CAPITULO 64-2

1057 Palabras

No había forma de que eso pasara—pensó Ruzgar. —Se admira que lo intentes, Ansari—agregó la mujer. —Oh, Arslan, no me digas eso, me apagas—continuó diciendo en dirección de Elif y Ruzgar no pudo pasar por alto que la llamó por su apellido en vez de por su nombre—. ¿Quieres apostar conmigo? Cien millones de liras a que doy el mejor tiro de la cacería. En tu respuesta estará el hecho de si confías en tu marido o no. —No se que tan buen tirador eres. —Oh, ¿Qué pasó? Pensé que nos llevábamos bien. —Nos llevamos bien—dijo Elif—, pero eso no tiene nada que ver con las apuestas ni las balas ¿Qué clase de persona astuta apuesta a un caballo cuya habilidad jamás ha podido admirar? Es como disparar a ciegas, Fassali, y yo siempre apunto antes de disparar a alguien. Cuando dijo el final, d

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