Alessandro
Sus manos recorren mi pecho de arriba abajo y sus labios no cesan, dejan marcas sobre mi cuello. Por más que intento tocar su cuerpo no puedo, mis manos queman al igual que mi entre pierna, sin embargo no puedo mover ni un dedo.
Sus gemidos cada vez con más fuertes y el movimiento de cadera que ejerce sobre mi falo está a punto de consumirme, sus caricias abandonaron mi cuerpo y fueron directo a sus pechos, mayugo y apretó sus pechos como quiso, no dejaba de moverse, su cabello cubría totalmente su rostro.
Estaba más que excitado y ella parecía saberlo, porque rompió su pequeña tanga y no espero demasiado para comenzar a jugar con su clítoris, mi pene pasaba una y otra vez por su entrada hasta que por fin me abrió paso en su canal y sentí la gloria. Su estrecho coño no dejaba de gustarme de hacerme sentir tan satisfecho, sus movimientos fueron duros y lentos, no dejo de cabalgarme, siguió y siguió hasta que se levantó y comenzó a saborear mi pene como si fuera una paleta, movió de arriba abajo su mano una y otra vez hasta que termine en ella.
Desperté sudando y con una enorme casa de acampar en mi pantalón, tenía semanas soñando con esa misma chica y por más que trataba de cazar alguna parecida los viernes por la noche, ninguna de ellas me satisfacía tanto como en mis sueños. Me levanté de mi cama directo a la ducha, el agua fría mejoraría mi situación, me di un baño rápido y me vestí para salir rumbo a la oficina de mi padre.
Durante el camino intente recordar una facción de su rostro, pero no había nada, recordaba ver su rostro pero conforme más intentaba tenerla presente, más rápido se consumía el recuerdo y solo me quedaba con las partes más perversas del sueño.
Al llegar entre directo a ver a mi padre, quien impacientemente se acercó a mi para darme una lista de trabajo.
-Pense que jamás llegarías, encargarte de estudiar perfectamente este caso para poder dar una solución lo más rápido posible, más tarde tendremos una junta con los Rizzoto, no llegues tarde.
Camine hacia mí oficia y me encargue de darle una solución al pedido de mi padre, las horas se consumieron como cigarrillo y al dar las cuatro de la tarde, Betty entro avisarme que los Rizzoto ya estaban en la sala de juntas esperándome a mi y a mi padre.
Los Rizzoto son los mejores amigos de mi padre desde la preparatoria, nunca han dejado de verse y ahora por lo que se, regresaron a Florencia después de unos meses de estar fuera.
Camine en dirección al sanitario cuando unas piernas llamaron mi atención desde lejos, iban adornadas con una pequeña falda tableada color blanca y una chamarra de mezclilla azul cielo, intente caminar lo más rápido posible tras esa falda, hasta que mi padre se cruzó por mi camino y la perdí de vista.
-La sala de juntas es del otro lado Alessandro, buscabas a alguien?.
-Lo siento padre, me pareció ver a un amigo.
-Muchacho, tus ojos mienten. Date prisa, odio llegar tarde.
Camine junto a mi padre hasta llegar a la sala de juntas, al abrir la puerta Stella y Flavio me recibieron con un fuerte abrazo, tenía demasiado tiempo sin verlos. Mi padre siempre los frecuentaba cada verano mientras que yo dejé de verlos al menos diez años, por los estudios, las fiestas y uno que otro problema que me alejo de mi padre.
-Alessandro, que gusto me da verte, tenía años sin ver de nuevo esos hermosos ojos.
-Me da gusto verlos, mi padre siempre me contó cuando iba a visitarlos.
-Tu padre nunca nos ha dejado muchacho y ahora menos.
Seguimos conversando, parecía que nunca cerrarían la boca y eso me agradaba bastante, los eche de menos.
El tiempo paso como agua entre diferentes temas de conversación, note como Stella se levantó de su asiento y camino hacia la ventana para hablar por teléfono. Intente no prestar atención a lo que decía, pero me fue inevitable.
-Se puede saber dónde estás?!, Solo ibas al baño y a conocer parte de la empresa, no a sus trabajadores. Ya te quiero aquí Morgan.
Regreso a su asiento y siguieron conversando, intente seguir el hilo de la conversación pero no pude, me dio curiosidad saber quién era Morgan y porque le hablo de esa manera.
Unos golpes en la puerta me sacaron de mi pensamientos y ahí apareció de nuevo esa falda blanca tableada que intente seguir hace unas horas, entro saludando con mucho gusto a mi padre y cuando sus ojos se clavaron en mi una corriente de electricidad recorrió mi cuerpo y termino estancandose en mi entre pierna, es hermosa.
-Alessandro, ella es Morgan, nuestra hija.
Morgan extendió su mano hacia mí y la tomé con gusto, su melena negra caía en una trenza en su costado derecho y sus perlas color miel me terminaron de derretir.
-Mucho gusto, soy Morgan.
-Encantado de conocerte, no recuerdo que hayan tenido una hija.
-Claro que si, solo que los dos se conocieron muy pequeños y no se recuerdan.
No puede ser posible que me haya olvidado de esa hermosura.
Mi padre abrazo con mucho gusto a Morgan y siguieron conversando aunque siendo sincero no pude prestar atención en lo más mínimo, Morgan se paseaba por la sala de juntas de un lado a otro moviendo su cadera en un tintineo espectacular, la falda se ajustaba a su cintura y se levantaba de las nalgas haciendo una pequeña curva. Su torso estaba cubierta por una especie de top azul del mismo color que su chamarra.
-Y bien, que planes tienen para las vacaciones de Pascua?.
-Pues mis padres no quieren salir de la ciudad pero en serio anhelo unas vacaciones. Convenlos tío Carlo.
Mi padre soltó una pequeña risa y extendió su mano a Morgan para guiarla a una silla.
-Si tus padres no tienen ningún plan para vacaciones, puedes ir con nosotros a Sicilia, igual es una oferta muy tentadora para tus padres.
Los ojos de Morgan se iluminaron y volteo a ver a sus padres con demasiada insistencia hasta que Flavio asintió.
-Y lo es, iremos pero solo unos días.
-Perfecto, al menos no estaré encerrada.
-No seas exagerada Morgan, nunca sales de casa.
-En Sicilia tengo varios amigos que estoy seguro te caerán muy bien, te divertirás estoy seguro.- A pesar de ser muy pequeña de estatura y verse segura, parecía que no era así.
-Perfecto, cuando nos vamos?.
-Dentro de dos días.
Mi padre le mostró varias fotos a los Rizzoto de la casa y Morgan parecía la más entusiasmada de todos, no dejaba de sonreír.
-Perfecto, tendré que ir a comprar varias cosas. Me puedo adelantar para pasar a un centro comercial?.
-Ve, pero ten mucho cuidado.
-Yo puedo llevarla, ya no tengo ningún pendiente.- Había veces en las que odiaba dejarme llevar por mis emociones y está ocasión era una de ellas.- Ya está oscureciendo y puede ser algo peligroso, no tengo problema en acompañarla.
-Muchas gracias Alessandro, Morgan portate bien.
-Lo haré madre.
Camine detrás de ella al salir de la sala de juntas y no pude evitar ver su trasero moverse, ni siquiera sabía su edad y ya fantaseaba con ella.
-A donde me llevarás?
-Cerca de aquí hay un centro comercial bastante grande, podemos recorrer las tiendas que quieras.
La idea pareció agradarle a Morgan, aunque siendo sincero su nerviosismo se notaba a kilómetros y no es algo que me incomode, nos acabamos de conocer, pero parecía ser mas segura en compañía de sus padres.
El camino hacia el centro comercial fue silencioso y varias veces intente hablar, pero de mi boca no salía ni una sola palabra, mi voz se había ido y lo único que no quería hacer, era incomodarla.
Al llegar Morgan recorrió el lugar con su mirada, buscando tal vez la tienda perfecta y parecía haberla encontrado hasta que se detuvo cuando el aroma a comida llegó a nosotros, creo que al parecer los dos moríamos de hambre.