Él se detuvo en besarla y enseguida le respondió algo sorprendido:
—¿Ahora? ¿aquí en el auto?
—¡Si! —comentó ella muy deseosa por él. —¡A esta hora no pasan casi autos, vamos hazme tuya ahora!
—Ok… esta bien, lo que usted ordene.
Asi que, de inmediato ambos comenzaron a besarse de nuevo con gran intensidad con aquellas ganas que los consumían con locura y mientras lo hacían, el pelinegro comenzó a meter una de sus manos para ir hacia la zona sur de Angelica. Ella abrió un poco más sus piernas para que el hombre la tocara, y, al llegar ahí Ivanno se encontró con una gran sorpresa, tocando unos delicados y depilados suaves labios vagin*ales porque la mujer no llevaba ropa íntima. Asi que, él con su respiración agitada, se separó un poco de ella y mirándola fijamente, le comentó:
—¿Ya…
