Cuando salimos de aquella Corte, los periodistas se amotinan a nuestro alrededor, tratando de obtener una exclusiva de la declaración del famoso actor que ha descubierto las fechorías de la poderosa familia. Jim los ignora por completo. Principalmente, como un castigo por todo lo que nos han hecho durante todos estos días. No quiere saber nada de periodistas, no noticias, ni nada que se les parezca. Nos subimos al automóvil y nos largamos de aquel lugar, esperando no volver a saber más nada de los de Grazio. —Todavía no puedo creer lo que sucedió en esa Corte —comento, aún asombrada por lo que aquellos hombres fueron a declarar sobre los de Grazio—. Es que parecía algo sacado de una novela. Me llevo las manos a la cabeza y niego, aún incrédula. Me río y continúo negando, una y ot

