NARRA TRISH COLLIVER —¿Estás segura de que quieren hacer esto? ¿De que no se van a aburrir? —me pregunta Rayn, mientras cruzamos las puertas para entrar a su empresa. —Sí, segura —respondo—. Siempre lo hemos hecho y no nos molesta, ¿verdad, cariño? —Sí, mami —responde Prady con su voz cantarina, mientras camina a mi lado, tomadas de las manos, balanceándolas en el aire—. A mí me gusta mucho jugar en la empresa de mi tío. —¿Jugar o hacer travesuras? —replica Rayn. Prady sonríe con malicia y cierra los ojos al contestar. Parece un pequeño duende de las travesuras. —Las dos cosas. Rayn resopla y niega. —Un mes conmigo y te aseguro que esta niña sería diferente —asegura. —Sí, claro. Como si fuera tan fácil. —Es fácil educar a un niño, Trish. —¿Y por qué no tienes tus propios hijos

