Capítulo 21 – Alejandro vulnerable: secretos y respeto La mañana amaneció clara y seca, con ese frío de enero que afila el aire en la Ciudad de México. Elena acababa de servir su café cuando sonó el teléfono. —Hoy el restaurante está cerrado —dijo Alejandro, la voz más suave de lo habitual—. Limpieza a fondo;los jueces Michelin pasará en unos días. Pensé que podíamos aprovechar: pasamos por Dylan y comemos los tres en la cocina. ¿Te parece? —Sí, me parece bien. —Ya avisé a la niñera. Lo tendrá listo. No hace falta que bajes. El sedán se detuvo frente a su casa. Alejandro bajó para abrirle la puerta. Ese día no llevaba traje: camisa vaquera celeste, campera de cuero negra y jeans oscuros. Esa informalidad le quitaba filo a su habitual distancia. Elena también había elegido comodidad:

