Marzo- Primera Parte

1298 Palabras
Bajé del auto no sin antes echar un vistazo a mi alrededor, todo estaba igual que antes, el oscuro estacionamiento de profesores –iluminado con dos luces que no alcanzaban a mostrar todo el terreno- estaba más cálido que antes, subí los escalones hasta le entrada de la escuela y con un largo suspiro avancé hasta pasar la puerta principal, mis tacos sonaban estruendosamente en el piso de loza, mientras los conserjes muy amablemente me daban la bienvenida. La hora se hizo horrorosamente duradera, a cada movimiento que sentía a mi alrededor, me hacía saltar del nerviosismo, tenía que mantener una expresión dura y fría como siempre, sino empezarían a sospechar. Mantuve unas cortas conversaciones con los profesores y después de un pequeño tiempo sonó la campana, Dios mío, sentía como mi corazón palpitaba cada vez más rápido, y como mis frágiles piernas daban torpes pasos hacia el patio. Lo primero que vi fue al desordenado curso de Eva –que a mi sorpresa- solo estaba a un curso de distancia, reconocí fácilmente los rostros de las chicas más conflictivas y desafiantes, luego detrás alguna caras conocidas, miré hacia el final de la cola y no encontré a Eva, no veía su larga cabellera por ninguna parte, se me hizo un nudo en el estómago y por momentos pensé que quizás se había cambiado de escuela, pero en cosa de segundos, su figura apareció, caminando rápido, como una fiera, arrastraba sus piernas por entre la gente hasta llegar a su fila. ¡Dios mio¡ ¡si me hubieras visto en ese momento¡ estaba a punto de tener un ataqué por mi alta presión. Estabas ahí, con tu grandeza, tenías tus manos sosteniendo una linda mochila, tus piernas se balanceaban en un ritmo suave, la ajustada falda mostraba generosamente buena parte de sus bien formadas piernas, mientras que la camisa un poco ajustada revelaba mi deleite de todas las noches, tus senos. Tu cabello caía en cascada por tus hombros- sorpresivamente lo habías dejado un poco mas corto- y tu rostro, tu precioso rostro, miraba en todas las direcciones, buscando quien sabe qué. El director les dio la bienvenida y comenzó un discurso que me hubiera gustado que durara más, pero al corto tiempo estuviste caminando lentamente hacia tu nueva aula, que ahora se ubicaba en el segundo piso, triste, di media vuelta, tenía que prepararme para la próxima clase. Tres horas interminables hasta que llegó el momento, me tocaba dar mi clase contigo, junto a ti, en la misma habitación. Mi cuerpo ya no era mío, me manejaba apenas con mis piernas por los pasillos, con una sacudida de pies a cabeza cada vez que me imagina viéndote en unos pocos segundos. Lentamente empujé la puerta, y el antes bullicio que dominaba la sala, fue sustituido por un silencio casi aterrador, satisfecha deje mis cosas en el escritorio y me preparé para lo peor. De principio solo salude al vacío, para luego echar una corta mirada a las filas de atrás sin encontrarte, me asuste, lo admito, pero luego de mirar a los alrededores vi que estabas en la primera fila, justo frente mi escritorio. Estabas mirándome, haciendo que mi cuerpo se tensara y mi hasta ahora fuerte seguridad se fuera al carajo. Te dediqué una sonrisa, a la que respondiste de la misma forma, no sin antes echarme una larga hojeada a mi cuerpo, sentí el subidón de energía y antes de que pudiera hacer algo estúpido comencé la clase. Durante el cortito tiempo que estuve con mi Eva, pude sentir tu mirada puesta en mí, en toda la clase, en los cortos segundos que te dedicaba una mirada, sentía como tus ojos atravesaban mi alma y me dejaban desnuda a tu merced, tenía que contenerme, esto no está bien. Pero decidí saborear la entrada del infierno un poco, y cuando estabas mirando hacia otro lado, lamía mis labios mientras tus senos- grandes y bien formados- hacían que mis pulsaciones fueran cada vez más rápidas, me miraste de nuevo y desvié la mirada hacia otra parte. No sin antes dedicarme esa pequeña sonrisa de te descubrí. Faltaban menos de cinco minutos para que la clase terminara, Eva cruzaba y abría sus piernas de vez en cuando dejándome ver una pequeña parte de su ropa interior, cosa que hizo furor en mí ya caliente cuerpo. Sonó el timbre y todas rápidamente cogieron sus colaciones para salir. Eva se tardó un poco más, saliendo casi de las ultimas, por lo que silenciosamente miré su parte trasera, definitivamente iba ir al infierno. Ay Eva, ¿qué habías hecho conmigo? Cada clase en que estabas tu no podía dejar de mirarte, no podía mantenerme viva sin verte al menos cinco minutos, tener tu cuerpo ante mis ojos, tu maldita sonrisa que me hacía sentir un subidón de energía. Necesito tenerte, besarte, acariciarte. Pasaron al menos unos días de larga decisión, donde finalmente decidí hablarte, admito que fue muy vergonzoso hacerlo, pero mi necesidad de tener tu atención puesta en mi fue mas fuerte, y un día antes del fin de semana, al terminar la clase- de una forma estúpida- te pedí que borraras el pizarrón mientras tus compañeras salían. Me dedicaste una mirada interrogativa mientras con tus delicadas manos subías y bajabas en movimientos casi angelicales los bordes de la pizarra. Caminaste lentamente hacia mi, tuve que desviar la mirada o me temía que te agarraría entre mis brazos en ese instante. Me entregaste el borrador y antes que pudieras alejarte de mi, hablé. -Eva, quería hacerte una pregunta- intenté tener un vago control en mi voz, necesitaba hacerte entender que yo no era vulnerable a ti. Dudaste unos segundos. –Depende- alza una ceja- ¿Qué es lo que quiere saber?- se cruza de brazos, mientras que mis manos empiezan a sudar y mi poca cordura se va perdiendo. -He visto que últimamente has estado más atenta a mi clase- siento como Eva cambia de pose a una más rígida- y me preguntaba, si estabas dispuesta a ir a las olimpiadas de álgebra si en la próxima prueba que haré te va bien- sin que se dé cuenta-y en el momento en que desvía la mirada pensando- me lamo los labios, mientras voy bajando mi mirada, desde sus senos hasta sus piernas, saboreando los pocos segundos que tengo junto a Eva a solo unos centímetros de mi. Justo cuando iba ya casi llegando mi mirada a sus rodillas, Eva pone su atención en mi, pero esta vez hay algo en sus ojos ¿quizás es miedo? No, sus ojos brillan, con una luz casi imposible de existir. Siento como mi estómago se retuerce de energía y por momentos pienso en hacer una locura ¿Qué pasaría si la acerco a mi en este instante? ¿Si antes de que pueda actuar la beso apasionadamente? Pero antes de que pueda atraerla hacia mi, Eva habla. -Me encantaría- me mira con una sonrisa casi forzada- usted me dice cuando son y yo con gusto voy a competir- la miro sin creer mucho en sus palabras, pero ya es hora que la deje ir, así que un silencioso gracias le digo que se vaya. Eva duda unos segundos –y antes de que pueda reaccionar- siento como la poca distancia en que estamos es eliminada por la presión de su cuerpo, de su aroma, de su piel. Siento sus labios darme un pequeño beso en mi mejilla y en como inmediatamente se da la vuelta y musita un adiós sin mirar atrás otra vez, abandona la sala y me deja llena de emociones reprimidas –sin poder tocarla, ni tenerla entre mis brazos- si Eva no me hubiera dado un beso fugaz en la mejilla, probablemente habría terminado de otra forma. 
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