01

1651 Palabras
Había escuchado de personas que escuchaban Heavy Metal a todo volumen en la madrugada, hasta de algunos descarados vecinos que tenían intimidad y pareciera que un micrófono los acompañara, pero jamás había escuchado de vecinos que pusieran alabanzas a todo volumen a las dos de la mañana. Aún no comenzarían las clases en su universidad, al ser su primer año, se había comprometido a dar lo mejor de sí. Pero su padre tenía que trabajar al día siguiente y sabía que esa música evitaba que pudiese descansar. Completamente harto, se levantó de su cama y caminó perezoso a la planta baja, iría a callar a los vecinos y volvería a dormir hasta la tarde del día siguiente como recompensa por su esfuerzo madrugador. Realmente no le emocionaba el tener que hablar con sus vecinos, en especial porque no solía ser realmente amable con los desconocidos, pero no tenía mayor opción. Al pasar junto la habitación de su padre, lo vio sentado en la esquina de la cama jalándose el cabello, sabía que él no era una persona a la cual le gustara ir a reclamar a nadie, por eso lo haría él. Salió de la casa y un viento infernal golpeó contra su cara, eso solo logró que se sintiera mucho más molesto que antes. Caminó con prisa y tocó tres veces el timbre de forma insistente, no importándole si los vecinos se enfadan por eso. La puerta fue abierta segundos después haciendo que respirara hondo para intentar no gritarle a quien fuera que le abriese. ―Buenas noches joven ¿Qué desea? ―una mujer con cabello n***o, atado en una cola de caballo apareció, parecía molesta por la interrupción. ―Buenas noches ¿Podría bajar el volumen de la música? Mi padre tiene que levantarse en unas pocas horas y no ha podido dormir nada por el ruido―intentó ser lo más amable posible, pero sabía que algo había fallado cuando el ceño de la mujer se frunció, mostrándose molesta. Realmente Yoongi intentó comprender qué pudo haber dicho para que se molestara, si en realidad, quien debería estar molesto, era él. ― ¿Acabas de llamar ruido a los cantos para el señor? ―Yoongi suspiró grande, eran de esas religiosas excesivas, lo que le faltaba. Yoongi no tenía absolutamente nada en contra de la religión ni sus creyentes, en realidad, había conocido personas que creían, pero mantenían un límite sobre lo que realmente se profesaba en la religión, por lo que sabía que había personas que no hacían lo mismo y tendían a exagerar todo. Como era el caso de esa señora. ―Solo le pido que bajen el volumen, es todo―cerró los ojos para tranquilizarse, la señora frente a él volvió a exhalar molesta e iba a hablar hasta que un chico se presentó en la escena. A ese chico lo había visto cuando estaban bajando las cosas del coche, lo miraba expectante, como si esperaba algo de él. En su momento se le hizo tan extraño, que prefirió ignorarlo. Incluso miró un rato hacia la ventana y este seguía viendo la puerta. ¿Lo conozco? Tal vez. ―Madre, ya me he aprendido las alabanzas completas ¿Puedo dormir ahora? ―el chico tenía unas grandes ojeras, como si no hubiese dormido en varios días. Yoongi conocía muy bien las ojeras, él las portaba a diario y estaba seguro de que esas eran de días de falta de sueño. ―Espera a que llegue a tu alcoba y cuando las cantes bien podrás dormir ¿Cómo estarás en el coro de la iglesia si no te sabes las canciones? ―dijo, olvidando que su nuevo vecino estaba en la puerta. Yoongi no comprendía del todo la situación, en especial porque ahora pareciera que él fuera invisible. ―Yo ni siquiera quería estar en el coro―susurró bajo el chico, pero ambos presentes escucharon aquello. La adulta se mostró totalmente molesta ante las palabras del menor, empujándolo dentro de la casa mientras le susurraba con voz dura que lo esperara despierto en su habitación. Yoongi comenzó a detestar a su vecina y eso era algo raro, tomando en cuenta que llevaba menos de diez minutos de conocerla. Por lo que podía observar, la mujer trataba como la mierda al chico, el cual parecía ser su hijo. Lo obligaba a cantar hasta las dos de la madrugada. No era por criticar el método de enseñanza de la mujer, pero desde su punto de vista, lo último era una estupidez. ―Mi hijo lo hará una vez más y luego nos dormiremos―dijo seria, mientras veía de reojo detrás de ella. ―Mi hijo debía practicar y no pudo hacerlo por la mañana. Yoongi se sintió muy incómodo, demasiada información que no necesitaba conocer, mucho menos cuando se estaba muriendo de sueño. ―Por cierto, me llamo SunHee―se presentó. Ah, ahora se presenta. Pensó con ironía, una sonrisa falsa y una reverencia complementando su presentación. ―Mi nombre es Min Yoongi―la mujer sonrió complacida por la reverencia, devolviéndola. ―Debo irme. Gracias por... por quitar la música. Regresó a su casa sin decir más. Sabía que esa familia podía llegar a generar problemas, en especial por la personalidad de su padre. Yoongi lo amaba, pero sabía que no todos pensaban igual y menos lo harían una familia así. Mientras regresaba a su cuarto, pensó en el chico pelinegro, se veía muy cansado y cómo no estarlo si se pasaba hasta la madrugada cantando, pero eso no era asunto suyo. Su madre una vez le dijo que cada familia era un mundo y realmente prefería que ese mundo siguiera inexplorado. Luego de unos minutos escuchó una voz hermosa, sin música, supo rápidamente que el chico pelinegro no había podido tener su descanso. Admitió en su mente que el chico cantaba realmente bien y ahora entendía el porqué estaba en un coro. Con esa hermosa voz, cayó dormido.                                                                                            ••• ― ¿Puedes abrir la puerta, Yoon? ―preguntó su padre desde el baño, alguien estaba tocando el timbre y para ser sincero, prefería dejar a fuera a la persona que ha interrumpido su sueño. Pero su padre podía molestarse, así que fue a la puerta. Las escaleras no rechinaban cuando bajaba, algo que en su vieja casa pasaba. Si era sincero, se le hacía algo extraño el completo silencio. Cuando vio el ventanal que daba al jardín, alcanzó a notar un gato ahí. Frunció el ceño, extrañado. ¿Será callejero? La verdad siempre le habían gustado esos pequeños mininos, pero jamás había tenido la oportunidad de tener uno. Su padre era alérgico, por lo que no veía buena idea que gatitos se cuelen a la casa cuando quieran. Volvió a la realidad cuando el timbre sonó de nuevo y a regañadientes se acercó a la puerta. Cuando abrió pudo ver a su vecino pelinegro, tenía unas ojeras espantosas, pero de lo demás estaba bien arreglado, como si fuese a una fiesta formal. ― ¿Se te ofrece algo? ―levantó una ceja, dudoso cuando el chico lo miró sin decir nada, pero luego de unos minutos despabiló y se sonrojo un poco. ―Mi gatito Minnie no está y suele ir a los techos de las otras casas ¿Por casualidad lo has visto? Es blanquito con manchas negras, como una vaca. Sí... ―Yoongi recordó al gatito que estaba en el jardín, así que asintió. ―Está en mi jardín, voy por él―dejó la puerta abierta, a pesar de ello el chico de nombre desconocido no entró. Tomó al pequeño animal y este se acercó mimoso, era un gatito confiado. Volvió y su vecino sonrió de una forma preciosa, sus ojitos ahora eran dos medias lunas y sus cachetitos se abultaron más. ―Muchas gracias y en serio lo siento. ―No es nada―un silencio un poco incómodo se creó y Jimin no sabía cómo despedirse. ―Mi nombre es Park Jimin―se presentó animadamente, sintiéndose extraño después. ―Bueno, me presento porque somos vecinos y ayer no pude hacerlo―el menor se golpeó mentalmente por su tonta presentación y miró al suelo. ―Yo soy Yoongi, Min Yoongi―Jimin sonrió un poco más cómodo con la situación, pensando que quizá podían ser amigos, en un futuro. De pronto, un grito ronco se escuchó dentro de la casa y el padre del pálido corría hacia la entrada, desesperado. Miró el reloj que colgaba cerca de la puerta y vio que faltaban 5 minutos para que el mayor entrara al trabajo. ―Ya me voy, pórtate bien, el desayuno está en la mesa del comedor―se despidió con prisa de su hijo y le dedico una pequeña sonrisa a Jimin. Yoongi rodó los ojos con una sonrisa ante la impuntualidad de su padre, observando que algo realmente importante se le estaba olvidando. ― ¡Papá! ―Sí hijo, yo también te amo, pero me tengo que ir―entró al auto con velocidad, sin detenerse a escuchar. Yoongi se acercó a la ventana del auto antes de que arrancara y le mostró su maletín con una ceja alzada. El mayor se golpeó la frente y besó la mejilla de su hijo. ―No sé qué haría sin ti―tomó el maletín y lo dejó en el asiento de su lado, encendiendo el auto para poder irse. ―Llámame por cualquier emergencia. Yoongi se despegó del auto y dio espacio para que su padre pudiera irse, observando el auto hasta que desapareció completamente de su vista. Jimin estaba entre divertido y curioso por la actitud del mayor, era un adulto muy distraído. ―Y-Yoongi ¿Hyung? ―preguntó Jimin, ya que el pálido parecía mayor. ―Tengo diecinueve años. ―Yo tengo dieciocho. Ambos sonrieron y al final Jimin se despidió con un pequeño adiós. Volviendo a su hogar, feliz por haber encontrado a Minnie. Su vecino era muy amigable y parecía que su vida era entretenida, a veces quisiera que sus padres fueran un poco menos estrictos. A pesar de todo, él realmente ama a sus padres con todo su corazón, pero a veces su rutina era demasiado tediosa y aburrida para él. Todo era muy difícil y hasta cierto punto, estresante. Pero así era su vida y él no tenía control sobre ella. ¿O sí?
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR