ESTAMBUL, TURQUIA. Había una chica sufriendo. Elif tragó saliva. A como pudo retrocedió evitando que sus piernas le flaquearan en ese momento. Nunca había visto a una persona ser hecha pedazos y no esperaba que sucediera esa noche, así como así. El aroma a sangre era nauseabundo y el sonido que el cuchillo hacia al trozar la carne simplemente horrible. Sentía la boca seca y de haber dicho una palabra en ese momento, su voz saldría como un hilo. No tenía voz, apenas y se sentía capaz de pronunciar palabra. El aroma casi le provoca unas intensas arcadas, pero con la mano en el vientre mantuvo la calma hasta que llegó a las escaleras. La chica había gritado tan fuerte, que aun le erizaba la piel. Su casa, antes hermosa, tomó un toque macabro que no le gusto en absoluto. Tomó aire y se

