Capítulo 37. No es nada Sara. Todo está bien. Antes de salir de la oficina el abogado le dio un pequeño recordatorio. -- Recuerda que tu esposa es la única que puede liberte de la promesa que le hiciste a su madre en el lecho de muerte, no juegues con el destino Vicenzo – Luego de escucharlo y sin más que decir, se pone de pie, guarda el sobre en su chaqueta y sale del despacho apresurado. Debe intentar volver a su país esa misma tarde. Ya había perdido mucho tiempo esperando a que Linch regrese de las montañas. Debía volver y encontrar a su esposa cuanto antes. Vicenzo miró por la ventana del aeropuerto con el ceño fruncido. El maldito mal tiempo. Las tormentas habían cancelado todos los vuelos, y las pistas estaban cerradas hasta nuevo aviso. -- ¿Una semana? – preguntó en el counte

