—Vas a venir conmigo —decretó tomándola por un brazo evitando que escapara, pero cuidando de no hacerle daño. Elena lo seguía duras penas, caminaban muy rápido hacia el garaje. —¡Suéltame! —gritó Elena sacudiéndose para zafarse de la mano de Gabriel, pero sin poder lograrlo. —Perdóname, pero debemos salir de aquí hora. Gabriel redobló la velocidad de sus pasos hasta llegar al garaje, entraron por la misma puerta lateral que el uso minutos antes para encontrase con María Teresa, quitó el seguro de las puertas de su auto accionando la alarma varios metros antes de llegar con la esperanza de salir lo antes posible, se detuvo para abrirle la puerta con una petición silenciosa para que subiera. —¡Estás loco! —chilló ella soltándose por fin del fuerte anillo que se había convertido la mano

