Capitulo 23
La vieja silla cromada cruje sobre el linóleo cuando él se pone de pie, sus manos calientes y pesadas se deslizan hacia mis pezones. Doy un salto cuando los pellizca, enviando sensaciones de hormigueo y deseo a lo más profundo de mi ser. Su espeso cabello dorado roza mi estómago, sus vibrantes ojos verdes se quedan allí mientras sus labios besan su marca, su barbilla sin afeitar me pica la piel sensible.
En su pasión, se deja llevar por frases en danés, capto algo de lo que quiere decir, pero no todo. Me quedo quieta y dejo que haga lo que quiera. Se sienta de nuevo en la silla, su pierna le resulta incómoda. En esta tarde de mayo, hace algo que rara vez hace, me besa cada vez más abajo hasta que acaricia mi feminidad con su lengua y sus dientes. Pequeños chillidos escapan de
