La cosa se estaba calentando, y la sensación de sentir su sexo por encima de su pijama era fascinante, eso sumado a que ella seguía acariciando mi pena y besándome lento y con lujuria, de verdad me sentía en el paraíso. Decidí ser un caballero, y le dije
– Es hora de agradecerte todo lo que has hecho por mi.
Me levante, y poniéndome de rodillas frente a ella fue cómo empecé a bajar lentamente su pantalón, al quitárselo, ella abrió las piernas, y yo acaricié con suavidad y tranquilidad sus muslos por dentro, era tan suave todo. Ella puso su mano sobre mi cabeza y la acerco a su v****a, al acercarme hice a un lado su calzón, ella agarro mi mando y se metió tres dedos en la boca para mojarlos, de ahí yo baje la mano y la metí en mi boca también para mojarlos, y procedí a introducirlos lenta
