Esa vez, decidí salir a cazar con Karen, aprovechando que Arturo se quedaría en la casa con Marissa. Era el momento perfecto para hablar sobre algo que había estado rondando en mi mente durante días: nuestras parejas y todo lo que eso implicaba. No es que tuviera dudas, pero sí muchas preguntas, muchas cosas por resolver. Casi nunca tenemos tiempo para hablar de estos temas, y si alguien sabía cómo hacerlo, esa era Karen. El aire nocturno se sentía fresco, y el sonido de nuestros pasos sobre la tierra húmeda era lo único que se escuchaba a nuestro alrededor. Mientras caminábamos, sentía la quietud de la noche, pero algo en el ambiente me ponía alerta. Era una sensación incómoda, casi como si alguien nos estuviera observando. —¿Qué pasa? —digo, al ver cómo su rostro se transforma en una m

