capitulo 20

319 Palabras

El silencio se alarga entre nosotros mientras seguimos el rumbo trazado. No hay necesidad de palabras, porque el peso de la noche ya dice demasiado. Las calles desérticas de la madrugada son un regalo inesperado. La ciudad duerme, ajena a nuestra presencia. Los faroles titilan con su luz gastada, dibujando sombras que se extienden por el asfalto agrietado. Es un momento perfecto para pasar desapercibidos, para cruzar sin ser juzgados, para movernos sin levantar sospechas. Pero no podemos confiar demasiado en esta ventaja. Aceleramos el paso, nuestras pisadas resonando en el eco de la noche. Es mejor llegar rápido, evitar cualquier «casualidad de casualidades», cualquier sobresalto innecesario. Cualquier mirada que nos atrape en el momento equivocado. Unos minutos después, alcan

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