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1323 Palabras
Es curioso pensar en el pasado y luego ver cómo eso te afecta en el futuro. Cuando tenía diez años mis padres me regalaron una bicicleta... La vendí para ayudar a mis padres a pagar la hipoteca de nuestra casa. A los quince tome por primera vez, maneje el coche de una amiga de regreso a casa, lo choque pero como solo iba yo no hubo más afectados, mis padres pagaron la reparación del vehículo y los gastos de hospital que tuve. A los veinte los perdí en un accidente de auto, estaba en la universidad cuando sucedió, mi madre murió en el momento y mi padre dos horas después. Los enterré juntos el 14 de junio de hace seis años. Mi abuelo me ayudó a alcanzar mis metas, me puso al mando de su empresa ya que mi madre y padre siempre le negaron la ayuda que él les quería dar. Yo no lo hice. El abuelo por más malo que haya sido con mi madre conmigo siempre fue un amor de persona y nunca lo vi de otra manera, ni hora tras un año después de su trágica muerte que me permito ser la dueña de la empresa. Soy quien la maneja, quien decide que rumbo debe de tomar, que debe de seguir. Soy una de las tiburones más grande entre los negocios en el área de los relojes. Un año me bastó para convertir una empresa de bajo perfil en una de los más grandes monstruos en el mercado, y una de las mejores en cuestión para las importaciones internacionales. —Hola, amor. —Deja de decirme amor—me siento en mi silla—. ¿Hiciste lo que te pedí? —Aquí está, mi reina—me muestra el documento. Leemos los documentos que me dio y los leo de manera tranquila, mientras él se remueve nervioso en la silla frente a mí. —Bien. Te vas a Francia para ver la nueva inversión—hace una mueca de alegría. —Gracias cariño—le hago una mirada asesina que capta y se va—. Una cosa antes de irme. —¿Qué? —La fiesta de mis padres será en la mansión de mi abuela—ya sé a donde va esta conversación—. Estás invitada por parte de mi madre. Lo pienso un par de veces y no sé la respuesta, su madre es como una para mí, desde que recuerdo. Espera mi respuesta antes de que se vaya y la verdad no sé. —Irá tu mejor amiga. Margaret. —Iré—le respondo. —Genial. Se retira y me deja sola en la gran oficina que tengo en el último piso del edificio que no es muy alto pero que si tiene una buena vista. A veces si me dan ganas de saber que se siente que alguien te ame y haga algo por ti, pero sé que eso jamás me sucederá a mí que soy mucho para ciertas personas. Pero ¡Joder! si quiero una familia, quiero hijos y esas cosas... No creo estar lista para eso todavía. Manejo de regreso a mi casa que es una de las zonas con más seguridad que pueda haber en la ciudad, mi abuelo vivía en este lugar y me dejo la casa junto con la empresa. Estaciono el auto y camino al interior de mi casa, se siente extraño tener esta enorme casa y no tener genta la cual me reciba o me... Lo ignoro y voy a la cocina dónde encuentro a mi querida señora Ana cantando una canción en español mientras barre. Baila y canta a todo pulmón mientras la observo desde las sombras, se ríe cuando me ve parada. —¡Hola mi niña!—saluda con alegría notoria. —Hola Ana. —¿Cómo te fue en tu día?—contentísima. —¿Tu hija llegó de Colombia?—asiente y es increíble que no me haya dicho—¿Y qué estás haciendo aquí? Vete a estar con tu hija. Me da un beso y se va de la cocina acomodando la escoba en su lugar, tomo una manzana del frutero y reviso las noticias que pasan a media noche, y en ellas dicen que uno de los italianos de mayor prestigio llega a la ciudad y es nada menos que Bastián Santori, un empresario de mucho prestigio entre los tiburones de la industria mundial. Tengo muchas amigas o mejor dicho conocidas que darían mucho por tener unos minutos con el empresario aunque solo sea para intercambiar palabras. Cambio de canal por cosas de ese(-) Estaciono fuera del restaurante de Raquel y entro para ver al idiota de su hijo jugando con su pequeña hermana, me acerco y me siento junto a ellos en la mesa para seis personas, Alison juega en las piernas de su hermano Jason, el idiota me saluda con sus apodos de siempre. —Hijo respeta a Sara—le dice su padre lo que me provoca una sonrisa de satisfacción. —Perdón padre—niega y se sienta en una de las seis sillas. Me siento en la silla vacia que hay frente a Jason, supongo que la última que queda es para Harry, su otro hermano y ya finalmente la silla de Raquel, pero no pude estar tan equivocada. Bastián entra por la puerta con un traje informal adentro del restaurante, saluda a todos con cortesía incluyéndome a mí. Raquel sale de su despacho y nos saluda a los dos, se sienta en la silla vacía y Bastián lo hace a mi lado, es de piel blanca y de cabello n***o que lo hace ver jodidamente sexy, ahora entiendo a mis conocidas. Está guapísimo. Demasiado guapísimo. Empezamos una conversación tranquila por una o dos horas, en ese tiempo sólo escuche a Raquel acordarse de viejos recuerdos que compartía con mi madre y la de otras personas que nos hacen reír. Mi celular suena en algún lugar de mi bolso y no dudo en sacarlo para atender la llamada. Dereck. —Dime Dereck. —¿A hora qué quiere?—dice Jason en voz alta. —Señorita tenemos cosas de que hablar—ruedo los ojos. —Lo escucho—juego con mi tenedor. -Para empezar tengo que decirle que la esperamos para la cena de aniversario de mis patrones-la familia Stones-, nos gustaría su presencia. —Asistiré. —Y ahora son los negocios—pico una fruta con mi tenedor—, nos están informando que muchos de tus productos están bajando los precios y tenemos duda de que los productos vayan a durar mucho en el mercado. —Los precios están bajando, por dos razones—de memoria le cerraré la boca—, la primera es que en su país hay un par de relojes que superan los míos en diseño y segundo, están pidiendo más de lo que se vende y como sabrá entre más producto baja su costo. —Por eso adoró trabajar con ella—escucho decir a Jason. —¿Alguna otra cosa o quiere arruinarme más la mañana?—le tomo al jugo que hay en mi vaso. —No ya nada gracias señorita—me gusta su tono de cansancio—. Un asunto personal... —No voy a salir contigo Dereck—suspira. —Tenía que intentarlo—cuelga. ¿Cómo demonios voy a formar una familia sí rechazo a cada candidato? Ya me siento mal por Dereck, escribo un mensaje que no le envió, me debato en mandarlo... —Querida, ¿qué opinas?—parpadeo un par de veces. —Este... Si—contesto sin saber que conteste realmente. —Ya tienes donde vivir Bastián—dice contenta y me quedo sorprendida. ¿Qué demonios acaba de pasar? —Así no habrá problemas con ningún hotel—trago saliva, eso me pasa por no preguntar de nuevo. Ahora Bastián Santori vivirá conmigo.
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