Me quedé ahí, suspendido en un espacio que no tenía nombre, entre el peso de mi cuerpo y la ligereza de mi ser. Todo a mi alrededor parecía haberse detenido, como si el tiempo mismo me hubiera concedido un paréntesis, una tregua fugaz entre la presión de la vida y la promesa de la muerte. Estaba sumido en un letargo delicioso, una paz irreal, donde cada respiración se sentía profunda, casi un lujo, como si el universo se tomara el tiempo para decirme: “Aquí estás, por fin, en el momento correcto.” Pero lo que realmente me sorprendió, mientras mi cuerpo se deshacía lentamente en la calma post-orgásmica, fue el pensamiento que me cruzó. ¿Es esto la felicidad? ¿Un respiro, un parpadeo de todo lo que somos, entre el caos y la incertidumbre? Como si, de repente, todo encajara, solo para volver

