—Si, Guven. —Tamam. Ruzgar dio un paso cuando el preguntó: —¿La señora está bien? —Tiene una herida en el brazo y algunos golpes, pero no pasó a mayores—respondió volteando. No le agradó que le preguntara por ella y menos que se mostrara preocupado, pero es que era su trabajo. Ahmet notó que le veía de forma distinta y sin temor algunos insistió. —¿Pasa algo? —Nada. Era obvio que sí. El guardaespaldas se notó confundido, pues le conocía bien, llevaba años a su servicio y entendía cada uno de sus gestos. Él lo preguntó con respeto y por lealtad, también porque se estaba acostumbrando a la mujer y como su esposa le respetaba. Sintió que el Guven le miraba con esos ojos intensos cargados de posesividad, pero decidió no mencionarlo porque no tenia caso. Sus acciones estaban bien

