Diana era una buena niña. Su madre solía leer la Biblia y la había educado de una manera muy estricta. Iban a misa todos los domingos. y la hacía vestir siempre de una manera muy recatada. Su padre estaba orgulloso de ella. Era buena estudiante. Una niña modelo. Pero Diana no era así. Era todo una fachada. Por dentro era salvaje, pura furia. Furia que llevaba 18 años atrapada por la beatonería de su madre, consentida por su padre. Todo iba el sábado, día siguiente de su 18 cumpleaños, el día de su mayoría de edad. Sus padres le dieron una gran fiesta. Vinieron sus amigas, tan buenas niñas como ella. Fue una fiesta agradable. Cuando todos los invitados se habían ido, su padre, Valentín, se acercó a ella y le dio un beso en cada mejilla. -Bueno, Diana. Ya eres oficialmente una mujer adult

