Mientras tanto, en otro lado de la ciudad de Londres Inglaterra…
(Sonido de lata de cerveza abriéndose)
—¡Ah… este es el sonido de la libertad, brindemos hermanos. Ahora somos tres hombres libres como el viento, Antonio por fin se fue a ser monje o cura no sé, pero se fue. Ya no lo tenemos que acompañar a sus aburridos estudios bíblicos como castigo por portarnos mal. Mamá y papá no tienen con quien castigarnos. Ahora podemos hacer lo que queramos! ¡Vengan acerquen esas latas, vamos a brindar!
Siendo casi las seis de la tarde, era un atardecer encantador, allí en la piscina de la majestuosa mansión Wallas, donde se encontraban los tres intrépidos y traviesos hermanos menores de Antonio flotando en unos flotadores de forma de frutas, en la piscina de la mansión después de haber venido de
