CAPÍTULO 2

1633 Palabras
Dos... Tres... Cuatro canciones y seguimos bailando y bebiendo, mientras Mónica también aprovecha el tiempo, con un apuesto galán. Me encuentro de espaldas al guapo chico, moviendo mi cuerpo al ritmo de la música. Él toma mi mano y me hace girar, quedando frente a frente. No sé si es el alcohol, pero ese hombre me tiene encantada, a pesar del antifaz que le cubre la mitad del rostro. Sin querer, mis ojos se posan en sus carnosos labios, que se encorvan formando la más hermosa de las sonrisas. No resisto más y cierro la distancia que nos separa, besándolo con necesidad. Él gustoso, me corresponde. ✯¸.•´*¨`*•✿ ✿•*`¨*`•.¸✯ No recuerdo cómo llegamos a un motel, pero no me preocupa. Estoy demasiado ebria. Cierra la puerta, mientras sus labios no se apartan de los míos. Sus manos buscan el cierre de mi blusa, el cual baja hábilmente. No tenía sostén, así que ahora mis senos están expuestos, por lo que deja un camino de besos desde mi cuello hasta ellos, atacándolos con hambre. Mis dedos juegan con su cabello, mientras suelto algunos gemidos. Me levanta de las piernas y nos dirige a la cama, donde me deja con cuidado, quedando encina mío. Quito uno a uno, los botones de su camisa, observando una pequeña cicatriz en su abdomen. Comienza a besar mi cuello y en un movimiento, mi mano está desabrochado su pantalón y colándose entre su boxer. Suelta un gemido tan sexy, que me enciendo aún más. Le doy una mirada lasciva y las pocas prendas que estorbaban, quedan no sé en dónde. Lo único que conservamos, son los antifaces. Me aferro a él y nos giro quedando yo encima, devorando su boca, su cuello, sus perfectas pectorales y llego a esa cicatriz de su abdomen, la cual beso con ternura, antes de regresar a su deliciosa boca. Me acomodo a horcajadas suyas y entra en mí, haciendo que arquee mi espalda. Entre gemidos, caricias, besos y jadeos, terminamos saciando las ganas que ambos nos teníamos. ✯¸.•´*¨`*•✿ ✿•*`¨*`•.¸✯ Él permanece profundo mientras yo sigilosamente, busco mi ropa y me visto. — Gracias, guapo. — Susurro dejando un casto beso en sus labios, antes de salir del lugar. «No me importaba ni su nombre, ni ver su rostro. Quería sentirlo en mí, quería saciar mis deseos más intensos, con ese hombre de cuerpo perfecto y sonrisa seductora. ¡Lo conseguí! ✿❯──「 DÍAS DESPUÉS... 」──❮✿ Mónica está saliendo con el chico que conoció justo aquella noche en el bar. Ricardo es muy buen muchacho y espero que las cosas salgan bien para ellos. Justo esta noche saldrán a comer con Eliza, para presentárselo. Por más que trato de concentrarme en mi trabajo, no dejo de pensar en aquél hombre que me había llevado a las estrellas y de quien no sé nada. — Ya me contaron de tu conquista en el bar, Monse. — Comenta mi jefa, sacándome de mis pensamientos. Me sonrojo de inmediato. — Ay, Eliza, exageras. Sólo fué sexo en medio de la borrachera, nada más. — Confieso y las tres nos reímos. — Eso no me lo dijiste. — Se queja Mónica. — No le ví importancia. — Rebato. — ¿Volverás a verlo?. — Indaga Eliza. — No. No sé ni su nombre y a demás llevaba antifaz, así que ni modo. — Encojo mis hombros. — Debiste averiguar más sobre él. Tal vez, habrían podido... — — Para nada, jefecita. Yo no busco relaciones con nadie. — La Interrumpo. — Sólo nos divertimos y ya. — Concluyo y ella pone sus manos en señal de rendición. Mónica se ríe; supongo que es por mi comentario. Termina la jornada y voy saliendo del edificio, para ir a casa. — ¿Monserratt?. — Me llama una voz femenina, que me cuesta reconocer en el momento. Detengo la marcha y me giro para ver quién me llama, encontrando una chica muy elegante y bonita. La miro tímida. — ¿No me recuerdas?, Soy Virginia. Estudiamos juntas en el colegio. — Explica sonriente. Hago memoria un momento, hasta que por fin la recuerdo. — ¡Ah!, Claro. Virginia, ¿Cómo estás?. Tanto tiempo. — La saludo amable. — Bastante tiempo, Monse. ¿Estás de afán? Te invito a tomar algo y hablamos un rato. ¿Quieres?. — Asiento y entramos a un café, que está en la esquina. Me cuenta que ahora se dedica al modelaje y que gana muy bien con eso. Yo le cuento de mi vida y mi trabajo, sin mucho detalle. Después de un rato conversando nos despedimos, no sin antes intercambiar números, para estar contacto. ✿❯──「 DOS SEMANAS DESPUÉS... 」──❮✿ Con Virginia, empezamos a compartir más tiempo y por ende, a formar una buena amistad. Ella me invitó a una de sus sesiones fotográficas, que será en la playa y como amo el sol, acepté gustosa. Tanto Julia, como mis jefas, tienen cierto recelo con mi amiga. Dicen que es muy extraña. Bueno, si es un poco alocada, pero no creo que sea para tanto. Termino de empacar en mi maleta la ropa para el fin de semana y paso a la habitación de mi hermana. Al entrar, la veo arreglándose muy entusiasmada. — ¿A dónde vas?. — Cuestiono sorprendida. — Sergio me invitó a comer. Vino de sorpresa. — Comenta feliz y la abrazo. Él es su novio, llevan diez años y hace cuatro, él vive fuera del país. Viene cada que puede. Pasados unos minutos, Sergio recoge a mi hermana, por lo que quedo sola. Me dispongo a ver televisión para matar el tiempo, hasta que me quedo dormida. ✯¸.•´*¨`*•✿ ✿•*`¨*`•.¸✯ Despierto y me levanto muy emocionada, ya que hace mucho no voy a la playa. Me pongo un enterizo n***o, sandalias playeras, amarro mi cabello en una coleta alta, me maquillo natural y estoy lista. Julia y Sergio, me llevan al aeropuerto, donde quedé de encontrarme con Virginia. Nos despedimos y camino hasta la sala de espera. Busco a mi amiga, pero no la encuentro. Tomo asiento, ya que seguro no debe tardar. De repente, la veo llegar corriendo hasta mí y trae consigo una maleta. — ¿Vamos?. — Pregunto, poniéndome de pie. — No, Monse. Lo siento. — Responde, algo apenada. — ¿Qué sucede?. — — Es que, de la agencia me llamaron, porque faltan unas cosas por resolver antes de irme. Tuve que reprogramar el vuelo, para esta noche. — Explica. — Pero igual tú si puedes viajar y te vas instalando en lo que yo llego, ¿Vale?. — Aclara. — No hay problema amiga, pero, ¿Para qué trajiste entonces tu maleta?. — Indago divertida. Ella se ríe. — Es que... aprovechando que viajas primero, quería pedirte el favor de llevarla contigo. Así llego en la noche, menos pesada. — Junta sus manos en señal de súplica, por lo que sonrío. — Claro que sí, ¿Para qué estamos las amigas?. — Respondo. Virginia me abraza, besa mi mejilla y se retira, ya que tiene afán. Escucho anunciar mi vuelo, así que tomo ambas maletas, mi bolso de mano y camino a la puerta que indicaron. Cuando estoy llegando, un policía se me acerca. — Señorita, buenos días. ¿Me colabora con una requisa, por favor?. — — Porsupuesto, no hay problema. — Sigo al hombre hasta una oficina donde hay otros dos oficiales y ellos clavan sus miradas en mí. Me piden poner ambas maletas sobre una mesa, antes de tomar asiento. Me hacen unas preguntas, las cuales respondo sin problema y me piden mis documentos. Los entrego y vuelvo a donde están las maletas, acompañada de los tres policías. — Disculpe oficial, pero, ¿Por qué me traen aquí?. — Indago desconcertada, ya que no tengo líos de ningún tipo con la justicia. — Es por rutina, señorita. No se preocupe. Nos haremos responsables por el daño a las maletas y de su vuelo, si está todo bien aquí. — Responde tranquilizándome un poco, mientras los otros dos oficiales empiezan a revisar mi equipaje. Abren primero mi maleta y sacan todas mis cosas. La revisan a fondo, pero no encuentran nada raro, lógicamente. Toman la maleta de Virginia, sacan sus cosas y el policía niega con la cabeza cuando rasgan con un bisturí, la tela que cubre el fondo de esta. Quedo petrificada, al ver que empiezan a sacar unos paquetes tipo ladrillo, envueltos en cinta adhesiva gris y cristaflex. Con el mismo bisturí, rompen uno de ellos, dejando ver un polvo blanco. Uno de los oficiales, toma un poco de este y lo vierte sobre una plaquita de vidrio, aplicándole un líquido que no distingo. — Si muestra un tono turquesa, es positivo para alcaloide de cocaína. — Explica. No ha terminado de hablar y veo la plaquita pintar de azul turquesa, parte de los guantes blancos del policía que la sostiene. Las lágrimas ruedan por mis mejillas y cubro mi boca con mis manos. — Como ya les dije, esa maleta no es mía. — Sollozo. — Queda detenida, por el delito de narcotráfico. Tiene derecho a guardar silencio. Todo lo que diga, será usado en su contra. Tiene derecho a una llamada y a un abogado. Si no tiene uno, el estado se lo asignará. ¿Ha comprendido sus derechos, señorita Contreras?. — Asiento, ya que no puedo ni hablar, por el llanto que me ahoga. ¡Maldita seas, Virginia!.
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