Abismo 27

1545 Palabras

Mordió, succionó. Quería dejar huellas en ella, reclamando cada centímetro de su piel como suyo. Sus manos se aferraron a su pecho, hundiendo los dedos con deleite en su carne. El rojo de la lencería se deslizó unos centímetros más abajo cuando Franco la jaló con los dientes, dejando su piel expuesta a su hambre voraz. Natalia dejó escapar un jadeo entrecortado, como si la sensación la desarmara por completo. Ella, perdida en la intensidad de su propio deseo, llevó sus manos hacia la última barrera de su vestimenta y se despojó del calzón con un único movimiento, deslizándolo por sus muslos con un refinado desenfreno. Entonces, se montó sobre él, lenta, decidida, alzándose como una bandera en el mástil de su nuevo hombre. Franco ahogó un gruñido contra su piel cuando sintió la calide

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