A diferencia del día anterior, esta noche dormí como un bendito. A rienda suelta. Simplemente toqué el colchón y dormí sin pausas hasta el día siguiente. Prefiero eso, sin lugar a dudas antes que pasar la noche en vela. La mañana era limpia y luminosa. Me levanté como cada día y fui a la cocina, donde encontré a Alejandra, quien me recibió con una amplia sonrisa y totalmente desnuda, al parecer, se había tomado mis órdenes al pie de la letra. — Buenos días, dormilón — me saludó, como si esta fuera una mañana común y corriente. —Buenos días, ¿dormiste bien? — respondí —De maravilla, — contestó, aunque luego añadió — bueno, algo me pica el culo, ya sabes, por tu castigo de ayer — Sin embargo, no había ni una gota de reclamo en su tono, era como si simplemente quisiera compartirme su expe

