MERSIN, TURQUIA. ¿Un ojo? Elif no podía creer lo que estaba diciendo. La peor parte es que realmente no parecía estar jugando. Rizvan estuvo a punto de sonreír, sin embargo, cuando notó que el Güven hablaba en serio, tragó saliva e intentó escapar de tan hostil ofrecimiento. Vaya hombre. —No creo que sea necesario ir tan lejos. —No para aquellos que ven la confianza como algo sin valor. —Mi lealtad será mostrada con el paso del tiempo—aseguró mirándole a los ojos—. No temo ser acusado de traición, porque ese sentimiento jamás a predominado en mis venas. Como ha dicho, la muerte de mi primo me arrastró aquí, es por esa razón que no debo perder esta oportunidad bajo ningún sentido. Sería fallarme a mi mismo, fallar a la memoria del hombre quien me otorgó este regalo. —No fue Esat

