Ella arqueó una ceja, el reproche de Liam le parecía totalmente fuera de lugar porque ante sus ojos esto era un matrimonio de mera conveniencia.
—No le seguí nada. Solo lo escuché, así que deja el papel de esposo ofendido porque no te queda en absoluto.
—Exacto. Lo escuchaste. Eso es más de lo que deberías darle.
Harper lo miró fijo, sin ceder.
—No me digas a quién puedo o no escuchar.
Liam apretó los dientes.
—Ese hombre solo quiere dividirnos.
—Entonces confía en mí lo suficiente para saber que no lo logrará. Si quisiera que nos dividiera, jamás te hubiera advertido de sus planes y menos te estaría respaldando, piensa un poco, señor Ashford.
Él respiró hondo, frustrado. Parte de él quería discutir, pero otra parte —la que la había visto defenderse en la sala de juntas— se sentía
