Por que yo!!!! Capitulo 6

737 Palabras
El sobre pesa más que cualquier cosa que haya sostenido en mi vida. No sé si por su contenido… o por lo que significa. Mis manos tiemblan. No lo puedo evitar. Maximiliano y Sebastián me observan en silencio. No es un silencio cómodo. Es un silencio que aprieta, que asfixia, que anuncia tormenta. —Ábrelo, Teo —dice mi hermano, aunque su rostro suplica que no lo haga. Maximiliano, en cambio, no suplica. No ruega. Solo me sostiene la mirada, firme, seguro. Es la presencia de un hombre que ya ha visto el infierno… y está dispuesto a entrar de nuevo conmigo. Trago saliva y rompo la cera. El sonido del sello quebrándose me atraviesa el pecho. Dentro hay varias hojas, una fotografía arrugada y un objeto que casi se me cae de las manos: una bala marcada con un símbolo que no reconozco. Un espiral. Un ojo. Algo antiguo. Algo que no debería existir. Mi corazón late descontrolado. —¿Qué… qué significa esto? Nadie responde. Tomo la primera hoja. Es escritura de papá. Reconozco su letra al instante. Mi visión se nublaría si no estuviera paralizado. Empiezo a leer. Mateo, si estás leyendo esto, significa que no logré protegerte. No confíes en nadie fuera de nuestra sangre. Hay un hombre… alguien que lleva años destruyendo familias como la nuestra. Si te encuentran, te usarán para completar lo que yo detuve. No busques venganza. Busca la verdad. Y busca a Maximiliano. Él sabrá qué hacer contigo. Perdóname. Te ama, tu padre. Mi respiración se corta. El papel cae de mis manos. —¿Qué… “qué hacer conmigo”? —digo, temblando—. ¿Qué significa eso, Maximiliano? Él no contesta. Se acerca despacio. Sus pasos resuenan como martillazos en mi cabeza. Me pongo de pie, retrocedo un paso. —¡Respóndeme! —grito sin querer—. ¿Qué sabía papá? ¿Qué es lo que tú sabes? Maximiliano se detiene frente a mí. Su rostro, normalmente impenetrable, ahora muestra algo… ¿culpa? ¿dolor? No lo entiendo. —Tu padre descubrió algo que jamás debió salir a la luz —dice con voz baja—. Algo que te involucra directamente. Por eso quiso mantenerte lejos… y por eso lo mataron. —¿Qué cosa? —susurro. Él cierra los ojos un segundo, como si la verdad fuera un peso que incluso él teme cargar. —Tu sangre, Mateo. Tu linaje. No eres un simple heredero. Eres la pieza final de un pacto que tu bisabuelo rompió… y que otros quieren restaurar. Mi cuerpo entero se enfría. —No entiendo… —Yo tampoco lo entendía cuando tu padre me lo dijo —admite—. Solo sé algo con certeza: Tú eres la llave de algo que ellos necesitan. Por eso lo mataron. Por eso tu madre se quebró. Y por eso tú estás vivo de milagro. Las paredes parecen cerrarse sobre mí. —¿Quiénes son “ellos”? —pregunto. Sebastián toma la fotografía del sobre y me la entrega. La observo. Es un hombre elegante, de rostro afilado y una sonrisa tan vacía que me da escalofríos. Lleva un anillo con el mismo símbolo que la bala. —Se hace llamar EL ZORRO BLANCO —dice Sebastián con un hilo de voz—. Controla redes de tráfico, armas y políticos en media Europa. Fue quien mandó a matar a papá. Mi corazón late tan fuerte que me duele. —¿Y qué tiene que ver conmigo? Maximiliano se acerca un paso más. Su proximidad me quita el aire… pero no por la razón prohibida de antes. Ahora es miedo. —Todo. —Su voz vibra con una gravedad que jamás le había oído—. Ese hombre te está buscando, Mateo. Desde que cumpliste treinta. Y ahora que volviste a Chile… Me toma por la muñeca antes de que pueda alejarme. Su tacto es cálido, firme. Me obliga a mirarlo. —…él ya sabe que estás aquí. Las ventanas del salón vibran de repente. Un ruido seco. Un golpe. No, no es un golpe. Es un disparo. Sebastián se lanza sobre mí. Maximiliano desenfunda su arma en un movimiento tan rápido que apenas lo veo. —¡AGACHEN A MATEO! —ruge. El sobre cae al suelo. Y yo finalmente entiendo: Mi padre murió por mí. Mi madre murió por él. Y ahora… yo soy el siguiente.
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