NARRA RAYN COLLIVER
Me he tomado casi una semana para regresar a trabajar, después del funeral de Trish. No tanto porque estaba deprimido o dolido, sino porque todavía tenía que realizar muchos trámites para el traslado de Prady a Chicago, la mudanza, la venta de la casa en la que Trish vivía, cambio de escuela, buscar una escuela y, lo más importante de todo, arreglar los papeles para que su tutela quede bajo mi cargo.
Todo eso nos ha tenido viajando tanto, casi a diario, de Chicago a Los Ángeles, y viceversa, que ya estoy pensando en comprarme mi propio jet, porque estoy seguro de que me saldría más económico.
No voy a decir que ha sido fácil. El cambio, pasar de tener una vida solitaria en la que solamente debía preocuparme por mí, a tener que hacerme responsable de una niña tan pequ
