Esa tarde, Daniel decidió pasar el mayor tiempo posible fuera de casa. Estaba decidido a romper con la rutina que lo mantenía atrapado en su dolor. Sabía que no podía evitar el vacío para siempre, pero ese día quería probar algo diferente: distraerse, explorar, reconectarse con el mundo de una manera que hacía tiempo no intentaba. Primero, fue al cine. Eligió una comedia ligera, algo que normalmente habría ignorado, pero que ahora le pareció adecuado. Mientras las carcajadas del público llenaban la sala, se permitió una pequeña sonrisa. No era mucho, pero sentía que algo dentro de él se aflojaba, como si una leve grieta se abriese en su muro de tensión. Después, decidió almorzar en un restaurante que nunca había visitado antes. Era un lugar vibrante y moderno, lleno de colores y aromas n

