempos inmemoriales. No estoy al tanto si todavía la ejerce tal cual, pero él tiene el don de mantener cierta cercanía con los regentes. Así que por todo esto y más, Alexia debía ser adiestrada debidamente y si es posible antes de llegar a los dominios de Jirel, he pensado que la manera más segura de no involucrarla en ninguna sospecha es despojarla de sus recuerdos. De esa manera creo que podriamos impedir que Alexia se ponga en peligro, pues tal vez así Jirel no tan pronto obtendría acceso a ningún tipo de información ni básica ni sobrenatural, y por lo tanto no obligarla a quedarse en sus dominios y bajo su custodia ya que ese corazón que él llama portador de las reliquias fue la madre de Alexia, y ahora ese don recae en la princesa quien también cuenta con ser imperecedera en su deber por un largo tiempo, tal cual Jirel profetizó. Si bien ya había descifrado todo el enigma, no quería decírselo a Jon tal cual, no deseaba preocuparlo. Sé que se toma muy en serio el hecho de proteger a Alexia y al saberlo no había duda, se negaría a llevarla con nosotros. Pero para ser sincero apartada de nosotros durante el viaje corría más peligro. La tradición obligaba que Jon encarara esta situación tarde o temprano. Posiblemente Jirel ya tenía en cuenta varios indicios en lo que la profesía había revelado y en cuanto se diera cuenta enviaría a su guardia élite a Halvard. Y conociendo a Jon, eso atraería más conflictos y quizá una guerra que pondría en peligro el reasentamiento del reino después de las recientes movilizaciones. —Son ideas mías o te puso nervioso la presencia de Carmina. Sonreí al escuchar su voz. —Un poco. Ya sabes que cualquier mirada para mi es transparente. Escuché su risa. —Al parecer tendremos a unos pequeños Nigromantes en reserva… Me volví a él. —¡Jon que dices! Eso no puede ser. —No eres el único que comprende lo evidente. Carmina no te dejará marchar tan fácilmente ésta vez… Lo sé. Parecía divertido molestándome con eso de ser la reserva para la descendencia de las amazonas. Avanzábamos entre la maleza, adentrándonos al corazón del bosque. Seguramente tenían un refugio, bien custodiado. —Es posible, pero no puedo permitirlo Jon. Ya encontraremos el modo de evitarlo, si no lo hallamos prepárate para dar más que protección a Alexia, porque si me quieren para eso a mí, tú no te libras. Sonrió. —Sabía que estaban cerca pero no tenía idea si eran el grupo que habíamos conocido años atrás. —Hay varias tribus de amazonas, entonces—Cuestionó pensativo. —Sí. Unas son del este de Grecia y el otro al sur de la misma. Generalmente se apoyan entre sí. Este grupo en particular es el que viaja constantemente. El otro es el que se encarga de la crianza y formación de las guerreras más jóvenes. Después de caminar durante un largo rato, llegamos a su escondite. El cual se disimulaba muy bien entre la vegetación y estaba custodiado por arqueras en lo alto de los árboles. Carmina dio la orden y nos dejaron pasar, pero la mayoría de las agraciadas guerreras nos veían con cierto desagrado. —Hoy tenemos a una hermana nuestra, una que está obligada a estar lejos pero no por eso la dejaremos fuera de nuestras costumbres y tradiciones. Ella será una guerrera como nosotras lo somos para que honre a nuestro pueblo siempre al saberse como combatiente Los gritos de aceptación por parte de su tribu nos dejaron a mí a Jon ensimismados en la intención de las palabras de Carmina. —Tenemos dos visitantes en nuestra agrupación—Nos señaló a ambos y todas las miradas se posaron en nosotros dos— Son aliados para nosotras, los únicos que podrán custodiarnos y apoyarnos en nuestra misión además de ser dos hombres sanos y en buen estado. Las risas resonaron mientras Jon y yo intercambiamos miradas totalmente confundidos. Alexia no pudo quedarse callada al saber lo evidente. —Carmina, ellos no pueden colaborar con… —No puedes impedir nuestra misión. Tus amigos apoyaran nuestra causa. Estarán ocupados, nadie aquí se queda sin hacer nada—Después de hablarle a Alexia se dirigió de nuevo a todos los presentes— Hermanas, daremos inicio por la noche con el rito de sangre, custodien a ambos para que vayan por madera para la fogata. Varias con lanzas nos apuntaron al cuello. —Lleven a nuestra hermana para que coma algo y esté lista para la gran ceremonia—Concluyó dirigiéndose con pasos largos a nosotros. Alexia nos dedicó una mirada agónica. Tanto Jon como yo asentimos con la cabeza en señal de aprobar su iniciación como guerrera y combatiente de la tribu. Respiró profundamente y al ser sujetada por varias no tuvo más que aceptar la orden de Carmina. Ese inesperado hecho de encontrarnos con esa horda guerrera había sido un regalo del cielo a nuestro favor, tanto para mí como para Jon iba a ser difícil adiestrar a una Princesa en el arte del combate sin evitar heridas, golpes entre otras cosas. Me había preocupado mucho tan sólo ver sus músculos adoloridos. —Síganme les mostraré donde encontrar lo que les pedí. Pasó al frente y acatamos su mandato. Prudentemente dábamos de pasos, las lanzas cortantes seguían cerca de nuestros cuellos. En un área distante de donde se focalizaba la mayoría de las guerreras, Carmina dio la orden de que nos dejaran. —Yo me hago cargo, vuelvan a lo suyo. Esperó a que se alejaran lo suficiente.     —He aceptado que se queden porque demostraron verdadera integridad hace unos años, además de que tú guerrero salvaste mi vida. Se quedarán el tiempo que dure la preparación de Alexia en la tienda que está al lado de la mía para evitar que alguna de mis hermanas quiera tomar parte de sus instintos salvajes. Una vez efectuado el rito de sangre, ambos adoptaran sus deberes en la tribu. Al notar nuestros gestos de confusión en cuanto a “Deberes” sonrió. —Nos ayudarán a cazar, a traer agua al río y otras tareas para la tribu valiéndose de las mismas costumbres que cualquiera de nosotras. Después del rito lo comprenderán mejor. He decidido esto, también porque nadie puede seguirnos, de ser así, tendríamos problemas y el riesgo de combatir. No hemos venido hasta aquí para pelear. —¿Puedo preguntar porque están tan lejos de Escitia? —Cuestioné de inmediato. —Hemos tenido fuertes guerras contra los griegos, y eso nos ha motivado a viajar. Muchas de nuestras guerreras han muerto y necesitamos más, pero para ello necesitamos hombres, pero no cualquiera, deben ser sanos y fuertes. Han dicho que por aquí hay hombres así, a eso hemos venido. —No te han mentido, es verdad—Contesté. —¿Estamos cerca de tu hogar, Nigromante? Asentí con la cabeza. —¿Qué hay de ti guerrero? ¿Qué los une? De modo que siempre al verlos, de nuevo son los tres. —Nos une el amor, pero de diferente manera. Nigromante es mi hermano. —Sorprendente. Es indiscutible por la manera en que ambos se apoyan. Realmente me asombra que no hayan cambiado nada desde la última vez que los vi. Ya tendremos tiempo de conversar más, por ahora, hagan lo que les pedí. Debemos saber si Alexia es recibida por nuestros antepasados y espíritus, para eso es el ritual de sangre. Jon tomó la iniciativa y lo seguí, los dos juntábamos ramas secas. Carmina se trepó con facilidad a unos de los árboles más altos. De entre unos matorrales se asomó un cervatillo. Casi de inmediato, Carmina logró adormecerlo al lanzarle un dardo. Jon cargó toda la madera seca, mientras yo ayudé a Carmina a llevar al animal adormecido a un lugar donde pudiéramos atarlo. Seguramente sería parte del sacrificio para el ritual de iniciación.  
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR