- Hoy me toca a mí ir delante - digo poniéndome la cazadora vaquera.
- No, me toca a mí - Scott siempre llevándome la contraria, cómo no.
- ¡Pero si la última vez fuiste tú! Lo recuerdo perfectamente porque estuvimos todo el trayecto oyendo al grupo ese que en vez de cantar, chilla - a mi hermano le gusta el heavy metal y cada vez que va delante en el coche la pone a todo volumen. Menos mal que yo llevo mis cascos para que mis orejas no sangren.
- Siempre lo mismo. ¿Cuándo vais a dejar de pelear por un simple asiento? - pregunta nuestra madre cansada de nuestras peleas.
- Nunca - por primera vez en lo que va de día, mi hermano y yo coincidimos en algo. Mi madre rueda los ojos y abre la puerta de casa. Nos quedamos todos sorprendidos al ver a Jack frente a esta con la mano alzada para llamar.
- ¡Jack! ¡Qué bueno verte, cielo! Dame un abrazo - mi madre abraza a Jack contenta. Creo que es la única que todavía no le ha visto desde su regreso. Han pasado dos días ya y yo no le había vuelto a ver. ¿Qué hace aquí? Por favor, que mi madre no le invite a venir, por favor... - Íbamos a ir al pueblo, ven con nosotros.
¡MIERDA!
- De acuerdo. Total, venía a pasar la tarde con vosotros - mi madre cierra la puerta de casa y, en cuanto lo hace, miro a Scott. Este me devuelve la mirada. Cojo carrerilla y bajo corriendo las escaleras para llegar la primera al coche y ponerme en el sitio de delante. Estamos muy igualados, pero cuando vamos a cruzar la puerta del portal, me coge de la cintura y me empuja hacia atrás un poco fuerte pero sin hacerme caer. Me tambaleo un poco y corro de nuevo hacia el coche. Es inútil, ya me ha ganado.
- ¡Eres un tramposo!
- Y tú una mala perdedora.
- Serás hijo de...
- Lila, esa boca - dice mi madre llegando junto a Jack - Ponte atrás y a la vuelta vas delante - acepto a regañadientes y me subo en los asientos de atrás con Jack a mi lado. Ni siquiera le miro. Cojo mi móvil y mis cascos morados y me sumerjo rápidamente en la música mientras miro por la ventana. Noto que mi móvil vibra en mis manos y abro el mensaje.
Joshiiii:
¿Te apetece quedar luego? ;)
Yo:
Me apetece mucho, pero no puedo. Voy a pasar la tarde en casa de mis abuelos.
Podemos quedar mañana. ¿Quieres?
Joshiiii:
Me gusta la idea. Te veo mañana, amor.
Sonrío y vuelvo mi vista hacia la ventana. Es un encanto, no ha cambiado nada. 10 minutos más tarde, llegamos a la casa de mi abuelita. Vive en el típico pueblo que se compone de varias casas, una iglesia, un par de parques y una tienda de golosinas. Quiero recalcar que hay una tienda de golosinas para el futuro porque, con la pila de cosas que compro ahí, igual en poco tiempo la tienen que cerrar. Salimos del coche y veo a mi abuela sentada en una silla del jardín leyendo una revista. Me da mucha pena que esté tan sola. Mi abuelo murió hace ya 3 años y no tiene más familia a parte de nosotros. Mi madre pasa mucho tiempo con ella, por eso, muchas veces en mi casa solo estamos Scott y yo. Corro hacia ella y la abrazo efusivamente.
- ¡Abu! - me envuelve con sus brazos mientras me da varios besos en la mejilla.
- Hola pequeña - me mira sonriente - Pero qué grande estás... y qué guapa - las abuelas siempre dicen lo mismo aunque te vean todos los días. Para ellas, cada vez que ten ven estás más alta y más guapa. Algo bueno es que, cada vez que hablo con ella, me da un chute de autoestima.
- Tú también estás muy guapa.
- ¡Guelita! - oigo el grito de Scott y me aparto antes de que me atropelle. Es como un rinoceronte, no mira.
- Hola mi hombrecito - le abraza y besa como ha hecho conmigo hace un momento.
- Hola mamá - mi madre la saluda y señala a Jack - Mira a quién hemos traído - mi abuela deja de abrazar a Scott y mira hacia arriba. Una sonrisa se plasma en su cara.
- ¡Jack! ¡Cariño! Cuánto tiempo sin verte, ven da darme un abrazo - siempre me ha asombrado el cariño que se tienen sin ser familia. Pero claro, si Jack lleva viniendo al pueblo desde que tiene 5 años. Le tratan como a uno más. Vamos a la cocina donde mi abuela nos sirve té con galletas de chocolate. ¡Galletas! ¡Yupi! Charlamos con ella mientras disfrutamos de una merienda en familia. Me encantan estos momentos, me hacen recordar a cuando era pequeña y pasaba los fines de semana en el pueblo. Lo amaba.
- Lila - miro a mi abuela - Hazme un favor, cariño - saca de su bolsillo un billete de 5€ y me lo da - Vete a la tienda y me compras una bolsa de bombones - asiento y sonrío. Ya sabéis de quién saqué mi adicción al chocolate - Jack, acompáñala, hazme el favor. No me gusta que vaya sola - ah, ya decía yo. Esto es solo una excusa para dejarnos a Jack y a mí a solas. Mi abuela... sabe todo lo de Jack. Es la única de mi familia a la que se lo he contado. No os imagináis la cantidad de buenos consejos que me ha dado. No es tonta. No nos hemos dirigido la palabra en toda la tarde y lo ha notado. Por eso nos ha mandado a comprar juntos. Ya me extrañaba a mí que me mandara comprar bombones si ella siempre tiene algunos escondidos debajo de la cama. Cada vez que vengo, la robo varios. Salimos de la casa en silencio y andamos un pequeño tramo hasta la tienda de chuches. Parece que esto no sirve de nada para empezar una conversación. No sé ni siquiera si quiero tenerla. Compro los bombones y salgo de la tienda con Jack a mi lado.
- ¿Hasta cuándo me vas a ignorar? - pregunta un poco irritado.
- No te ignoro - digo caminando sin mirarle.
- No, que va. No me has mirado en toda la tarde - me detengo y le miro por fin.
- Ya te estoy mirando ¿Contento?
- Pues no.
- Esto era lo que tú querías. Querías que no habláramos. Y eso es lo que estoy haciendo.
- Quería eso cuando estaba en Francia. Ahora que estamos aquí, no lo quiero. ¿Cómo vamos a estar sin hablarnos?
- No sé, tú sabrás. Eres el que lo quería, yo nunca he querido eso.
Bien Lila, vas bien.
- Ya no quiero eso.
- ¿Por qué?
- He vuelto. Todo ha cambiado.
- ¿Qué ha cambiado? ¿Tus sentimientos hacia mí han cambiado?
- Sí - dice seguro.
- ¿Ya no me quieres?
Venga, tú puedes. Eres más fuerte que esto.
- Claro que te quiero. Pero... ya no estoy enamorado de ti. Lo que tuvimos fue una tontería de verano, confundí sentimientos. Pero ahora sé que no eres más que una hermana para mí.
- Qué bien, ¿no? Conseguiste tu objetivo. Te felicito - le doy una sonrisa falsa y aplaudo sin ganas. Me mira con tristeza. Ah, no. Esa mirada sí que no. Va a hablar pero le paro - Tranquilo. Yo tampoco sigo enamorada de ti. Con un poco de perspectiva, ahora agradezco lo que me dijiste la última vez que hablamos. Me sirvió para darme cuenta de que mi vida no depende de ti - no os confundáis, estoy destrozada por dentro. Pero también tengo mi orgullo y dignidad. Y lo último que quiero es mostrarle a Jack mi debilidad. No quiero darle pena. Lo nuestro acabó hace tiempo. Ya me esperaba estas palabras de su parte.
- Entonces... - toca su nuca inquieto - ¿Estamos bien?
- Claro - esta vez le sonrío sincera. Yo tampoco quiero estar incómoda y tensa cada vez que esté con él. Quizás esto es lo mejor. Así me queda todo claro para saber cómo tienen que ser las cosas a partir de ahora. Tampoco me esperaba que viniera, que nos pusiéramos de novios y que viviríamos felices para siempre. Soy soñadora, pero no tonta. Aunque a veces lo parezca. En el fondo agradezco que me haya dicho las cosas claras y contundentes. Y yo, aunque no haya sido del todo sincera, espero que lo que le he dicho, se vuelva verdadero con el tiempo - Volvamos a casa - comienzo a andar de nuevo pero su brazo me detiene.
- ¿Me das un abrazo? - me mira con la cara que pone un niño pequeño cuando sabe que ha hecho algo mal y quiere arreglarlo. Me rio y envuelvo mis abrazos alrededor de su cintura. Pongo mi cabeza sobre su pecho escuchando los latidos de su corazón. Le va rápido, como a mí. Disfrutamos unos segundos más del máximo contacto que vamos a tener a partir de ahora. Me separo y le miro a los ojos. Este hace lo mismo y me da un beso en la frente - Te he extrañado demasiado, mofletitos.
- Yo también.