Varias cosas cambiaron ese mismo día que Aquiles confrontó a Enith, pues la noticia que le había dado Fátima fue lo suficientemente fuerte para que ella decidiera quedarse más tiempo al lado de su jefe como su asistente, por lo que antes de salir rumbo a su casa tocó la puerta del despacho de presidencia, Aquiles le dio entrada. — Dime Enith ¿en qué te puedo ayudar? —preguntó Aquiles, quitándose los lentes de lectura y levantándose de su escritorio. — He considerado la oferta de quedarme y creo que tienes razón, no voy a conseguir otro trabajo mejor que éste, solo te pido que limemos las asperezas entre los dos para poder trabajar juntos, Aquiles —Enith tenía que ganarse la confianza de su jefe a toda costa, cosa que no había logrado aún. — Me alegra mucho que hayas decidido quedarte

