Capítulo 2 —Todo bajo control

1917 Palabras
Verónica: El hombre que hablaba conmigo se estaba haciendo ilusiones, pude darme cuenta por la forma de su postura tan inclinada hacia la mía, sus coqueteos constantes y las miradas fugaces que le daba a mi escote. Negué y fingí reír de su broma, ¿qué más podía ser? No podía ser grosera, prometí hablar con él solo unas palabras, eso era todo, pero lo de lo otro jamás pasaría. La razón por la que lo descartaba tan fácilmente era por qué aparte de que el hombre no me gustaba, tenía una relación muy exitosa con mi vibrad**r, así que no necesitaba ese tipo de contacto, gracias. No sabía si esto me hacía una mojigata o que, pero la verdad es que no me interesaba entablar vínculos emocionales con ningún hombre. No lo necesitaba, no quería complicaciones en mi vida y la verdad tenía un cronograma bastante estructurado de mi día a día y odiaría que se destruyera por cualquier extraño. En resumen, trabajaba de sol a sol, los fines de semana solo me dedicaba a limpiar mi apartamento, cuidar de mí misma, de mis familiares y de mi mascota. No pensaba más, ni en un futuro, ni en el pasado, solo el presente, y me resultaba bastante bien esta vida, era cómoda y segura. No recordaba cosas dolorosas y tampoco me hacía ilusiones tontas. Hace mucho que dejó de interesarme el género masculino y no porque me haya decidido a cambiar de bando, solo no había nadie que me atrajera... Pero entonces mi mirada buscó a alguien en específico, entre la multitud de personas de la boda. Lo encontré rápidamente, hablando con Noah y ambos reían de algo. Sí, él era esa excepción, Jeremy era guapo para que negarlo, su cuerpo, su aspecto y su masculinidad hacían que cualquier mujer tuviera malos pensamientos y ni yo era inmune a eso. Sacudí mi cabeza enfocándome y desvíe mi mirada. Él era un no rotundo, Jeremy estaba fuera de los límites, era un mujeriego rompe corazones que solo pensaba en sí mismo. Además, estaba segura de que si accedía a sus coqueteos constantes, caería redondita como tantas mujeres lo hicieron. No me enamoraría de seguro, pero si tendría una fijación y eso no, no dejaría que controlaran mis emociones. En el pasado no me resulto nada bien. —Como te decía, tengo una casa de campo con un lago precioso a las afueras de la ciudad. Me pregunto si quieres ir —dijo el hombre con el que hablaba sacándome de mis pensamientos. El señor Brown era accionista en la compañía, la verdad hasta este día lo trataba y lo poco que me dejó ver de él, no me agradó. Él me sonreía seductoramente y su mirada seguía ese vaivén repetitivo, fijándose primero en mi escote, luego en mis labios y por último en mis ojos, era desesperante. Suspiré, ya me sentía algo incómoda, si se acercara más lo tendría babeando como un perro sobre mi vestido. Me alejé sintiéndome asqueada y a la vez enojada. Tenía ganas de decirle que mis ojos estaban arriba y no en mis pech**s, pero me contuve. Después de todo era un accionista de la empresa y había que guardar la etiqueta. —Claro, me encantaría, tal vez le diga a Noah y a Allie, seguro ellos querrán acompañarnos —dije lo primero que se me vino a la cabeza. El hombre alejó su mirada derrotada de mí. —Pensaba que podríamos ir solos, ya sabes para conocernos. —Su voz fingía timidez. Por Dios, seguro era un hombre bien parecido, pero no para mí y de seguro este truco le resulto con otras mujeres, pero no conmigo. ¿Acaso estaba creyendo que hablaba con una adolescente? Aunque sus palabras en sí, me hicieron sonreír un poco mentalmente, me hacían sentir joven. Tenía mis años, pero ya había pasado hace mucho la edad de las malas decisiones. Ahora era una mujer madura en muchos sentidos. Mire al señor Brown, como fuera necesitaba acabar con esto o hasta sería capaz que traerme flores a mi oficina y eso no. Algo así, dañaría mi reputación. Es que algunos empleados me llamaban, "la mujer de hielo" y no porque fuera mala persona, solo que controlaba muy bien mis emociones. Casi nada me sacaba de quicio. Por algo Noah siempre confiaba en mi criterio para contratar personal. A decir verdad me gustaba ser llamada así, me hacía sentir intocable e invencible. Así que tener admiradores con sus estupideces, me haría ver débil y me gustaba bastante la postura que tenía ahora. Enfocándome en el señor Brown, continúe con voz civilizada. —Verá, no creo que sea algo apropiado. —Intente explicarme sin que sonara grosera. —Porque no, usted me agrada y yo a usted. —Dios, mire hacia ambos lados, ¿cómo me libraría de esto?—. Ya sabe, señorita Verónica, puedo ser un amante excepcional. Fruncí mi ceño y lo vi sonreír con sus dientes amarillos que no eran para nada atractivos. ¡Puaj!, ¡qué asco! Me alejé un poco de él, accionista o no, le iba a decir hasta de qué mal se iba a morir. ¿Quién se creía para ofrecerme algo así? Mi voz sonó fuerte. Hasta aquí llego la mujer de hielo. —Señor Brown, no creo que... —¿Verónica? —De repente escuché una dulce voz femenina llamarme. Me di la vuelta y vi a Allie acercarse con dos copas de champán en sus manos. Respiré profundo y el accionista se alejó de mí casi rápidamente. Se veía algo irritado, pero también incómodo por la interrupción. —Allie, ya te estaba esperando. —Le di una sonrisa brillante a mi salvadora—. Señor Brown, creó que debo dejarlo, tengo asuntos más importantes que atender. Él me dio una mirada de disgusto, al parecer había notado mi rechazo. La verdad no me importaba, Noah no me despediría por esto y tampoco me preocupaba. Estaba segura de que si salía de la Compañía Harrison, otras empresas más, me recibirían con los brazos abiertos. Era buena en lo que hacía, práctica, profesional, no entraba en conflicto con mis emociones y mis decisiones eran claras. Siempre me esforcé por esto, desde que terminé mi carrera como psicóloga, me esforcé por ser la mejor, con el único propósito de ayudar a las personas. Sumado a esto era perfecta para seleccionar personal, Noah no quería locos en su empresa. "Aunque eso era algo hipócrita de su parte", pensé con burla, porque nuestro jefe había sido el más inestable de todos, pero yo no era nadie para juzgarlo. Le ofrecí muchas veces ayuda, pero al parecer era muy orgulloso para aceptarla o como en muchos casos tenía temor a enfrentar sus propios demonios. En fin, volviendo al momento presente, vi a Allie acercarse del todo y darme la copa de champán con una sonrisa cómplice que yo acompañe. —¿Problemas? —Preguntó. —Otra sanguijuela que se me quería pegar, pero ya sabes como soy. —Me reí por último y Allie hizo lo mismo mirando hacia el accionista Brown, que ya estaba hablando cálidamente con otra mujer. Tal vez esa sí caería. —Bueno, debo decirte que me alegra que lo hayas alejado, la verdad es que no es una compañía muy agradable. Aunque no sé por qué no intentas bailar con alguno de los otros hombres. ¿Sabes?, hay muchos atractivos y también está..., Jeremy. Suspiré cansada, ¿otra vez con eso? Noah y Allie, habían intentado que fuera una de las damas de honor de la boda y que mi pareja fuera Jeremy, pero no aceptaría por obvias razones, y la verdad ya me estaba cansando del tema. No respondí y le di un largo trago a mi copa de champán. Allie sonreía mientras lo hacía. Al parecer estaba muy animada, bueno, era obvio, era su boda y había encontrado el amor de su vida, el hombre con quien pasaría el resto de sus días. Lo cual me alegraba, solo que no era mi caso, era muy práctica y controladora para tener una relación, y no por ser celosa, solo era así de cuadriculada, quería que todo saliera bien y fue gracias a esto que me había mantenido de pie y sin cometer errores. No quería ser grosera con Allie, pero ella no sabía nada. Las relaciones no eran tan sencillas. Después de un momento contesté. —La verdad estoy cómoda, así y de Jeremy no hablemos, él es otro tipo de sanguijuela... —Sexi agregué en mi mente. Lo busqué con la mirada por el lugar, pero no lo vi por ningún lado. Seguro ya estaba teniendo intimidad con alguna mujer, no era difícil de imaginar. Volví mi mirada en mi recorrido y me encontré esta vez con el perfil de Noah, estaba hablando con un hombre y observaba a Allie con mucha intensidad, incluso no parpadeaba. Negué burlándome de esto. —Ya te está acechando. Allie al parecer también lo noto, ella sonrió. —Es lindo, me hace sentir protegida, es lo que necesito. Solté una carcajada. —En tu caso está bien en el mío, es precisamente por todo eso, que no aguantaría estar con un hombre, toda esa testosterona me enferma. Allie negó y me dio una sonrisa brillante, no dejaba de verse dulce y a la vez seductora, ojalá yo me viera así. —Algún día te tragarás tus palabras Verónica, tal vez no quieras lo mismo que yo y eso es válido, pero estoy segura de que encontrarás el trato perfecto, con el hombre correcto. Negué esta mujer ya estaba vomitando arcoíris, Allie estaba siendo muy optimista para mi caso. Aunque no creía que tuviera nada de malo estar sola, solo no quería estar con alguien, pero no se lo diría porque no quería hacerla sentir mal. "¿Estás segura?", dijo de repente una voz en mi cabeza y una imagen de cuerpos sudorosos y manos entrelazadas, me llegó de improviso a mi mente. Bueno, a excepción de la intimidad, pero era mucho riesgo, creo que por eso se llamaba intimidad, acostarse con alguien era más profundo que eso. —No necesito un hombre y por favor deja de emparejarme con alguien, Allie. Te lo aseguro, estoy feliz así. —Le dije con una sonrisa amable. "Mentirosa" me gritó mi mente, pero desvié la acusación. —Está bien Verónica, pero sabes que siempre sea lo que sea, puedes contar conmigo. Ahora ya debo irme o Noah se pondrá ansioso. —Ella soltó una pequeña carcajada cuando vio de lejos a su esposo, rodar los ojos de aburrimiento por algo que decía uno de los hombres que lo acompañaba. Sonreí con gracia. —Está bien, ve por tu hombre. Allie asintió. —Pero antes, ¿fondo blanco? —Preguntó. Me detuve pensándolo mejor. —Oye espera, no puedes beber. ¿Estás segura de que es bueno para el bebé? —Le pregunté, había estado tan distraída que no lo noté. Allie se burló de mí. —Es una bebida sin alcohol. —Le restó importancia. Al ver que no tenía burbujas, me tranquilicé. —Está bien a la una las dos y a las tres —Me bebí la copa y Allie la de ella, aunque no sabía para qué hacíamos esto, pero bueno, ¿quién era yo para contradecir a la novia en su día? —Bien te dejo Verónica, disfruta de la fiesta. —Allie se alejó después de eso.
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