Sumida en un ambiente desconocido; una gran alcoba imperial a oscuras con un par de ventanas en lo alto dejaba al viento pasar, contemplan mis pies descalzos andar sobre el suelo de piedra, mientras se asomaban al frente cortinajes de grandes telas traslucidas. No reconozco el lugar, pero de algún modo sé que he estado antes aquí.
El encantador sonido de una voz masculina entonando mi nombre me ha atrajo inevitablemente hasta este desconocido lugar. Su voz permite que el ambiente a mi alrededor no resulte aterrador, muevo las cortinas sin dejar de oír su voz que entona un lenguaje diferente, uno con pronunciación suave y algo enredada; un idioma que, a pesar de ser la primera vez de escuchar, sé por intuición que me llama. No lo comprendo en mi mente, pero de alguna forma al ponerle más atención de pronto resulta comprensible: “Escribe mi nombre en tu corazón”
Al comprenderlo tan claramente mi corazón se aturde por el hondo deseo de hallarlo. A diferencia de lo que ocurre cuando duermo, ahora soy yo quien lo busca.
De pronto al seguir avanzando, veo más telas que me ocultan ver lo que hay al frente. Pero, detrás de la gran colgadura traslucida noto una silueta tentadoramente masculina, el viento la mece son suavidad, pero incluso así consigue elevar lo suficiente como para darme cuenta que sin duda se trata del hombre a quien mi corazón mantiene en un solo propósito: llegar a él.
Pero cuando aparto la tela para mirarlo, la hermosa silueta cambió de lugar, aligero a toda prisa mis pasos al notarlo. Lo sigo, hechizada. Luego de un momento de ir tras él al retirar la última cortina al frente, puedo mirarlo ante mí.
En sus labios aparece una sonrisa fascinante, parece satisfecho mientras sus ojos sostienen un tenue brillo sin dejar de ser preciosamente azules.
Hay un encanto arrebatador e incomparable en sus labios cuando pronuncia mi nombre. “Alexia”
—Abrázame con tu alma, desde adentro, desde tú misma …
Aunque el idioma sigue siendo el mismo que escuché antes de seguirlo, ahora puedo traducirlo. Uno de sus brazos se alzó con suavidad a la altura de su pecho, extendió su palma en evidente señal que la rozará con mi mano. Obedecí y al percibir su piel, una pasión incontrolablemente profunda y salvaje se alzó dentro de mí.
—Entreabre siempre esta puerta, la misma que siempre me hará llegar a ti … —Susurré sin saber cómo podía hablar de pronto en el mismo idioma que él.
Sonrió una vez más. Con la otra mano acarició mi rostro.
—Así será.
Acercó sus labios a los míos. Mi mano que estaba desocupada se deslizó con intrepidez por la anchura de sus brazos fornidos.
—Mi corazón es suyo… —Musité con ternura, entrecerrando los ojos para disfrutar de la calidez de sus labios al tocar los míos.
Pero no pude cerrarlos por completo para lograr un beso. Apreciaba cada músculo revestido de fuerza indiscutible en su pecho a una distancia ridícula de mi rostro, estaba al descubierto del torso y frente a mí. Quise más que mirar, por eso para retomar valentía cerré los ojos.
Pero al mover los parpados estaba de vuelta en mi habitación. Sudaba a cantaros, sentía el frio aire dar contra los músculos calientes del rostro. Mis labios deseosos por él casi cosquilleándome por más, pero había despertado.
Suspiré, acomodándome sobre el colchón hasta sentarme. Aunque no lo tenía consigo, me animaba saber que probablemente él había percibido lo mismo que yo, muy seguramente habíamos estado una vez uno muy cerca del otro.
¿Cómo era posible que pudiera llegar a mí, o yo a él en un sueño?
Jon no lo sabía, al menos no le ha gustado ser consciente de ello, pero es un seductor nato, un hombre hecho para cautivar desde su voz hasta la manera en que observa.
La exquisita sensación de haber soñado con él cesó en cuanto una silueta humanoide se formó de pronto al fondo de mi habitación. El espanto me llenó, especialmente por la forma tan extraña en la que se movía desde la oscuridad. Tragué saliva y preferí hacerme la desentendida, me acomodé las sabanillas al rostro para no ver. Quise convencerme que quizá mi imaginación estaba tomando ventaja, no había razón para pensar que algo así podía ser real. ¿Y si estaba rondándome?
Por más que deseé quedarme tranquila, algo en mí reconocía que su presencia tan consistente y presente como mi cuerpo bajo la sabana. Tal era lo que me causaba que no quise asomarme para cerciorarme. Apreté los ojos aun con el profundo terror, aferrándome a la idea de que, si algo malo me rondaba, a su vez algo bueno podía protegerme. Esa lucha dentro de mí se volvió real, no quería sentir horrorizada, pero lo percibía.
—¿Estás bien?
Pegué un brinco al oír una voz claramente a mi lado. Descubrí mi rostro al comprender que se trataba de alguien conocido.
—¡Dios mío! Casi me da algo. ¡Me asustaste!
Me alivié al reconocer el rostro y la voz de Nigromante.
—¡Qué alegría saber que eras tú!
Apretó los labios un tanto desconcertado, mientras me lanzaba a él en un abrazo.
—Bueno, sí, quería cerciorarme.
Me sujetó suavemente, y al meditar sus palabras me volví a él inexpresiva.
—Entonces… ¿Fue real lo que percibí?
Asintió con la cabeza.
—Ciertas partes de tu mente, unas que parecían dormir ahora poco a poco irán siendo conscientes. Para serte sincero, la mente es la parte más sensible ante lo sobrenatural, debes a aprender a no ponerle tanta lógica para no agobiarla. Además, es natural sentir temor, pero no estás sola, el deber de Jon y el mío es que aprendas a tomar esto como un proceso natural o al menos eso intentaremos.
Tragué saliva sintiéndome más tranquila.
—No puedo negarte que a pesar de que hemos pasado por situaciones muy complicadas me causó temor.
—No te preocupes, es natural. Hay ciertos seres que pueden percibir a alguien cuando esas partes en su mente se despiertan. Con el tiempo comprenderás que debería ser algo oriundo en cada ser humano, te adaptaras y te acostumbrarás a ignorarles. Por eso y más Jon no quería adentrarte en lo inexplicable y misterioso.
Respiré profundamente.
—Comprendo. Cuanto más pasa más le comprendo, pero no desistiré. Sabes, recuerdo que Jon y tú suelen decir que sólo hay una luz que hace retroceder a la oscuridad.
Sonrió preciosamente.
—Así es. El ser humano es realmente una parte consiente y verdadera del completo universo, un ser inigualable con tres partes elementales que lo hacen ser capaz de enfrentarse a lo que la vida expone. Me alegra que lo recuerdes y te pido que siempre lo tengas presente. Una de las primeras cosas que un espíritu maligno al acecho hace, es susurrar a tu oído el temor, convencerte que estás sola y desprotegida. Algo que es falso, nadie en esta realidad está completamente solo.
Tragué saliva de nuevo ya un poco asustada. Al verme un poco tensa sobó con delicadeza una de mis manos. Preferí cambiar de tema, si me puso un poco nerviosa el asunto.
—¿Jon está bien? Creo que ya te enteraste de lo que nos sucede a ambos por la noche.
Soltó una pequeña carcajada.
—Sí, descuida, lo disfruta a su manera.
Sonreí, apreté una de sus manos que me sujetaba.
—Ahora descansa, ten fe en qué nada podrá llegar a ti si te sabes bajo la sombra protectora del roble correcto.
Lo abracé, correspondió al estrecharme con suavidad a él. Me arropó con ternura y se acomodó a mi lado tarareando una hermosa canción, muy parecida a la que le entonó a aquella nereida en el embarcadero.
Sabía que sus palabras lo mencionaban a Él, al Todopoderoso, tenía que confiar en que su protección no había nada que temer, además contaba con el resguardo de dos Residentes Eternos, todo el tiempo.