Una vez que Alma se hubo adecentado, salimos al pasillo, donde mis otros 3 peones nos aguardaban. —Puedes irte a descansar, te lo has ganado — Dije en voz alta, mientras nalgueaba con fuerza a Alma, quien recibió tanto la orden como el golpe con sorpresa. — Espero lo mismo de ustedes.El aire estaba cargado de una tensión eléctrica que podría cargar nuestros generadores por meses. —Muy bien, pasen. — ordené y entramos todos a la habitación. Yo tomé el sofá de antes, desde donde pensaba presenciar este primer espectáculo. Ya consideraba que Karla y Javier eran de fiar pues habían resistido todo, así que estas pruebas eran un mero show para mi disfrute personal (y de Alejandra). —¿Cómo vamos a proceder, señor? — preguntó Alejandra y aunque su voz intentaba sonar segura, adiviné un aire

